Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Izquierda radical awakens
A Ciudadanos le ha sucedido en Santander lo que a Luke Skywalker en el póster oficial de la séptima entrega de Star Wars: se ha quedado fuera. En el caso del partido naranja, de los círculos de poder donde se toman las decisiones más trascendentales de la capital cántabra; esto es, expulsar a gente de los hogares que han ocupado durante toda una vida en favor de una empresa constructora con peor fama que Dani Güiza, construir hoteles Hilton, subir el IBI e investigar qué se llevaron de Presmanes. La culpa de todo la tiene una izquierda radical delineada en Bonifaz en la que, suponemos, Pedro Casares es una suerte de Darth Vader socialdemócrata, tan cerca del lado oscuro de la fuerza como de La Habana o La Repanocha. Cuentan que una mañana llegó Casares al pleno santanderino vestido con una Slam y unos zapatos Tod’s (muy Black Block todo, como ven) y César Díaz, acojonado ante la llegada de los rojos, sacó una espada jedi del armario del alguacil.
-I’m your father, le dijo el socialista.
Y Díaz, atisbando el advenimiento del estalinismo más salvaje, le puso un despacho a los dos concejales de Ciudadanos en aras de la democracia y en nombre del Imperio, del Senado y de Palpatine, ese Richard Gere nacido en Bilbao que aspira o a ser ministro o a terminar el Centro Botín sin pasta pública. No se puede todo, señor alcalde. O a setas, o a Rolex o a Génova.
Casares, una tercera vía tonyblairiana con extremidades y jersey de cuello en pico, comparte oposición en el Ayuntamiento de Santander con Ganemos e Izquierda Unida, este último el único partido de ideología definida en todo el espectro capitalino, con Miguel Saro haciendo lo que Antoine Griezmann en el Atleti: crear magia en solitario. Normal que en Ciudadanos, un ejemplo de servilismo político nunca visto desde que Revilla se sentara en las rodillas de Zapatero, se sientan marginados frente a los radicales, partidos terroríficos con capacidad militar para fabricar cabezas nucleares, además de apóstoles de la nacionalización de la banca, de las eléctricas y del Racing. Quizá por eso Casares, a quien nunca nadie le había definido como rojo en público, decidió lanzar una ofensiva trotskista naíf que él mismo resume en “un Santander de sueños compartidos”. Es como Amélie Poulain en versión soviética; sin él “las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer”.
A Ciudadanos le ha sucedido en Santander lo que a Luke Skywalker en el póster oficial de la séptima entrega de Star Wars: se ha quedado fuera. En el caso del partido naranja, de los círculos de poder donde se toman las decisiones más trascendentales de la capital cántabra; esto es, expulsar a gente de los hogares que han ocupado durante toda una vida en favor de una empresa constructora con peor fama que Dani Güiza, construir hoteles Hilton, subir el IBI e investigar qué se llevaron de Presmanes. La culpa de todo la tiene una izquierda radical delineada en Bonifaz en la que, suponemos, Pedro Casares es una suerte de Darth Vader socialdemócrata, tan cerca del lado oscuro de la fuerza como de La Habana o La Repanocha. Cuentan que una mañana llegó Casares al pleno santanderino vestido con una Slam y unos zapatos Tod’s (muy Black Block todo, como ven) y César Díaz, acojonado ante la llegada de los rojos, sacó una espada jedi del armario del alguacil.
-I’m your father, le dijo el socialista.