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Compromesso storico

La llegada de la UIMP a nuestra vida cotidiana, a esa doble página con cintillo en El Diario Montañés, a Víctor Gijón soñando con sentarse con Vargas Llosa a tomar una cerveza en Caballerizas, se adelanta tanto en año de elecciones que es probable que estemos en 1990 y que Ángel Agudo aparezca entre los cursos previstos ofreciendo un seminario sobre la influencia de Gramsci en la compra-venta de clubes de fútbol.

Este martes Ignacio Diego presentó el nuevo programa de la universidad veraniega con la facilidad y el gracejo con el que buscaba un inversor mexicano para el Racing, para la isla de Pedrosa o para el Restaurante Peña Prieta de la calle Vargas, en paz descanse su asadurilla. El presidente, que si todo va bien, ojalá, competirá en las elecciones con Alfonso Pérez Burrull, Andreotti de los referís, básicamente focalizó su discurso en un concepto: “internacionalización”, quizá buscando a Berlinger entre los presentes -nunca se sabe con los intelectuales de centro- o a los regionalistas de Vaya Semanita que piden la anexión de Castro Urdiales a Vizcaya igual que Revilla defiende a los preferentistas.

“Reforzar su carácter internacional”, dijo, “porque siéndolo ella lo será también Cantabria”. Es cierto, la UIMP es tan cosmopolita como elitista y tan poco cántabra como la Feria de Abril de Sarón, reducto de Gastón de la Puebla; suecos y suecas, japoneses y japonesas, palentinos y palentinas, gente de Peñacastillo, Somo y hasta de Ontaneda; y siempre Celia Villalobos y Valentín Fuster.

También hay alguna sorpresa literaria, como el delicioso Márkaris, que me cuentan preguntó por la receta de las rabas hasta en tres ocasiones (¿les pondrá limón el presidente?) y fiestas en las que no pilla ni dios. No contestó Diego si la internacionalización llegará a través del Severiano Ballesteros, del Escudo o si lo dijo porque es trotskista en la intimidad, como Díaz Tezanos. Una región “embarcada en importantes proyectos de cultura, arte y educación”, continuó el presidente sin, sorpresa, enfadarse demasiado, refiriéndose a todo lo logrado por De la Serna, también presente en el acto.

Uno de esos proyectos es precisamente la apertura de Altamira que niegan la Complutense y el CSIC con “irrespetuosas” cartas a la Unesco y en las que acusan la medida como electoralista. La cueva tendrá presencia en la Menéndez Pelayo a través del eufemismo de la “conservación preventiva”. Está claro que Cantabria necesita un árbitro, el PRC una ideología y Podemos… Bueno, Podemos necesita a nuestro querido portero del Indian, al que quizá hagamos un spin-off.

La llegada de la UIMP a nuestra vida cotidiana, a esa doble página con cintillo en El Diario Montañés, a Víctor Gijón soñando con sentarse con Vargas Llosa a tomar una cerveza en Caballerizas, se adelanta tanto en año de elecciones que es probable que estemos en 1990 y que Ángel Agudo aparezca entre los cursos previstos ofreciendo un seminario sobre la influencia de Gramsci en la compra-venta de clubes de fútbol.

Este martes Ignacio Diego presentó el nuevo programa de la universidad veraniega con la facilidad y el gracejo con el que buscaba un inversor mexicano para el Racing, para la isla de Pedrosa o para el Restaurante Peña Prieta de la calle Vargas, en paz descanse su asadurilla. El presidente, que si todo va bien, ojalá, competirá en las elecciones con Alfonso Pérez Burrull, Andreotti de los referís, básicamente focalizó su discurso en un concepto: “internacionalización”, quizá buscando a Berlinger entre los presentes -nunca se sabe con los intelectuales de centro- o a los regionalistas de Vaya Semanita que piden la anexión de Castro Urdiales a Vizcaya igual que Revilla defiende a los preferentistas.