Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Caballo de Troya sí, Caballo de Trolla no
En los diez años que duró su sitio, los aliados no fueron capaces de superar los muros de la ciudad de Troya. Por mucho que lo intentaron y por multitud de batallas que libraron, aquellas paredes construidas entre Poseidón y Apolo resistieron sin problemas las diferentes embestidas de los ejércitos comandados por Agamenón.
- ¡Hemos ganado, me he salido con la mía!- gritó (seguramente) Paris cuando vio que sus enemigos habían huido y que le habían dejado un gigantesco caballo de madera como presente.
Después de introducirlo en la ciudad, los habitantes de Troya dedicaron el día y la noche a celebrar la “victoria” como se merecía. Para su desdicha, de madrugada, un grupo de hombres que estaba escondido en el interior de aquel cuadrúpedo de palo salió, mató a unos cuantos guardias, abrió una de las puertas de la ciudad y consiguió que Troya sucumbiese ante el enemigo.
Arzobispo de Valencia
Para el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ésta es la estrategia que están siguiendo los refugiados sirios que llegan a Europa. Según sus declaraciones del miércoles (el viernes se matizó a sí mismo), estos hombres, mujeres y niños forman parte de un “caballo de Troya” de cientos de miles de personas que, con la excusa de una persecución, se están adhiriendo a las venas de nuestras ciudades para darle un golpe definitivo a nuestra cultura.
“En esta invasión de inmigrantes y de refugiados, ¿es todo trigo limpio?” y “¿cómo quedará Europa dentro de unos años con lo que viene ahora? No se puede jugar con la historia ni con la identidad de los pueblos”, se preguntaba (el miércoles) retóricamente el cardenal.
Cualquiera diría que el señor Cañizares parece más preocupado por las futuras estadísticas (de cuántos seremos cristianos, musulmanes, ateos o maradonianos) que por el sufrimiento de uno buen número de seres humanos. Bueno, por lo menos hasta el viernes cuando se vio obligado a responderse a sí mismo: “Saben (los inmigrantes) que no es esa mi posición y que siempre han tenido y tendrán en mí a un hermano que los acoge y defiende, que comparte su tragedia”.
Descartaremos, mientras los profesionales de la psiquiatría no digan lo contrario, un caso de personalidad múltiple. Para el arzobispo, el lío producido es debido a la mala interpretación de sus palabras y no a que, por ejemplo, estuviera a gusto en un recinto pequeño, aislado del mundo real y se hubiera dejado llevar por uno de los argumentos más rancios y anticristianos de la más rancia derecha europea. He dejado claro lo de rancio y anticristiano, ¿verdad?
En fin, que rectificar es de sabios, sobretodo, cuando tu propio jefe ha pedido abiertamente que las diócesis ayuden a los refugiados porque la “Misericordia es el segundo nombre del Amor” o cuando el Nuevo Testamento está plagado de tantas frases sobre la solidaridad con los que sufren que bien podían haber sido escritas por Marx (me refiero a Karl, no a Groucho).
En esta situación, creo que abusaría en mi argumentación si me dedicase a citar las Sagradas Escrituras; no lo voy a hacer. Y no lo haré por cuestiones de espacio, porque el cardenal más o menos ha rectificado (o le han obligado a rectificar) y porque no es mi labor hacer palillos de dientes con el árbol caído.
Caballo de Troya
Sin embargo, gracias a las afirmaciones del arzobispo de Valencia (las del miércoles), en mis entrañas se ha instalado un laxante de dudas. Sin poder ni querer remediarlo, empiezo a pensar que aguarda paciente su oportunidad otro Caballo de Troya; uno que nos observa desde en las sombras sociales.
Parece como si ciertas corrientes de la derecha europea estuvieran esperando el momento preciso para poder decir lo que realmente piensan sobre los refugiados. Hasta el momento, han permanecido más o menos calladas porque la foto de un niño muerto en una playa ha producido una inesperada ola de solidaridad continental. Contra eso no pueden luchar pero, poco a poco, soltando la correa de ciertas frases rabiosas están intentando erosionar las buenas intenciones de los ciudadanos de la UE.
- “¡No son trigo limpio!”, como si conociesen a cada una de las personas que están llegando. Cuidado, esto no significa que no debamos investigar los historiales delictivos y controlar a todos los que vengan. Desgraciadamente, la seguridad es importante en nuestros días.
- “¡Van a vivir del Estado y les van a dar trabajos!”, como si fueran compatibles ambas cosas y como si hubiera trabajo disponible.
- “¡Van a contaminar nuestras raíces!”, como si a estas alturas de la civilización pudiera ser válida la excusa de las raíces históricas, culturales, raciales o religiosas para no ayudar a los demás. ¡Con lo que sabemos los europeos de todas estas historias!
Como conclusión, me gustaría decir (y digo) que tenemos que ser cautos y humanos a la vez, pensar más con el corazón, no argumentar gilipolleces y pedirles a los representantes políticos que hagan Política y a los religiosos que hagan Religión y, ya de paso, que sigan los preceptos de sus creencias: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO”.
En los diez años que duró su sitio, los aliados no fueron capaces de superar los muros de la ciudad de Troya. Por mucho que lo intentaron y por multitud de batallas que libraron, aquellas paredes construidas entre Poseidón y Apolo resistieron sin problemas las diferentes embestidas de los ejércitos comandados por Agamenón.
- ¡Hemos ganado, me he salido con la mía!- gritó (seguramente) Paris cuando vio que sus enemigos habían huido y que le habían dejado un gigantesco caballo de madera como presente.