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Sara Fernández, copiloto de rally: “Compito en un deporte mixto, que no tiene barrera física y en el que podemos hacer lo mismo que ellos”

La copiloto y actual capitana de la Selección Española de Rally, Sara Fernández, en el interior de uno de los coches de competición.
19 de febrero de 2023 21:01 h

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Fue en la última vuelta del último rally en las Islas Canarias donde Sara Fernández (Cantabria, 1986) hizo historia en el mundo del automovilismo y se convirtió en la primera campeona de Europa de Copilotos. Lo recuerda como “un final de infarto, que todavía te hace muchísima más ilusión”, aunque en un principio no lo podía creer. El tiempo ha ayudado a que la realidad se asentase y ha dejado paso al sentimiento de orgullo por haber cumplido un sueño. “No solo por mí, sino por todo mi equipo. Desde mi piloto, Efrén Llarena, a todo el equipo de mecánicos, ingenieros… Es como si fuera una recompensa para todos”, asegura la deportista.

El automovilismo prácticamente corría por las venas de la cántabra, pero llegó al rally por casualidad. “Mi familia competía en motocross y tenían un equipo con otros chicos”, cuenta. Uno de ellos decidió pasarse a esta disciplina por lo que todo el grupo de amigos se desplazaba a ver las carreras y campeonatos que había en Asturias y Cantabria, es decir, “cerca de casa”. Así, llegó un día en el que se decidió por reclutar a Sara Fernández como cómplice. “Me dijo: ¿Te animas, Sara? ¿Tú que eres valiente quieres probar a ir de copiloto? Y empezamos los dos sin saber nada, poco a poco, haciendo carreras en el Campeonato de Cantabria”, recuerda.

Poco se imaginaba que más de una década después iba a haber recibido el Trofeo María de Villota a la Superación o que estaría capitaneando la Selección Española de Automovilismo. Esto es para la copiloto una quimera de la infancia que se hace realidad y confiesa que le satisface especialmente por el hecho de trabajar con un equipo que “no es muy grande, pero los que somos estamos súper comprometidos”. “Para mí ser la capitana supone muchas cosas, porque digamos que eres la referencia de toda la selección y no deja de ser algo especial ser la abanderada de tu país”, manifiesta Sara en conversación con elDiario.es.

Quizá para los que desconocen el funcionamiento de esta disciplina automovilística la figura del copiloto no parezca indispensable, en parte porque la atención suele centrarse en quienes están al volante, ya que sus labores son mucho más evidentes. No obstante, se trata de un trabajo en equipo en el que cada integrante cumple una misión: “El piloto es la cara más visible porque es el que pilota, pero nosotros somos como sus ojos. Organizamos la carrera, nos ocupamos de la logística, y el día de la competición le vamos dando toda la información para que pueda tomar decisiones rápido”, detalla la cántabra, que equipara su labor a la de una secretaria, aunque bien podría decirse que mientras están en el rally piloto y copiloto funcionan como un único ente.

Sara Fernández se convierte en los ojos, voz y cerebro de su compañero Efrén Llarena, que pone a disposición del equipo sus manos, pies y reflejos. Para que esta sinergia funcione durante una carrera, donde la adrenalina alcanza niveles superlativos y en la que ante una señal del copiloto el piloto debe actuar de forma inmediata: “Él tiene que confiar en mí al 100%”. “Tiene que saber que toda la información que yo le doy es correcta porque sino duda, y si duda, levanta el pie del acelerador con todo lo que ello supone: perder tiempo y que el ritmo de conducción ya no sea el mismo”. La copiloto soporta la presión y es consciente de que, en el peor de los casos, si comete un fallo “lo más probable es que haya un accidente.”

“Es confianza mutua”, añade la copiloto, “al igual que él se fía de lo que le digo porque yo le voy cantando dos curvas antes de que él lo vea, yo también tengo que confiar porque si voy mirando a la carretera o viendo dónde frena sería un desastre”, expresa. Para alcanzar tal nivel de confianza en una relación, Sara cuenta que se necesita un trabajo de muchos años que tiene como base un buen nivel de compenetración y entendimiento entre los integrantes del equipo.

Además de ser un deporte de equipo, el rally se diferencia dentro del mundo del automovilismo por varios factores, y el más destacado quizá sea que no se trata de un circuito cerrado, es decir, son carreteras y terrenos que no puedes memorizar, aprender el trazado o los tramos. Es por ello que Sara la considera como “la disciplina del automovilismo más exigente”. Normalmente se hace un reconocimiento del terreno tres o cuatro días antes de la carrera en los que apuntas el recorrido o las curvas, pero “cuando llegas está sucio, hay barro o zonas con gravas. Siempre hay ese punto de que nunca sabes cómo te vas a encontrar realmente la carretera. Por mucho que te lo prepares, por muy bien que esté todo, siempre hay algo que cambia”, apunta la cántabra.

En ocasiones, los cambios imprevistos llegan en forma de accidentes, que ocurren aunque las medidas de seguridad hayan avanzado considerablemente y se cumplan a rajatabla. En 2019 y 2022 el equipo de Sara Fernández estuvo en dos de estos incidentes, uno en el Rally de Polonia y otro en la República Checa. “No sé si es una virtud de Efrén o no, porque él choca muy pocas veces, pero cuando lo hace, lo hace muy fuerte. Choca muy rápido, siempre en quinta. O sea que no hay término medio”, relata ya entre risas la copiloto. Recuerda sobre todo el que se produjo en el país de Europa Central porque se dio a raíz de una avería en la dirección del coche. Básicamente rememora la frustración del punto en el que sabían que iban a chocar sin poder hacer nada más que esperar a que llegase el golpe.

“Cuando pasa algo así te das cuenta de lo frágiles que pueden ser los coches. No es que se pierda la confianza, pero sí que te das cuenta del riesgo que corres en este deporte”, explica. Gracias a la seguridad pocas veces quedan secuelas físicas, pero la cabeza es un tema a parte. “Lo más difícil cuando has tenido un golpe es que en las siguientes carreras siempre cuesta un poco volver a tener la misma confianza. Nosotros tuvimos que pasar por el quirófano y a los cuatro días ya nos subimos en el coche de carreras. Entonces te preocupas un poco de si te va a doler o ese tipo de cosas. Pero bueno, duran los primeros kilómetros, después ya te concentras y se te olvida todo”, asegura.

A pesar de tratarse de un deporte de riesgo, el rally y el automovilismo presentan una característica clave que los convierte en unos candidatos idóneos para la competencia entre hombres y mujeres. “No hay una barrera física para nosotras. Es un deporte que es más mental y que cualquier persona podría hacerlo. No se trata de la fuerza o músculo que tenga, al final son habilidades como la concentración o la valentía, que no tienen nada que ver con otros deportes más dependientes del entrenamiento físico. Por esa razón yo creo que deberíamos de competir todos en igualdad de condiciones”, argumenta Sara Fernández.

La copiloto explica que en alguna ocasión se han malinterpretado sus palabras respecto a la situación de la mujer en el automovilismo y cree necesario aclarar que “yo nunca he querido tener un trato especial como mujer. Yo compito en un deporte que es mixto, que no tiene barrera física y en el que nosotras podemos hacer exactamente lo mismo que ellos, tanto de piloto como de copiloto”. Si bien eso no es impedimento para que desde sus inicios en el 2005 la situación haya avanzado “muchísimo” y la disciplina cuente cada vez con más mujeres.

También nuevas generaciones que pueden apreciarse en el karting, que ella considera como la base del automovilismo. “Hay niñas que vienen pisando muy fuerte”, asegura la cántabra, a la que le gustaría que el enfoque se centrase en todo aquello que se está consiguiendo para motivar al resto de mujeres a dar una oportunidad a esta disciplina. “Yo simplemente quiero hacer mi trabajo, competir y no entrar en guerras de géneros ni decir que somos mejores o peores. Me veo como una más y lo he hecho así durante toda mi vida”, resalta.

Y es que Sara antes de convertirse en copiloto pasó por el fútbol, dónde se acostumbró a competir con los chicos, un hábito que ha mantenido hasta la actualidad y en el que asegura que siempre se ha sentido una rival respetada. A ello se añade la certeza de que considera que “ya hemos demostrado que podemos hacerlo igual o incluso mejor que los hombres” y espera que esto anime a su vez a todas aquellas niñas que quieran iniciarse en este mundillo.

Su teoría es que “se trata de un deporte bastante caro y en el que necesitas apoyo económico de tu familia desde que empiezas. Entonces creo que por lo que antes no había muchas chicas era un poco por las familias que quizás sentían miedo al dejar a sus hijas en un deporte de riesgo que era un poco más masculino”, elucubra Sara. Ante eso, le gustaría transmitir un mensaje de tranquilidad desde su amplía experiencia en el rally que le permite asegurar que cada vez más complicado que ocurra algún accidente con consecuencias realmente negativas.

Tanto para hombres como para mujeres lo cierto es que la barrera física se ve sustituida en el automovilismo por la necesidad de contar con una red de apoyo económico que permita financiar las competiciones. En su caso y el de su compañero, Sara asegura que sin la Beca Junior R2 que concede la Federación Española de Automovilismo no habrían podido ser campeones de Europa “ni hubiéramos tenido la oportunidad siquiera de poder correr un campeonato internacional”.

El patrocinio y la apuesta por jóvenes talentos le parece un factor que “es y ha sido clave en nuestra carrera deportiva porque sin estas oportunidades cuesta muchísimo salir fuera de España. La verdad es que estoy súper agradecida y espero que esto continúe muchas generaciones más”, comenta la copiloto. Resultaría quizá más fácil si el rally tuviese mayor visibilidad, porque “está claro que dentro del automovilismo el deporte estrella es la Fórmula 1, la categoría reina, y que quizás el resto no son tan vistas”. Aunque añade que considera que “el deporte en sí es conocido porque tenemos dos referentes como Carlos Sainz o Luis Moya, pero sí que hay que pelear para que las nuevas generaciones también tengan ese sitio y ese espacio”, razona Sara.

Porque “lo más difícil es encontrar todo el presupuesto y los sponsors, sobre todo estos últimos años después de la pandemia cuesta mucho encontrar empresas que quieran invertir en este deporte”, comparte la cántabra. Afirma que recaudar dinero “es la parte que menos nos gusta a los deportistas, pero es la más importante porque cuando acaba la temporada es lo que hacemos”. Yendo de reunión en reunión en lo que es para la copiloto la parte más desilusionadora del deporte, presentar con empeño tu proyecto y que la respuesta sea un “no” constante.

“Lo que se ve de un campeonato siempre son las victorias y las imágenes chulas de los rallies, pero toda esa parte que está detrás también es complicada”, concluye. Esto no impide que siga haciendo lo que más le gusta del deporte: “Competir y ganar”. Sara se considera una persona muy competitiva en todos los aspectos de su vida y el poder enfrentarse a sus rivales en igualdad de condiciones es lo que, para ella, “hace bonito” el rally.

Por eso es lo que planea seguir haciendo este 2023. “En principio vamos a repetir el Campeonato de Europa y el objetivo es volver a ganarlo, conservar el título y seguir siendo los campeones de Europa. Va a ser difícil porque se espera que haya mucha gente de alto nivel en el campeonato”, pero Sara Fernández defiende la ilusión y ganas con las que van a afrontar este reto. Las mismas que planea poner junto a su compañero para el siguiente objetivo a conquistar, el Campeonato del Mundo. Por ahora se les resiste la parte económica y no tienen los patrocinadores necesarios, pero la copiloto lo tiene claro: “Deportivamente estamos preparados y yo creo que lo hemos demostrado así que lucharemos cada año para intentar conseguir el presupuesto y tener la oportunidad de competir”, sentencia.

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