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Lo urgente
Cambiar Cantabria en 100 días, como prometió el Gobierno de Ignacio Diego, son palabras mayores. El bipartito PRC - PSOE no ha caído en el error pero, a falta de infografías -que de eso ya reparte el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna- al actual Ejecutivo le está costando pasar del dicho al hecho y le ha cogido el gusto a eso de rizar el rizo.
Lo que antes era urgente ahora necesita de un análisis profundo. ¿Cómo se mide el espacio temporal de lo urgente? ¿Qué entendía, en febrero de 2015, la oposición socialista por urgente? Será que los 10 millones que la actual vicepresidenta y consejera de Política Social propuso invertir al Gobierno de Cantabria, a tres meses de las elecciones autonómicas, para poner en marcha un plan de emergencia, era una cifra dada al tuntún.
Ocho meses después, regionalistas y socialistas siguen profundizando en el diagnóstico y convocando a los medios de comunicación para dejar constancia de una reunión previa a otra reunión; de una reunión previa a la constitución de una mesa de diálogo; de la creación de un grupo de trabajo interdepartamental; de la redacción de un programa transversal; de estudios técnicos, sondeos, mesas sectoriales, comités de seguimiento y un largo etcétera de encuentros en los que analizar que, en Cantabria, como hace ocho meses cuando reclamaban 10 millones, hay 160.000 personas que viven en riesgo de pobreza o exclusión social, que de ellas 120.000 se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, que las privaciones materiales severas afectan a 23.000 vecinos de la comunidad y que cerca de 20.000 hogares no pueden permitirse mantener su vivienda con temperatura adecuada, lo que se conoce como pobreza energética.
Una comunidad que no llega a los 600.000 habitantes y que tiene cerca de 160.000 personas al borde de la pobreza, más de uno de cada cuatro. Nadie les dijo en mayo que, lo urgente, significara esperar a la aprobación de unos presupuestos que, ni siquiera, se han presentado. Lo urgente exige una atención inmediata y pone a prueba la capacidad de respuesta. Pero, al parecer, lo urgente, ahora, es que Revilla se moje y nos diga que prefiere a Pedro Sánchez y que “Mariano es un maleducado” al que le trae sin cuidado Cantabria porque no amenaza con procesos secesionistas.
Ahora, y hasta diciembre, lo urgente es hacer campaña por Pedro Sánchez, que promete el AVE y no se ha enterado de que Revilla ya ha desistido y se conforma con un tren de altas prestaciones. ¿Falta de comunicación?
Mientras, y centrados en lo urgente, el ala socialista del Gobierno insiste en la creación de un fondo extraordinario sin fondos, en una red de bonos de alimentos sin alimentos y en ayudas para el pago de la calefacción que caldeará los hogares en agosto, cuando Pedro Sánchez, si llega a La Moncloa, reciba al 'ninguneado' Revilla, que volverá a la tierruca con lo realmente urgente bajo el brazo, un nuevo documento que diga: AVE. Y ¡ojo! firmado por el mismísimo presidente del Gobierno. Uno más. Y a la basura el resto; a la basura el que le entregó el entonces ministro de Fomento, José Blanco, o el que firmó la actual responsable, Ana Pastor.
A este paso nos llega antes el tren que los bonos de alimentos a pesar del plazo fijado por Podemos como condición para dejar vía libre a la investidura de Revilla: Tres meses y una comisión de seguimiento, la única comisión de la que ya nadie habla. De momento, el Plan de Emergencia no es más que una declaración de intenciones.
Cambiar Cantabria en 100 días, como prometió el Gobierno de Ignacio Diego, son palabras mayores. El bipartito PRC - PSOE no ha caído en el error pero, a falta de infografías -que de eso ya reparte el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna- al actual Ejecutivo le está costando pasar del dicho al hecho y le ha cogido el gusto a eso de rizar el rizo.
Lo que antes era urgente ahora necesita de un análisis profundo. ¿Cómo se mide el espacio temporal de lo urgente? ¿Qué entendía, en febrero de 2015, la oposición socialista por urgente? Será que los 10 millones que la actual vicepresidenta y consejera de Política Social propuso invertir al Gobierno de Cantabria, a tres meses de las elecciones autonómicas, para poner en marcha un plan de emergencia, era una cifra dada al tuntún.