Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La música que suena en Cantabria
Gira el vinilo. Está sonando el 'Stella by starlight' de Miles Davis y Bill Evans, y sin darme cuenta voy moviendo el pie al ritmo del piano.
Me pregunto si el jazz es el ritmo que debiera mantener la educación ambiental en Cantabria: rigor, notas sólidas, contras, subidas y bajadas, cambios en la partitura, disrupción…
También me digo que es importante no perder de vista de dónde venimos. El patrimonio musical de nuestro medio rural, el de los pericotes y las jotas, el de las tonadas montañesas. Es la memoria de nuestros pueblos cuyas gentes son parte indispensable en la educación ambiental. Ellos son los que nos ayudan a mantener el necesario equilibrio con nuestra tierra. Es, de hecho, en este ámbito donde más visible se hace la unión de natura y cultura, entre paisaje y paisanaje.
Ahora vamos con el indie. Y es que la educación ambiental en Cantabria necesita también un poco salirse de los canales establecidos. Aunque toque en grandes festivales o se presente en grandes eventos, necesita una cierta independencia para seguir con ese aire novedoso, con esas ganas de llamar la atención. Cada vez son más necesarias las apuestas de asociaciones y colectivos civiles al margen de la Administración.
En el último encuentro #EA26 presencial se dieron cita educadoras y educadores ambientales de toda España. ¡Aquello sí que fue underground! (y no era Seattle, era Madrid!) Allí acabamos también unos cuantos montañeses teniendo claro que la educación ambiental necesitaba mucho más rock & roll. Somos una comunidad pequeñita y para bien o para mal eso nos tiene que servir para buscar un cambio en las políticas e inercias que llevan instauradas las últimas décadas en Cantabria.
El espacio para nuestra música en los medios de comunicación es todavía escaso y, además, desde hace tiempo tenemos varias amenazas que se disfrazan de educación ambiental en Cantabria cuando lo que hacen es greenwashing. Son como los triunfitos de OT: productos de marketing. Ahí tenemos los ejemplos de unas conocidas marcas de refrescos de cola o una empresa de gestión de residuos, entrando como elefante en cacharrería, sin unos objetivos que se mantengan ajenos a la productividad, mientras lo que debieran hacer es mirarse al ombligo y empezar por creerse eso de la sostenibilidad y la educación ambiental en sus propias empresas. No lo van a hacer. Es imposible hacer educación ambiental desde una esfera capitalista.
Otra amenaza está en la forma de hacer educación ambiental en Cantabria. Un sector amenazado, parcialmente desmantelado y cuyas trabajadoras negocian en la precariedad. Estas condiciones han derivado en muchas ocasiones en acciones que no se pueden llegar a considerar ni educación ambiental. Simplemente son actuaciones de comunicación o difusión de aspectos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad, hábitos de vida sostenibles, etc. Pero no buscan una transformación a partir de la reflexión y posterior acción. Vamos, son lo que el reggaeton a la música… y créanme, aunque estemos en Cantabria, aquí se escucha mucho (demasiado) reggaeton.
Somos muchas y muchos los que cogemos el testigo de grandes profesionales que se han quedado por el camino. Vivimos en la tierra de Bloque, J.M. Illera o Los Deltonos… pero ahí vienen Repion, Templeton o Los Estanques. ¡La música no va a parar de sonar!
Ojalá no acabemos como los músicos del Titanic.
Gira el vinilo. Está sonando el 'Stella by starlight' de Miles Davis y Bill Evans, y sin darme cuenta voy moviendo el pie al ritmo del piano.
Me pregunto si el jazz es el ritmo que debiera mantener la educación ambiental en Cantabria: rigor, notas sólidas, contras, subidas y bajadas, cambios en la partitura, disrupción…