Marcos Díez está de enhorabuena. El trabajo silencioso y sosegado frente a la hoja en blanco dará sus frutos a corto plazo, cuando el periodista y escritor cántabro vea en las librerías dos de sus trabajos literarios más recientes. El primero de ellos, titulado 'Desguace', acaba de conseguir el prestigioso Premio de Poesía Ciudad de Burgos, algo que le permitirá publicar este poemario en Visor, una de las editoriales más veteranas y respetadas dentro del género a nivel nacional.
Además, Díez presentará en la librería Gil de Santander el martes 19 de diciembre a partir de las 19.00 horas 'El festín', un libro que publicará Valnera y que recopila una selección de sus artículos semanales en eldiario.es, al tiempo que prepara junto al director Nacho Solana el guion de un cortometraje que nace también de uno de los cuentos publicados en este periódico y bautizado como 'La carretera'.
“En el caso de 'Desguace', es un libro que pivota en torno a dos grandes temas. Por un lado, la vida como eso que avanza de manera irreparable hacia su propia destrucción, que crece hacia su ruina, y, por otra parte, la vida que aparece ante nuestros ojos cuando somos capaces de ver las cosas desprovistas de significado. Cuando la vida de los nombres se desguaza aparece un mundo distinto, que nos extraña, nos sorprende y es más amplio”, señala su autor tras conocer el premio otorgado en Burgos.
El poemario consiguió este galardón imponiéndose a los casi dos centenares de trabajos presentados, y al margen de la dotación económica, lo más destacado para el ganador es volver a trabajar con Visor, con la que ya publicó 'Combustión' en 2014 tras conseguir el Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola y con el que sumó después el Premio de Poesía de Alcalá de Henares.
Ahora tiene un mes para revisar y entregar a la editorial la versión final de 'Desguace', que se publicará en marzo del año que viene. “Es un libro en el que he estado trabajando cuatro años y que incluye 40 poemas. Igual crece un poquito ahora, pero la poesía es algo que va cayendo muy despacio, es un mundo que está alejado de las prisas, lo que me permite hacer eso que a veces en la vida cotidiana es más difícil, que es cuidar todos los detalles. Tiene detrás mucho tiempo y mucho trabajo, está reposado, y es una alegría poder publicarlo”, reconoce.
El autor, que también se atreve con la narrativa o con el lenguaje audiovisual, señala a la poesía como el género en el que se siente “más cómodo”. “La poesía me permite decir cosas que no soy capaz de decir de otra manera. Es misteriosa y, aunque suene un poco tópico, no la buscas, sino que es ella la que te va encontrando”, subraya el director de la Fundación Santander Creativa.
En este sentido, destaca que la poesía se adapta muy bien a su ritmo de vida, un tanto desordenado, disperso o caótico. “Escribo poemas cuando paseo, cuando conduzco… Los escribo mentalmente. Encaja peor la narrativa, que quizás requiere un trabajo cotidiano, un orden, una disciplina de la que yo carezco en mis circunstancias actuales”, admite Díez.
“La poesía tiene que ver con el misterio, con la falta de certezas, con la duda permanente, con la precisión. Yo puedo trabajar durante semanas en un poema y puedo pensar con cuidado qué palabra voy a elegir, porque no es lo mismo una que otra. Eso me gusta mucho de la poesía”, reflexiona.
Una mirada distinta
Con la narrativa, Marcos Díez opta casi siempre por un género breve, como los cuentos o las reflexiones, que van y vienen “a ráfagas”. En estos casos, asegura que nunca sabe de qué va a escribir antes de ponerse a ello. “Empiezo con la página en blanco, pongo una frase y desde ahí van apareciendo las cosas. Es una especie de salto al vacío y nunca sé cuál va a ser la estructura, cómo voy a avanzar o cómo voy a terminar. Escribo y leo al mismo tiempo, y eso es bonito porque yo mismo me sorprendo de las cosas que van saliendo”.
Con esa técnica afronta cada semana su colaboración con eldiario.es, que le ha proporcionado el material para publicar este mes de diciembre 'El festín', con una selección de medio centenar de esos artículos revisados, en los que ofrece con un corte reflexivo y un tanto atemporal asuntos que considera esenciales, aunque no estén ligados a la actualidad.
En este libro, cuya presentación tendrá lugar el próximo 19 de diciembre en la Librería Gil de Santander, se pueden encontrar reflexiones sobre el lenguaje, como un elemento clave para construir el pensamiento y poder comunicarnos, reflexiones sobre el paso del tiempo, sobre la enfermedad, la muerte, la fragilidad de los cuerpos o sobre los afectos, entre otras muchas cosas.
“También hay una buena dosis de autoparodia para, a través de esa caricatura del yo, pinchar un poco el ego, que es algo que hago mucho: crear un personaje que aparece en los artículos -daltónico, torpe, despistado-, pero haciendo una caricatura de ese personaje que soy yo, y esa autoparodia me sirve para desdramatizar”, cuenta sobre su siguiente libro.
Hay un momento del texto que da nombre a esta obra en el que Díez asegura que “la vida es un festín al que solo se puede acceder a través de la extrañeza, el que deja de asombrarse, deja de ver. No ve quien ve normal el hecho sorprendente y raro de estar vivo”.
A su juicio, las personas construimos un decorado ante nuestros ojos en el que vivimos y en el que se desarrolla la vida cotidiana, pero que no nos permite ir más allá de la superficie de las cosas, por lo que reivindica la capacidad para extrañarse, asombrarse y sorprenderse de lo que tenemos delante en el día a día.
Escribir con imágenes
El periodista, escritor y poeta posee además una dilatada trayectoria en el mundo del cortometraje, ejerciendo como guionista del director cántabro Nacho Solana, con quien mantiene una “relación consolidada” tras firmar en los últimos años trabajos como 'Intercambios', 'Namnala' y 'La jaula'.
Ahora están embarcados en la que será su cuarta colaboración, que parte de un cuento que Marcos Díez publicó en eldiario.es y que se titula 'La carretera'. El cineasta se encargará después de grabar un cortometraje que tiene un nivel de complicación alto y que el director quiere grabar en buenas condiciones.
“El mundo de los cortometrajes es mucho más coral. No estoy yo solo ante la hoja en blanco, sino que depende de muchísimas otras cosas. Depende del director, de los actores, de la fotografía, de los medios económicos que tengas... Es bonito y me gusta, por eso lo sigo haciendo. Con Nacho Solana trabajo muy bien, pero es el lenguaje en el que me cuesta más sentirme pleno cuando escribo”, concluye.