El Día de la Marmota es una tradición muy asentada en algunas zonas de Estados Unidos y Canadá. Cada 2 de febrero, en esa jornada festiva que se repite desde hace más de un siglo, estos animales se convierten en el foco de atención: su decisión de salir de la madriguera o no, de continuar hibernando o recuperar su actividad, sirve como predicción sobre el final del invierno. Con un par de meses de retraso sobre el calendario habitual, los cántabros viven su particular Groundhog Day a cuenta de la convocatoria electoral del 28 de abril.
Y es que esta excéntrica costumbre norteamericana saltó al imaginario de todos los españoles a través del cine de Hollywood. Bill Murray interpretó en 1993 la película 'Atrapado en el tiempo', una comedia que parodiaba ese rito, con un protagonista que se veía envuelto en un bucle infinito en el que revivía una y otra vez la misma jornada. La cinta no pasará a la historia por sus Oscar, pero sí consiguió acuñar una expresión popular: desde entonces, el Día de la Marmota señala esas situaciones irritantes que se repiten cíclicamente sin que podamos evitarlo.
Las similitudes con las campañas electorales, por tanto, son fáciles de encontrar. Y más aún con el momento político actual, con comicios nacionales, autonómicos, municipales y europeos en el horizonte, con apenas un mes de diferencia, en el que los partidos se afanan en recuperar compromisos incumplidos y proyectos inacabados durante la legislatura para buscar el apoyo de los cántabros en las urnas, con grandes clásicos que se repiten cada cuatro años.
En esta lista aparecen desde infraestructuras millonarias, como la conexión ferroviaria a través de la alta velocidad tanto por la Meseta como por Bilbao o la carretera del Desfiladero de la Hermida, a grandes inversiones, como las ayudas para reindustrializar la comarca del Besaya o la recuperación de la finca de La Remonta en Santander, por no hablar de las deudas del Estado como consecuencia de las obras de ampliación del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
Siempre el tren
De todos los mantras que repiten en campaña los partidos políticos en Cantabria, el gran protagonista durante las últimas dos décadas siempre ha sido el tren. No hay ni un kilómetro de AVE en la comunidad autónoma, pero la reivindicación de una conexión ferroviaria de alta velocidad ha estado en todos los programas, tanto de los grandes partidos nacionales que han pasado por La Moncloa en estos años -PSOE y PP- como de una formación regionalista -PRC- que ha estado en el Gobierno autonómico durante 20 de los últimos 24 años.
Incluso en esta campaña, en la que el PRC intenta de nuevo su salto a Madrid presentando candidaturas al Congreso y al Senado, el partido de Miguel Ángel Revilla ha hecho del ferrocarril su bandera electoral. Su cabeza de lista, José María Mazón, ha sido consejero de Obras Públicas durante tres legislaturas e insiste en cada mitin en la importancia de una línea de alta velocidad que conecte Santander y Bilbao en 40 minutos, sin olvidar la llegada a Reinosa de la conexión con la Meseta de “forma inminente”.
Con este objetivo, Mazón intentó involucrar sin éxito al resto de partidos en la firma de un acuerdo para compartir una estrategia común en Madrid. El primer compromiso exigía que las obras de la conexión ferroviaria de alta velocidad de Cantabria con Madrid por Palencia estén finalizadas en los tiempos previstos por el Ministerio de Fomento, fijados como máximo para el año 2024. En segundo lugar, reclamaba que la tramitación del proyecto completo de conexión ferroviaria de mercancías y pasajeros de Santander con Bilbao se ponga en marcha durante el año 2020 y, finalmente, que se priorice la inversión para la reparación, mejora y modernización de la red de cercanías en las cantidades comprometidas en el Plan de Cercanías para Cantabria, dependiente del Ministerio de Fomento.
Deudas pendientes con Valdecilla
Cuando en el primer día oficial de campaña visitó Santander el líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno de España, Pablo Casado, no vino con grandes novedades debajo del brazo. Su discurso lo podría haber firmado cualquiera de sus antecesores, Mariano Rajoy o José María Aznar, porque recuperó en la capital dos promesas que los votantes cántabros han escuchado reiteradamente.
A la llegada del AVE sumó un compromiso repetido hasta la saciedad por los distintos gobiernos centrales: si llega a La Moncloa tras las elecciones del 28 de abril, dijo, el Estado “saldará toda la deuda pendiente” de las obras del Hospital de Valdecilla. “Más que un brindis al sol es una broma de mal gusto, si no fuera tan serio el asunto”, contestó de forma casi inmediata la ministra de Sanidad, la socialista Luisa Carcedo.
“Obras son amores. No hay más que hablar. Se está haciendo. No es una promesa. El compromiso es claro”, recalcó la responsable de Sanidad al ser preguntada si, en caso de seguir Pedro Sánchez en La Moncloa tras las elecciones del 28A, la financiación de las obras de Valdecilla por el Estado estaba garantizada. Además, Carcedo insistió en que el compromiso del Gobierno del PSOE con Valdecilla no se circunscribe únicamente a la financiación, sino también al “papel que juega” el hospital cántabro en el Sistema Nacional de Salud.
La Remonta, un proyecto sin fin
La finca de La Remonta, ubicada en el extrarradio de Santander y propiedad del Ministerio de Defensa cuando saltó a los titulares, lleva siendo objeto de deseo de los partidos políticos desde hace al menos una década. Fue el Ejecutivo socialista presidido por José Luis Rodríguez Zapatero el que aprobó en 2008 la cesión de este espacio, que iba a acoger un gran parque urbano de 15 hectáreas, un área de equipamientos en torno a los edificios militares, una zona residencial con 1.300 viviendas de protección oficial y una torre bioclimática como “edificio emblemático”.
De momento, todas esas infraestructuras están muy lejos de ser una realidad. Más bien parecen una quimera. Un paseo por la zona rebaja las expectativas casi al máximo, igual que ha ocurrido con la última propuesta del PRC durante esta campaña: Mazón se ha comprometido a reivindicar ante el Ministerio de Defensa la “cesión íntegra y gratuita” de la finca de La Remonta al Ayuntamiento de Santander y al Gobierno de Cantabria para la creación de “un gran corredor verde y un parque infantil”.
Inversiones y ayudas millonarias
A la reordenación del frente marítimo o la integración ferroviaria de Santander, por ejemplo, que suman decenas de propuestas en todas las convocatorias electorales y millones de euros de inversión que no han acabado de llegar nunca, hay que incorporar en la lista de tareas pendientes por parte de los partidos políticos la finalización de las obras en la carretera del Desfiladero de La Hermida o la Variante de Potes, que han sido también objeto de disputa en las últimas semanas.
El cabeza de lista del PP de Cantabria al Congreso de los Diputados, Diego Movellán, garantizó en plena campaña y desde Liébana que, si tras las elecciones del 28 de abril gobierna Pablo Casado en España, impulsará la finalización de “obras vitales” en la comarca, como la del Desfiladero o la Variante de Potes, que en conjunto tendrían un coste cercano a los 60 millones de euros.
Por su parte, la candidatura de Unidas Podemos, que integra a Podemos, Izquierda Unida y Equo y está encabezada por Luis del Piñal- ha considerado que los partidos de Cantabria deberían de vincular su voto en la investidura del futuro presidente de España y en los Presupuestos Generales del Estado a que, entre otros aspectos, el Gobierno que salga de las urnas “garantice el desarrollo del Plan de Reindustrialización de las comarcas del Besaya y Campoo con una dotación de 250 millones de euros”, una propuesta que llevó esta legislatura al Congreso sin conseguir resultados.