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Jordania, foco de acogida para los refugiados sirios, recibe la ayuda de Cantabria para mejorar su situación

Desde que estallase la guerra de Siria en marzo de 2011 con el levantamiento contra su presidente Bashar al Asad, los ciudadanos sirios no han dejado de abandonar sus hogares. Jordania y Líbano se han consolidado como dos de sus lugares predilectos debido, por un lado, a la proximidad geográfica, y por otro, a la cultural.

Tanto es así que la población jordana ha pasado de apenas dos millones de habitantes en 1980 a los casi diez de la actualidad. De esos, se calcula que más de tres millones son refugiados principalmente sirios, aunque también hay palestinos e iraquíes. “Que Jordania haya acogido a tantos refugiados tiene dos consecuencias: la increíble solidaridad que ha demostrado con sus vecinos y que hayan visto mermados sus recursos por el elevadísimo aumento de la población”, argumentan desde la Asamblea de Cooperación por la Paz de Cantabria (ACPP).

Esta ONG supo ver una necesidad que estaba ahí; los refugiados indudablemente requerían de ayuda, pero los países que los acogían también. “Si no se les ayuda pueden acabar generando rechazo hacia los acogidos, y nosotros pensamos que habiendo tantas ONG en campamentos de refugiados, quizá también era necesario incidir en las comunidades de acogida”, se plantea José Carlos Ceballos, portavoz de ACPP.

Y así arrancaron el proyecto en Irhaba e Irbid, dos zonas del norte de este país que, precisamente por estar junto a la frontera con Siria, reciben más refugiados. Gracias a la colaboración del Gobierno de Cantabria, ambas comunidades pudieron disponer de 40 nuevos tanques de agua para ese 90% de refugiados que no viven en campamentos sino con el resto de la población jordana.

“Estamos hablando de uno de los países con más escasez de agua del mundo, por lo que nuestra idea fue aumentar la capacidad de almacenamiento de agua para que la presencia de los refugiados no comenzase a ser vista como un problema”, señala Ceballos.

Tal y como han hecho con proyectos anteriores, la idea de la Asamblea de Cooperación por la Paz era prestar una ayuda especial a las mujeres ya que, como relata el portavoz, siempre se busca favorecer a las personas que más lo necesitan. “Partiendo de una situación común de necesidad siempre hay escalas y en esta cultura la mujer necesita de un apoyo mayor por ser considerada más vulnerable en lo que respecta a sufrir abusos o discriminación”, indica.

Para el cooperante, la instalación de esos 40 tanques no solo beneficiará en lo que respecta a tener un almacenamiento, sino también a que tenga garantías de sanidad. “Además, disminuye el elevado coste mensual que supone para ellos el agua porque ahora pasa a ser de su propiedad”, afirma orgulloso.

Otra de las iniciativas llevadas a cabo en el proyecto ha sido la implantación de talleres de mantenimiento de las instalaciones de agua. “Les hablamos de hacer un consumo más responsable de agua y de cómo hacer para que estos nuevos elementos duren más”, declara.

Por otro lado, también se ha buscado concienciar de la importancia de la higiene, sobre todo de la colectiva. “Ellos ya cuidan su propia higiene personal, nosotros lo que hacemos es advertirles de que, por ejemplo, los residuos tienen que ir a un sitio determinado para que no incida en los espacios de almacenamiento de agua”, sostiene Ceballos.

Más que agua

Pero el agua no fue la única ayuda. Tanto la ONG como el Gobierno de Cantabria, a través de la Dirección General de Cooperación, decidieron invertir también en adaptar viviendas para personas con discapacidad. “Normalmente los proyectos tocan un solo punto, pero en este caso preferimos combinarlo para mitigar el impacto que tiene el aumento de la población así como para intentar favorecer a los ciudadanos más vulnerables”, argumenta el portavoz de la asamblea.

De esta forma, 40 hogares con personas con discapacidad comenzaron a ver resueltos muchos de sus problemas diarios. “Si todavía en España tenemos una asignatura pendiente con la discapacidad, allí no nos lo podemos ni imaginar. Nosotros solo hemos intentado hacer frente a esa situación de una persona que tiene unas necesidades especiales y que busca que se la trate con toda la dignidad y los derechos”, sostiene el cooperante.

Recientemente, muchas de las imágenes de este proyecto se pudieron ver en una exposición fotografías que se organizó en la Biblioteca Central de Cantabria. “Lo que pretendíamos era rendir cuentas y contar a la gente que toda esa ayuda se hace con sus impuestos”, alega Ceballos.

El proyecto, que concluyó en septiembre de 2017, seguirá teniendo continuidad debido a que la ONG y el Gobierno de Cantabria ya han puesto en marcha un nuevo proyecto para apoyar esta crisis humanitaria. “Ya hemos ayudado a 700 personas, y es mucho, pero desgraciadamente sigue habiendo mucho que hacer... Hay que seguir denunciando que existe esta situación”, concluye esperanzado el responsable de la organización.

Desde que estallase la guerra de Siria en marzo de 2011 con el levantamiento contra su presidente Bashar al Asad, los ciudadanos sirios no han dejado de abandonar sus hogares. Jordania y Líbano se han consolidado como dos de sus lugares predilectos debido, por un lado, a la proximidad geográfica, y por otro, a la cultural.

Tanto es así que la población jordana ha pasado de apenas dos millones de habitantes en 1980 a los casi diez de la actualidad. De esos, se calcula que más de tres millones son refugiados principalmente sirios, aunque también hay palestinos e iraquíes. “Que Jordania haya acogido a tantos refugiados tiene dos consecuencias: la increíble solidaridad que ha demostrado con sus vecinos y que hayan visto mermados sus recursos por el elevadísimo aumento de la población”, argumentan desde la Asamblea de Cooperación por la Paz de Cantabria (ACPP).