La festividad de Reyes dejó en casa de Paloma Navas una carta de cese. La ya exdirectora de Salud Pública de Cantabria y máxima responsable de la gestión técnica de la pandemia por coronavirus en la comunidad autónoma puede que aún crea en las tradiciones navideñas, pero lo que es seguro es que desde hace meses no se hacía demasiadas ilusiones con la política como ha podido comprobar en carne propia esta semana cuando se decidió apartarla del cargo.
El avispero de la política cántabra ha vuelto a cobrarse una cabeza de turco en el cuerpo técnico y Paloma Navas (Cádiz, 1980) ha visto poner fin a su carrera como alto cargo del Gobierno de Cantabria de forma abrupta y sin la caritativa opción de dimitir por 'razones personales', tal vez porque, como ella misma declaró en una entrevista hace meses, “uno se hace mayor cuando tira la toalla”.
Licenciada en Medicina, docente y desde este miércoles exdirectora de Salud Pública en Cantabria por decisión del Consejo de Gobierno PRC-PSOE presidido por Miguel Ángel Revilla, Paloma Navas es gerontóloga y experta en Medicina Preventiva y Salud Pública. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), formación que completó con la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública en el Hospital Universitario de Guadalajara, en el Servicio de Salud de Castilla La Mancha; y con un doctorado en el Departamento de Política y Gestión Sanitaria de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins con el apoyo de una beca Fullbright.
Como gerontóloga ha investigado el impacto del entorno social y el barrio sobre la salud de la población y ha participado en el desarrollo de políticas y programas de medicina preventiva para la población de edad avanzada y en la incorporación de factores de riesgo sociales en la práctica clínica, según refleja su currículum profesional. Como docente, es colaboradora habitual en la Facultad de Medicina de la UAM y ha impartido docencia en la Escuela Nacional de Sanidad, en la Universidad Complutense de Madrid, la de Castilla-La Mancha y la Johns Hopkins, entre otras instituciones académicas.
Tomó posesión a primeros de septiembre de 2019 de la Dirección General de Salud Pública de Salud con todos los elogios del titular de la Consejería de Sanidad, Miguel Rodríguez (PSOE). Nada más tomar posesión abrió la Unidad de Vigilancia Epidemiológica del Hospital de Liencres, sin sospechar siquiera que la pandemia de coronavirus, seis meses después, desbordaría todas las previsiones. Fue precisamente el estallido de la pandemia lo que la catapultó a primera línea de lo público, ya que se convirtió en la cara visible de la lucha contra la COVID-19, algo que ya le costó el primer dardo envenenado al reprochársela entre bambalinas un gusto por convertirse en 'estrella mediática'.
Sin embargo, Navas no es una persona ajena a la política ni a las comparecencias públicas. De la política tiene un precedente antes de recalar en Cantabria: fue asesora de la exministra de Sanidad María Luisa Carcedo; de lo segundo, su actividad profesional como gerontóloga ya le había dado pie a internarse en ese campo y ha participado en charlas TED ante un salón de actos a rebosar de público. Como encargada de Salud Pública ha participado también en numerosas comparecencias informativas y actividades públicas de todo tipo, mostrándose siempre accesible y con criterio propio. Además, ha trabajado de editora en una revista internacional de servicios sanitarios y es consultora internacional.
Tener criterio propio le ha generado en estos diez meses múltiples problemas, sobre todo uno, la injerencia continua de los responsables políticos por rebajar las medidas de prevención sanitaria en aras a la sostenibilidad económica. Ella fue la creadora de los equipos de rastreadores para trazar la expansión de contagios y ha sido partidaria de las restricciones a la movilidad, del control férreo de la actividad de ocio, decisiones que no contaban con todo el respaldo de los políticos y que le generaron tensiones hasta el punto de comparecer públicamente al borde de las lágrimas.
Fue Navas la que salió rauda ante la 'fake new' de la Asociación de Hostelería de Cantabria, que en reiteradas ocasiones aseguró que sus establecimientos eran lugares seguros y fue la que, en comparecencia parlamentaria, advirtió de las consecuencias que para la salud mental de los cántabros tendrá la COVID.
Sin embargo, estos meses también han arrojado sombras sobre su gestión. Más allá del desaguisado de la campaña de vacunación contra la COVID-19, se le ha reprochado de todo: desde el derrumbe de la hostelería cántabra hasta los escasos test PCR del inicio de la crisis, pasando por la supuesta desatención sanitaria de los ancianos en residencias de mayores, el desabastecimiento de vacunas contra la gripe y la suspensión de las vacaciones escolares, una decisión que nunca tomó.
El cese de la máxima responsable técnica de la lucha contra la COVID se ha despachado con una referencia perdida en una nota institucional del Consejo de Gobierno este jueves y tras filtrar previamente a la prensa su destitución.