Reincidentes cuenta con un amplio bagaje musical, con trabajos que se caracterizan por tratar temas sociales y reivindicativos sobre una base de punk-rock. Fernando Madina, bajista y voz principal de la banda sevillana, asegura que primero hacen la música y después componen la letra ofreciendo su punto de vista de la realidad. “Cuando se maduró la idea de hacer rock empezamos a valorar cómo podíamos convertirlo en un altavoz para gente que no tenía esa herramienta”, apunta el músico.
Destaca, por otra parte, que tienen varias formas de acercarse a la gente, como tocar en sitios pequeños y vender sus discos “casi en mano”. Además, hace hincapié en que casi todos los partidos políticos “están convirtiendo la cultura en una mercancía”, y subraya que para ellos “la creación cultural es algo que viene intrínseco con el ser humano que no se vende ni se compra”, a pesar de que algunos “la conviertan en un negocio”. El grupo ofrece un concierto este viernes 11 de noviembre en la Asociación Cultural Octubre de Torrelavega, a partir de las 21.00 horas, y habla unas horas antes con eldiario.es.
¿Entienden el rock como una vía para conectar con los movimientos sociales y con la juventud?
Más que como una vía, yo creo que formamos parte del todo, es decir, nosotros formábamos parte ya de los movimientos sociales y entendimos el rock, en primer lugar, como una manera de expresarnos y, en según lugar, como una herramienta de trasformación. Lo que ocurre es que el estatus de herramienta de transformación vino un poco más tarde, en el sentido de que cuando se maduró la idea de que nos gustaba hacer rock y que nos divertíamos haciendo rock, empezamos a valorar la idea de que podíamos convertirlo en un altavoz para gente que no tenía esa herramienta en ese momento.
¿Cómo escriben las letras de las canciones y cómo eligen los temas?
Nosotros somos músicos y lo primero que hacemos es la música, la letra es lo último. Intentamos que sea una fotografía de la realidad bajo nuestro propio prisma, que es igual de respetable que cualquier otro. Puede ser que sea un prisma que no utilizan los medios de comunicación habituales o las mayorías sociales, pero hacemos la letra pensando en cómo vemos la realidad.
¿De qué canción se sienten más orgullosos?
Depende. Por ejemplo, hay una que se llama 'Ay Dolores'. Cuando en este país la gente se empezó a dar cuenta de lo que significa la violencia de género por la cantidad de muertes anuales- antiguamente había muchas más pero no salía- nosotros ya habíamos hecho una canción. 'Ay Dolores' no solo hablaba de ese asunto, sino que además de tener punk-rock, tiene una parte de flamenco y una parte de instrumento de cuerda, es decir, es una canción muy completa en el sentido sonoro, y adecuada a los tiempos porque se veía por fin que se podía luchar contra eso.
Tratan temas muy diferentes, desde México y el movimiento zapatista al Sáhara Occidental, por ejemplo.
Cuando hablamos de México y cuando hablamos del Sáhara es porque hemos tocado allí. En el 92 ya estábamos tocando en México y a partir de ahí, sí vino la idea de hacer una canción al zapatismo como movimiento social y como ejército militar. Respecto al Sáhara, estuvimos una semana en los campamentos de refugiados antes de componer la canción.
Además, han compuesto incluso una canción en euskera sobre el conflicto vasco.
La canción sobre el conflicto vasco es en euskera al principio. En realidad es una colaboración con Fermín Muguruza y nosotros cantamos una parte en euskera que nos tradujo él, y le dijimos que él cantara una parte en castellano. Era como una manera de estrechar lazos estando de acuerdo sobre una misma temática: el 'no a la violencia' pero no a cualquier precio. El mensaje es el de parar y empezar a hablar.
Llama la atención que, a pesar de que tienen un renombre y una amplia trayectoria, siguen tocando en pueblos y festivales pequeños. ¿Es una forma de acercarse a la gente?
Nuestra forma de acercarnos a la gente son varias, no solo esa. De hecho, estamos practicando una autogestión casi absoluta y los últimos discos se los vendemos casi a la gente en la mano. Pero sí es cierto que tocar en sitios pequeños te acerca más al personal. De todas formas, el circuito rockero del estado español no es el de Canadá, ni el de Estados Unidos, Australia o Japón. Es el que es, y está muy bien tocar en sitios pequeños, pero no somos los únicos que tenemos que hacerlo.
Son un grupo que ni mucho menos oculta su tendencia ideológica y me gustaría conocer su punto de vista sobre el tratamiento de la cultura por parte de los partidos políticos.
La pena que da es que en casi todos los partidos, con la única excepción quizá de Podemos, la cultura por mucho que hablen de ella y se les llene la boca… lo que están haciendo es colaborar para que sea una mercancía. Lo que da dinero vale y lo que no da dinero no vale, y si tengo que subvencionar algo que sea de mis 'amiguitos', como pasó en Andalucía. Creemos que la cultura es otra cosa, creemos que forma parte intrínseca de la persona, de los colectivos, de las mentes, de los corazones, de los sentimientos, de la formación… de todo lo que afecta a ser más persona. Entendemos que no es una mercancía, creemos que es un bien que tiene que darse de por sí a la gente. No estamos hablando de cultura gratuita, sino de dar cultura desde pequeño a un niño, enseñarle música, teatro, cine, a cantar, a tocar un instrumento… La creación cultural es algo que viene intrínseco con el ser humano, que no se vende ni se compra, en principio. Los que los han convertido en negocio ellos ya sabrán.
Visto lo visto, ¿no se ve un horizonte esperanzador en este sentido?
Depende. A veces, cuanto peor van las cosas más luz ves en el horizonte. Quizá ahora estamos viviendo un momento de involución, un momento de regresión. Estamos caminando ese paso hacia atrás que decía Lenin para luego coger empuje y dar dos para adelante. Realmente hay gente, que antes te he nombrado quienes son, que probablemente si llegan a algo darán dos pasos fuertes hacia adelante.
¿Qué le ha parecido el resultado de las recientes elecciones en Estados Unidos?
Me han sorprendido dos cosas. Hay un cinturón industrial en determinados estados, por ejemplo Pennsylvania, que dio la sorpresa, donde parece que esa cierta destrucción de la clase media -que ha ocurrido también en España y en ciertas partes de Europa- hace que se vayan a los brazos de la extrema derecha, que es lo que representa Donald Trump. Por otro lado, también me llama la atención que los dos tercios de latinos que viven en Estados Unidos, de ascendencia mexicana, han votado a Clinton. Sin embargo, el estado de Florida, que es cubano, o los puertorriqueños, han votado en masa a la derecha, lo que viene a dejar a las claras qué tipo de gente son.
Por otra parte, también es cierto que un país con una ley electoral como la que tienen, el índice de participación real me parece que no ha llegado ni al 50%. Eso es importante a la hora de definir la democracia, es decir, un país que se erige y se ha erigido siempre aquí, en los países árabes, en Europa, en África y en América Latina como el paladín de la democracia, tiene un pueblo en el que no vota un 50%. Ahí pasa algo, no tienen salud democrática. Además, si son capaces de votar la opción que han votado significa que hay un conservadurismo absolutamente metido en la médula de la población estadounidense que nos demuestra que ese país que todo el mundo dice que es la vanguardia en el deporte, en la cultura, en la técnica, en el cine… realmente es un país lleno de paletos y lleno de gilipollas, por decirlo de alguna forma un poco suave.