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El día después

A Podemos se le ha ido de las manos. Están los ánimos tan alterados que ya no sólo son incapaces de ocultar que se están pegando sino que además parecen entregados a una batalla suicida de la que todo el partido saldrá derrotado porque nadie puede salir victorioso, aunque gane. Han caído tan bajo antes de Vistalegre que no sé cómo van a levantarse el día después.

No es sólo el desgaste de su imagen, la pérdida de ilusión de la militancia, el desapego del electorado, el envejecimiento del partido, la similitud con la vieja política, es que puede que la herida sea tan grande que la mitad que gane tendrá en contra a la otra mitad, a lo que quede de la otra mitad, porque muchos dirigentes, militantes y votantes desertarán para no volver.

La antesala a Vistalegre tendría que haber sido la negociación para evitar la guerra, pero está siendo la guerra de guerrillas antes de la batalla final. No lo inventa la prensa, hasta ellos piden disculpas por la que están liando. Pero no tienen propósito de enmienda porque con una mano acarician y con la otra siguen repartiéndose.

El debate entre las dos visiones habría sido muy enriquecedor si no hubiera dejado paso tan pronto a la pelea de gallos y el combate entre bandos. Hay algo más que una acalorada discusión argumental, hay una lucha por el poder. A los hechos me remito. Carolina Bescansa y Nacho Álvarez propusieron una mesa de diálogo pero han acabado dimitiendo ante la imposibilidad de entendimiento.

En lugar de eso, hemos asistido a un largo y bochornoso cruce de cartas, tuits acusatorios, hashtags descalificativos y artículos incendiarios. En los últimos días, el cofundador de Podemos, Luis Alegre, y el filósofo Carlos Fernández Liria, nada sospechosos de errejonistas, declarados defensores de Iglesias, han publicado sendas columnas poniendo a caldo al círculo que le rodea, al que acusan de echar a los viejos amigos y convertir en enemigos a los insumisos.

Iglesias no respondió al primero y ha criticado al segundo. Es mayorcito y libre de elegir con quién anda, pero a mí me preocuparía que dos buenos aliados me advirtiesen de mi aislamiento, síndrome común de los líderes. En su mano está, porque tiene el liderazgo por el mango, intentar abrirse para evitar la colisión.

Pero si no lo ha hecho ya, no creo que lo haga en Vistalegre, por un motivo que resulta cada día más evidente aunque ninguno lo explicite: Errejón le disputa la secretaría más de lo que Errejón reconoce. Es una deducción lógica. Si gana el errejonismo, Iglesias se va, así que ambos saben que se juegan la corona, de ahí el boxeo. Sólo puede quedar uno, pero puede quedar hecho un cristo.

La responsabilidad de evitarlo es máxima porque Podemos es el ariete del cambio no sólo en España, también en nuestro entorno, en un momento en el que vira hacia el fascismo. En este país y en la izquierda, sabemos que las guerras fraticidas las termina pagando el pueblo. Seguro que en el congreso del PP, también este fin de semana, van a comprar palomitas para disfrutar del espectáculo.

Vistalegre tendría que poner fin al duelo a garrotazos. El problema es que Vistalegre ya no sea una solución sino una disolución.

ESTE JUEVES A LAS 10H, EN WWW.CARNECRUDA.ES, SANTIAGO AUSERÓN.WWW.CARNECRUDA.ES

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