Tras casi dos años de pandemia y un 83,5% de la población cántabra vacunada con la pauta completa, la COVID-19 sigue siendo totalmente imprevisible. Tanto es así que la sexta ola ha reventado todos los máximos históricos de contagios, no así tanto en hospitales y fallecidos gracias a la vacuna. En este sentido, tal y como ha ocurrido en todas partes, Cantabria también ha sucumbido a los efectos de la variante ómicron y a su facilidad para propagarse.
Así, y situando diciembre como el mes 'horribilis' en cuanto a casos detectados, se podría decir que en apenas 30 días la mayor parte de los indicadores de la pandemia se multiplicaron por diez. Comenzando por los contagios diarios, el pasado 1 de diciembre Sanidad notificó 164 casos nuevos, mientras que el día de Nochevieja este dato ascendió a 1.098 positivos más. Ocurre lo mismo con la incidencia, que pasó de 197 casos a 14 días por cada 100.000 habitantes, a 1.844.
Asimismo, mientras el primer día de diciembre los casos acumulados a siete días eran 716, es decir, que durante la semana previa se había contagiado ese número de personas, el último día del año fueron 7.125. Además, el número de sanitarios contagiados pasó de 39 a 206, y el de residentes creció de siete casos a 77.
Sin embargo, una de las consecuencias de la vacunación es el bajo porcentaje de infectados que terminan en los hospitales, y pese a que la incidencia se multiplicó por diez, el número de ingresados pasó de los 36 del primer día del mes, a los 124 del último. Con los enfermos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) el dato es todavía más llamativo, ya que el número 'solo' se ha multiplicado por tres en esos 31 días, pasando de siete a 21 pacientes en estado crítico.
Señalando como una de las posibles culpables del alto número de contagios a la variante ómicron y puestos a analizar detalladamente la situación de los hospitales, según los datos consultados por este periódico, de los 149 ingresados este lunes, hay 23 enfermos de la nueva variante y 47 de delta. Respecto a los 79 casos restantes, aún no se ha podido determinar la variante por motivos técnicos, aunque según las informaciones previas que ha ido aportando el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, durante estas semanas, la variante delta provoca más complicaciones y requiere de más ingresos.
Por otro lado, en lo que respecta a fallecimientos, en este mes han muerto por COVID 13 personas.
Las medidas que se han tomado para frenar la explosión
Cabe destacar que el primer caso de la variante ómicron en la comunidad fue registrado por Salud Pública el 13 de diciembre pese a que, tal y como indican, esta, probablemente llegó antes de lo que se piensa. Precisamente, unos días antes se implantaba la primera medida restrictiva que se tomó desde el Ejecutivo autonómico: el Pasaporte COVID. Yendo al rebufo de lo que estaba ocurriendo en muchas autonomías, Cantabria se sumó el 9 de diciembre a este control de acceso para los ámbitos en los que hay un mayor riesgo de transmisión del virus por ser espacios en los que la gente se quita la mascarilla porque se puede comer y beber.
Y ese mismo día y aprovechando el aval de la Justicia para el pasaporte COVID, Sanidad decidió reactivar el Semáforo COVID, que indica las limitaciones que debe tomar cada municipio en base a su situación epidemiológica, aunque en ese momento solo había cinco municipios en nivel 2 de alerta. No obstante, semana a semana las restricciones fueron endureciéndose puesto que los efectos de estas normas fueron casi nulos. De esta forma, el 26 de diciembre, a unos días de Nochevieja, se dio a conocer el cierre del ocio nocturno para 50 localidades que se encontraban en nivel 3 y el endurecimiento en la reducción de los aforos.
A unas horas de que se conozcan las nuevas normas que seguirá la comunidad durante la semana (el semáforo se actualiza semanalmente), no parece que se vayan a tomar más medidas más allá de las que indican los niveles, que principalmente se dirigen a la hostelería.