Los recuerdos de 60 años de vida han quedado reducidos a escombro. El Ayuntamiento de Santander ha dado el visto bueno al derribo de la vivienda de Amparo Pérez, la vecina de 86 años a la que expropiaron su casa para construir un nuevo vial, y que sigue ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla con pronóstico “estable dentro de la gravedad”.
La anciana, con un estado de salud “muy frágil” y con un informe médico que alertaba del peligro que suponía un desalojo como el que se ha llevado a cabo, acompañado de la tensión a la que ha sido sometida después de meses de litigio con el Consistorio, sufrió una recaída y tuvo que ser hospitalizada la semana pasada, el día en el que vencía el plazo para abandonar su vivienda. Sufrió una parada cardiorrespiratoria y permanece en observación, intubada y en coma inducido.
La empresa que ejecuta las obras de construcción de la conexión transversal entre la S-20 y la Avenida de Los Castros -la UTE formada por Isolux-Corsán y Copsesa- ha procedido este lunes al derribo de la vivienda de Amparo Pérez y ha acabado con el último impedimento para completar el polémico vial. Los operarios han destrozado la estructura en apenas unos minutos y con un reducido grupo de testigos de los colectivos de apoyo a la anciana.
El Ayuntamiento de Santander informó posteriormente en un comunicado del derribo de la vivienda, que se encontraba en el trazado de las obras. De esta forma, la empresa adjudicataria de la construcción del vial continúa con los trabajos previstos. Según el Consistorio, comunicó a los familiares de la expropietaria, a través de su abogado, que la demolición se iba a llevar a cabo en la jornada de este lunes.
Una versión que desmiente Marco Santamaría, el nieto de Amparo Pérez, en una conversación telefónica con eldiario.es Cantabria. “Todo es mentira. No han esperado ni a ver qué pasa con mi abuela. Cuando han llamado a nuestro abogado, yo ya estaba allí recogiendo las cuatro cosas que quedaban. Además, lo he tenido que hacer a toda prisa, porque las grúas y los obreros estaban preparados para tirar la casa”, asegura.
Su estado de ánimo refleja la indignación con la que ha vivido todo el proceso de expropiación de la finca. “Estoy hecho una mierda. Me parece vergonzoso lo que están haciendo. No me lo puedo creer. El alcalde ya tiene su vial, ya no le molesta ni la casa de mi abuela, ni sus recuerdos, ni su vida. Esto es horroso”, lamenta Marco Santamaría, que explica también que se enteró de la demolición por una llamada de los chicos de La Lechuza, la casa okupa cercana a las obras.
La familia había entregado la llave la semana pasada, tras el ingreso hospitalario de Amparo Pérez. Han decidido centrarse en la recuperación de la anciana. Sin embargo, no contaban con que el Ayuntamiento diera la orden de tirar la casa mientras su estado de salud era tan delicado. “No tienen humanidad, no tienen sensibilidad y no tienen escrúpulos”, concluye.