Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
El plastiK.O. del planeta
Empezamos un año nuevo, cerramos proyectos y tenemos siempre nuevos propósitos. Estas fiestas navideñas nos sumen a veces en un clima de buenrollismo que solo se ve salpicado en ocasiones por algunos bretes personales o tragedias como la que hemos vivido estas últimas semanas en el norte de la Península con los incendios.
No me considero experto en nada y lo poco que sé es gracias a las experiencias, estudios y el aprendizaje diario a costa de escuchar a los que saben más que yo. En uno de esos encuentros con personas que da gusto escuchar, oí que “vivimos en tiempos de todólogos” ¡y que razón tenía! En estos tiempos de redes sociales, medios de comunicación y demás megáfonos públicos, abundan las personas que sin tener datos, conocimientos o simplemente a través de su opinión, pretenden sentar cátedra, saber de todo o, incluso, dar lecciones que cómo son o no las cosas y de cómo deberíamos comportarnos respecto a ellas.
Por eso, aunque podría escribir una opinión de lo que para mí es una situación en la que confluyen diferentes factores, pero que no es nueva, creo que ya se han escrito artículos suficientemente válidos, con datos y evidencias, que dejan bien a las claras que este es un asunto que necesita Ley, sí... pero no únicamente Ley convertida en castigos y sanciones, sino Ley convertida en política, en mayúsculas, en la que es indispensable también mucho diálogo, información, comunicación y, por qué no, educación a fin de cuentas.
De lo que voy a hablar va a colación del famoso buenrollismo y la educación. Tiene que ver con un viaje reciente que me llevó durante un mes por el sudeste asiático. Podría ponerme ahora en plan blogger, traveller o grijander, hablando de playas solitarias de aguas cristalinas, selvas recónditas, poblados indígenas a los que envidias por su grado de felicidad con tan poco, pero no... cuando uno viaja, va con dos mochilas: la de los calzoncillos y la personal.
Son 10.000 casi los kilómetros que separan Laos y Camboya -que por cierto, están en el quinto pino- de Zaire, país actualmente conocido como la República Democrática (sí, democrática) del Congo. En este país, hace poco más de 40 años, se libraba la mejor batalla pugilística para muchos seguidores y especialistas del boxeo: Muhammad Alí contra George Foreman. Dos formas distintas de pelear. Dos formas distintas de expresarse. Dos formas distintas de ser.
Pues bien, en la actualidad el mejor no, pero el mayor combate se está librando entre el ser humano y el planeta. Dos formas distintas de actuar. Dos formas distintas de comportarse. Dos formas distintas de evolucionar. El ser humano sería un poco como Big George y el planeta podría presentarse como el púgil que le declaró la guerra a la propia Guerra. En Kinshasa, frente a más de 100.000 personas George Foreman fue castigando a Alí, pero a medida que pasaban los asaltos, los recursos del tejano iban agotándose, perdiendo energía, mientras el bailarín de las dieciséis cuerdas encajaba y aguantaba los envites del boxeador que un año antes había sometido a un duro correctivo al gran Joe Frazier. Así llegaron al octavo asalto, momento en el que el boxeador anteriormente conocido como Cassius Clay cargó fuerzas y enlazó una serie de golpes que llevaron a la lona a su adversario.
La última serie de cinco golpes bien podría ser la última serie que podría devolvernos también el planeta después del castigo al que la estamos sometiendo durante tantos rounds: sobrepoblación, acceso y estado de los recursos hídricos, cambio climático, deforestación, contaminación...
Y en esto último es donde me quiero detener: en la contaminación. Especialmente en la procedente del consumo siempre excesivo de plásticos.
Si algo quiero dejar claro a veces a pequeños y mayores cuando se habla de las famosas 3 R’s (reciclar, reducir y reutilizar), es que la más importante es la cuarta R, la de reflexionar. Reflexionar acerca de nuestros hábitos de consumo y más en estas fechas.
La cuestión es que esa famosa “mochila” que señalaba líneas arriba me hacía tirarme de los pelos (no se preocupen, no es literal) en muchas ocasiones al ver como los lugareños lanzaban tuppers por las ventanillas de los buses al acabar de comer, arrojaban bolsas de plástico por la borda en los barcos, dejaban caer al suelo vasos y botes de plástico cuando acababan de beber hasta su última gota, tiraban envoltorios de plástico al lado de sus puestos de comida... era una locura y realmente es duro ver que, tras un primer intento en voz alta (Manolete, Manolete, si no sabes torear, pa’ que te metes...) de preguntarles que por qué lo hacían o si estaban locos, piensas que estás a miles de kilómetros de tu casa, de tu cultura, de tu forma de pensar y a escasos metros de montañas o ríos de plástico.
Vamos, que la posible solución pasa en algunos territorios por cambios en lo local y de ello a lo global, en cambios en nuestras formas de consumo. Pero en otros sitios deben ir acompañados de políticas y cambios fomentados desde más altas instancias o, sinceramente, ¡qué sé yo! La verdad es que es una imagen aterradora en algunos lugares. No es que se viva en la mierda, se vive en la mierda de plástico.
Carreteras y caminos de ciudades o grandes urbes con una cantidad elevada de población son acompañadas de carriles repletos de plásticos. Pero es que incluso yendo a islas casi desiertas, en el mar de la China Meridional, la imagen era igual, si no más chocante aún: podías despertarte en la playa y en algunas zonas se amontonaban kilos de plástico traídos por las corrientes del Pacífico.
Pero es que el problema no es visual, va más allá, afecta a todo el planeta y con ello a la salud de todos los que le habitamos, desde los seres humanos a otros seres vivos que estudios de organizaciones como SEO/Birdlife ya han evidenciado en especies significativas de aves, como el alcatraz atlántico.
Aquí en Cantabria, un simple paseo horas después de un mercado semanal en cualquier ciudad o un paseo por la costa, como el que se puede realizar examinándola año tras año con el programa de voluntariado de Centinelas, le hace a uno pillarse un mal rato viendo la cantidad de plástico que traen vientos y mareas, sí... pero que quién lo tira es el ser humano: pescador, ganadero, escolar... simplemente ser humano.
Son millones los animales que día tras día mueren o son contaminados al ser atrapados o ingerir plásticos, cuerdas, tapones de plástico, etcétera. Mientras seguimos haciendo tambalearse el equilibrio del planeta, esto se acerca al último round. Ya no podemos esquivar más uppers, el siguiente será un directo que nos llevará al final por la vía del cloroformo.
Es difícil encarar un problema como el del plástico y creo sinceramente que el reciclaje no es la solución. Esta pasa por cambiar hábitos de producción y consumo. Lo que decíamos de la famosa cuarta “R” o el usar el sentido común: ir a hacer la compra y utilizar una bolsa de tela o reutilizable, no comprar seis manzanas cada una con su envoltorio, su bandejita y su plástico, utilizar embalajes o envases con productos realmente reciclables o reutilizables, rechazar productos plásticos de usar y tirar, hacer que no solo los consumidores, sino también los fabricantes sean responsables pagando los residuos que puedan generar. Estos son solo algunas de las cosas que podrían cambiar un poco el panorama, pero ya digo que visto lo visto, uno no puede dejar de ser pesimista (y os está escribiendo un optimista por naturaleza).
El planeta es bello, como lo era el flotar sobre el ring de Alí mientras soltaba su característico jab. Pero cuidado, porque esos bonitos pasos de bailarín podían venir y acabar el combate antes de que lo esperases con el KO del oponente. Igual es el momento de tirar la toalla y darnos una nueva oportunidad...
¿No son ya muchos rounds a los que hemos sometido al planeta? Esto acabará en KO o tirando la toalla. Pero si seguimos soltando golpes, siempre tenemos las de perder.
Empezamos un año nuevo, cerramos proyectos y tenemos siempre nuevos propósitos. Estas fiestas navideñas nos sumen a veces en un clima de buenrollismo que solo se ve salpicado en ocasiones por algunos bretes personales o tragedias como la que hemos vivido estas últimas semanas en el norte de la Península con los incendios.
No me considero experto en nada y lo poco que sé es gracias a las experiencias, estudios y el aprendizaje diario a costa de escuchar a los que saben más que yo. En uno de esos encuentros con personas que da gusto escuchar, oí que “vivimos en tiempos de todólogos” ¡y que razón tenía! En estos tiempos de redes sociales, medios de comunicación y demás megáfonos públicos, abundan las personas que sin tener datos, conocimientos o simplemente a través de su opinión, pretenden sentar cátedra, saber de todo o, incluso, dar lecciones que cómo son o no las cosas y de cómo deberíamos comportarnos respecto a ellas.