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La chaqueta regionalista

Ya sé que los os voy a decir no es nada nuevo: tenemos un presidente de Cantabria molón. Sí, molón. No hay persona de a pie en este país que no conozca a este cántabro universal. De hecho, calculo que es más fácil verle por los platos de las televisiones patrias que en el despacho del Gobierno. Cada vez que salgo fuera de Cantabria o que alguien de otras comunidades viene de visita, la pregunta es obligada: “Con Revilla bien, ¿no? Con lo majo, lo campechano y las verdades que dice en la tele…ya me gustaría a mí que fuera presidente de mi comunidad”. Y la respuesta suele ser la misma: “Os lo envolvemos en papel de regalo y lo enviamos para allá rapidito”.

A mí, personalmente, me gustaría que entre programa y programa, entre firma y firma de autógrafos, se centrara un poquito en gobernar la tierra de la que presume. Esta semana hemos conocido el dato del paro del mes de septiembre y podemos jactarnos de ser los primeros en algo. Tristemente lideramos la subida del desempleo en España con un 6,77% más que en agosto, un 6% superior a la media nacional. Nada, precioso todo. Y nuestro dicharachero presidente, como si de un mal sin remedio se tratase, nos cuenta que es “lo esperado” al acabar el turismo de verano.

Estaría bien que alguien le recordase que es él quien gestiona esta comunidad autónoma junto con el PSOE, no sea que se le haya olvidado, y no precisamente durante los últimos dos meses. Que tengamos un territorio económicamente dependiente del turismo estacional no es una plaga bíblica caída del cielo. Es un modelo fomentado y auspiciado desde el Ejecutivo cántabro. Está muy bien decir que hay que 'hacer hincapié' en una economía basada en el desarrollo industrial pero con palabras no damos trabajo a todos las personas que se quedan en paro, esperando un contrato cuando el buen tiempo traiga el turismo a nuestras costas.

Ese ciclo de creación y destrucción de empleo, totalmente precarizado, deja un septiembre negro para muchas trabajadoras y trabajadores de esta comunidad. Pero no se preocupen en exceso, que según Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC), además tenemos que traer unos 400 profesionales de la hostelería de allende los mares, porque parece que los de aquí no se dejan explotar convenientemente. Desde luego, hay que ver con esta gente que les gusta cobrar las horas extras que trabajan, además de un sueldo que se ajuste al convenio y tener tiempo para dormir.

Y ahora toca repetir las generales y ya tenemos a Revilla haciendo trilerismo con su gestión en la investidura-fake. En tiempos en que los relatos son lo que importan, el seguidismo del diputado José María Mazón, único en rendir pleitesía a un Sánchez que ha elegido cabalgar la incertidumbre de unos nuevos comicios antes que formar un gobierno de coalición progresista, se nos vende como un movimiento brillante. Y se nos promete que con los votos que vayan al revillismo pasará lo mismo: serán oportunamente ofrecidos a cualquiera que nos prometa solucionar nuestros problemas como comunidad autónoma, dando igual si ese futuro gobierno se acaba conformando con un trifachito. Pragmatismo en vena.

El partido de Revilla, porque es una incógnita que sucederá con un sujeto político tan centrado en una figura hipermediatizada cuando decida retirarse definitivamente, ha comprado un armario lleno de chaquetas de diferentes colores para elegir según queden los resultados el 10N. Y rendirá pleitesía religiosa a quien prometa un AVE para Cantabria, independientemente si ese alguien trae debajo del brazo más recortes de derechos sociales. Lo que no se le puede negar es la sinceridad: venderá sus votos al mejor postor. Creo que anda ya probándose delante del espejo del camerino de Telecinco si le sienta mejor el traje azul o el rojo. Al fin y al cabo lo del empleo en Cantabria ya se solucionará, ¿no?

Ya sé que los os voy a decir no es nada nuevo: tenemos un presidente de Cantabria molón. Sí, molón. No hay persona de a pie en este país que no conozca a este cántabro universal. De hecho, calculo que es más fácil verle por los platos de las televisiones patrias que en el despacho del Gobierno. Cada vez que salgo fuera de Cantabria o que alguien de otras comunidades viene de visita, la pregunta es obligada: “Con Revilla bien, ¿no? Con lo majo, lo campechano y las verdades que dice en la tele…ya me gustaría a mí que fuera presidente de mi comunidad”. Y la respuesta suele ser la misma: “Os lo envolvemos en papel de regalo y lo enviamos para allá rapidito”.

A mí, personalmente, me gustaría que entre programa y programa, entre firma y firma de autógrafos, se centrara un poquito en gobernar la tierra de la que presume. Esta semana hemos conocido el dato del paro del mes de septiembre y podemos jactarnos de ser los primeros en algo. Tristemente lideramos la subida del desempleo en España con un 6,77% más que en agosto, un 6% superior a la media nacional. Nada, precioso todo. Y nuestro dicharachero presidente, como si de un mal sin remedio se tratase, nos cuenta que es “lo esperado” al acabar el turismo de verano.