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Marianella, víctima de violencia machista: ''Empezó a aislar a mi hija igual que hizo conmigo''

Marianella empezó a sufrir malos tratos por parte de su pareja cuando tenía 25 años. Pero ella no lo sabía. Comía, vestía, hablaba y decidía pensando en él. Aun así, pronto decidieron tener una niña. A causa de la presión social de su entorno, accedió a vivir con su pareja en Bilbao una semana antes de ser madre. Fue entonces cuando comenzó definitivamente su calvario.

''Cuando entré en casa, me cambió el teléfono por otro como si fuera un regalo, pero no me devolvió la tarjeta'' y, por tanto, perdió todos sus contactos. ''Me aislaba poco a poco. Me hablaba mal de mis amigas, a ellas les hablaba mal de mí...'', cuenta Marianella cuando trata de recordar el origen de su dolorosa historia. Aunque ella no era consciente, ya estaba siendo maltratada. Y ese lastre se prolongó durante 13 años.

''La situación fue de mal en peor: todos los días me hacía sentir inútil, se metía con mi físico, decía que no valía para nada, que no tenía amigos y que sin él no era nada. Siempre era él, él y él'', recuerda. ''Pasé de ser independiente a verme atada a él'', reconoce de forma sincera. ''Manteníamos una relación de dependencia emocional, social y económica. Tú crees que le necesitas, pero en realidad es él quien te hace creerlo'', expresa tajante.

Marianella, que ahora ya sabe que fue víctima de la violencia machista, confiesa que llegó a someterse a pruebas médicas, de manera voluntaria, porque ''me escondía el teléfono para hacerme creer que estaba loca y yo estaba dispuesta a ceder la custodia de mi hija si eso era cierto'', reconoce. Una hija que, de no ser porque Marianella decidió poner freno al calvario en el que estaba sumergida, tenía todas las posibilidades de haber terminado igual que su madre. ''A mi hija mayor la empezó a aislar igual que hizo conmigo'', cuenta. ''Con siete años, ya tenía ideas machistas y homófobas'', manifiesta indignada.

Marianella no se separó de su maltratador hasta 2012. Hasta entonces, no solo había recibido maltrato psicológico, sino que dicho maltrato había pasado a ser físico y sexual. En ese momento, ella ya no tenía a nadie a su lado y ninguna propiedad a su nombre. Pero su tormento no acabó ahí. Tanto ella como su nueva pareja recibían constantes amenazas de muerte porque, según su maltratador, tenía que ser ''conmigo o con nadie''.

No obstante, en abril de 2018 Marianella decidió interponer una denuncia debido a una nueva amenaza. ''Me dijo por teléfono que iba a mandar a dos sicarios y, mientras, él se iría a Tenerife'', dice. Él fue detenido y esa denuncia pasó a ser por violencia de género cuando la policía empezó a tirar del hilo y vio todo lo que había detrás de esa amenaza.

Actualmente, Marianella y sus dos hijos, de 12 y 10 años, continúan en terapia. Sin embargo, ella no ha querido privar a su expareja de su derecho a ejercer como padre. ''Estuve siete años obligando a mis hijos a verle, pero a estas alturas solo pido que se respete su decisión'', dice con naturalidad. ''El otro día, mi hijo pequeño -al que tuvo coaccionada, ya que su expareja se negó a pagar el aborto de camino a la clínica- saltó una valla y volvió conmigo porque no quería ir con su padre'', explica.

“Siempre me ha amenazado con que le contaría que fue 'un hijo no deseado' por parte de su madre, y eso me ha dado mucho pavor, pero ya no tengo miedo, cuando sea más mayor se lo contaré todo con naturalidad, tanto a él como a mi hija, y que ellos valoren y saquen sus conclusiones”, relata.

A pesar de todo lo que ha tenido que soportar, Marianella considera que ''el mayor problema es el proceso judicial'', ya que ''si el sistema fuese bueno, cuando denuncias empezaría la liberación, no los problemas'', admite. ''Tienes que demostrar cosas que no se pueden demostrar. Yo no tengo fotos de cuando me pegaba ni vídeos de las violaciones'', sostiene.

Además, también pone el foco en la importancia de la educación desde pequeños señalando que el hermano de su expareja también tiene una condena por maltrato y que su padre también actuaba de esa forma con su madre. “Cuando creces en un entorno en el que todos se comportan así, te parece que eso es lo normal”, sostiene, recalcando que su exnovio no se reconoce a sí mismo como un maltratador. “Deberían ir ellos al psicólogo”, subraya, proponiendo que, una vez condenados, deberían estar obligados a hacer un curso de sensibilización y reeducación como los llevados a cabo por la DGT cuando te quitan el carnet de conducir.

Marianella ha querido mostrar su rostro en eldiario.es Cantabria porque ''yo tengo que estar orgullosa y el que tiene que tener vergüenza es él''. Además, ''me doy por satisfecha con que una mujer que esté pasando por lo mismo tenga el valor de denunciarlo y consiga rehacer su vida'', asegura.

Actualmente, aunque se encuentra en una fase en la que prácticamente ha superado esa situación, sigue recibiendo asistencia psicológica y medicación, sobre todo cuando se acercan las fechas de las vistas judiciales. “Me pongo muy nerviosa”, afirma. Así todo, todavía tiene momentos a lo largo del día en los que piensa “como si siguiese controlada por él” y no como ella misma, y cada noche hace un ejercicio de apuntarlos en un cuaderno para tratar de corregirlos al día siguiente. “El día que la hoja queda en blanco es una pequeña victoria para mí”, concluye.