Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Cuando la derecha no tiene bandera a la que agarrarse, agita el trapo de sus fantasmas. Ahora son los presupuestos de ETA y la muerte del español en Cataluña, antes fueron el matrimonio gay, el Estatut o el aborto, el caso es encontrar una sábana que atar al palo con el que atizar a la izquierda, perdón, al gobierno socialcomunista bolivariano proetarra y filoindepe. Pero debajo de los fantasmas, ya se sabe, no hay nada, nada más que miedos con los que azuzar a los suyos. Los fantasmas no existen como no existen los presupuestos de ETA porque ni ETA existe afortunadamente ni se va a destinar dinero a los etarras.
Los fantasmas desaparecen en cuanto tiras de la sábana. Para empezar Bildu no es la banda terrorista, es un partido legal que recoge en sus estatutos el rechazo a la violencia, que ha reconocido el daño a las víctimas de ETA y que está constituido por tres organizaciones que siempre estuvieron contra el terrorismo (Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternatiba) y por la antigua Sortu, reconocida por el Tribunal Constitucional, que representó el paso inequívoco de la izquierda abertzale a la vía pacífica. Sin duda, cabe pedirles una ruptura definitiva con el pasado, con personajes como Josu Urrutikoetxea alias 'Ternera' o con los homenajes a etarras excarcelados. Pero también el Estado tiene que acabar con la dispersión de presos y reconocer el terrorismo de los GAL y las torturas.
Hay aún muchos pasos que dar por todas las partes para cerrar ese oscuro capítulo, pero nada de eso tiene que ver con los presupuestos. Bildu es un partido elegido en las urnas por unos ciudadanos de este país que tienen el mismo derecho que el resto a ser representados en el Congreso. Sus votos son tan válidos como los de cualquiera y el apoyo de Bildu al Gobierno es democrático, no lo es tanto negar la legitimidad de la formación abertzale. Aparte, el PP que ahora llama ETA a Bildu pactó con ellos en Vitoria de la mano de su actual portavoz en el Senado, Javier Maroto. Por no hablar de que Oskar Matute de Bildu y Santiago Abascal de Vox compartieron la ponencia de la Ley de Víctimas, aprobada por unanimidad, cuando estaban en Alternatiba y el PP respectivamente. Maroto y Abascal pactando con ETA, ésa sí es la noticia.
El otro fantasma que recorre España estos días es el de la muerte del español en Cataluña. La Ley de Educación del Gobierno va a acabar con él, según el Partido Popular, que ha empezado a recoger firmas en contra de la eliminación del castellano como lengua vehicular. Entre las firmantes este fin de semana estaba la popular Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, una comunidad donde la lengua vehicular en los colegios bilingües es el inglés. Por decisión del PP. De Esperanza Aguirre. Entonces no recogieron firmas para salvar al español de la hispanofobia y la anglofilia de la Thatcher castiza. Por cierto, los niños madrileños siguen hablando español y en Cataluña sigue siendo la lengua mayoritaria, según el propio CIS catalán. La última vez que el PP recogió firmas fue contra el Estatut. Gracias a ellos, hoy casi la mitad de los catalanes se quieren marchar. No aprenden, deberían ir más a la escuela.
En lugar de hablar de los fantasmas de la derecha, deberíamos estar hablando del contenido de los Presupuestos Generales y de la Ley educativa. Eso es lo que no quieren los conservadores. Vox critica que se acabe con la segregación de niñas y niños, para que no hablemos de que es una reforma más igualitaria, que atiende a las diferencias económicas, que elimina la Religión evaluable o que recupera la importancia de la Filosofía. El PP afirma que los Presupuestos son antisociales para esconder que son precisamente lo contrario, que suben los impuestos para las rentas altas, para los grandes patrimonios y para las mayores empresas, y aumentan las prestaciones para parados y pensionistas. Por regla, si el PP dice que los presupuestos nos llevan a la ruina, es porque favorecen a la clase trabajadora y no al capital al que ellos defienden. Si estos son los presupuestos de ETA, ETA somos todos.
Al Gobierno habría que pedirle más. Unos presupuestos aún más sociales y aún más redistributivos. Una educación aún más justa e igualitaria. La derecha siempre va a ulular con sus fantasmas y arrastrar sus cadenas para hacer ruido. A veces con la ayuda de quintacolumnistas como Guerra, Felipe o Page que sólo tienen de socialistas el nombre. Por cierto, el Gobierno debería apropiarse del adjetivo con el que le atacan y ser verdaderamente socialcomunista y no sólo socialdemócrata y pactar sin complejos con la izquierda vasca o catalana. Al PSOE le cuesta, es demasiado sensible al ruido mediático y le pueden sus viejas inercias, pero es lo mejor para la estabilidad del país y de la legislatura y para mantener a raya a los conservadores. Lo que más miedo le da a los fantasmas de la derecha es que la izquierda no tenga miedo de ser izquierda.
Cuando la derecha no tiene bandera a la que agarrarse, agita el trapo de sus fantasmas. Ahora son los presupuestos de ETA y la muerte del español en Cataluña, antes fueron el matrimonio gay, el Estatut o el aborto, el caso es encontrar una sábana que atar al palo con el que atizar a la izquierda, perdón, al gobierno socialcomunista bolivariano proetarra y filoindepe. Pero debajo de los fantasmas, ya se sabe, no hay nada, nada más que miedos con los que azuzar a los suyos. Los fantasmas no existen como no existen los presupuestos de ETA porque ni ETA existe afortunadamente ni se va a destinar dinero a los etarras.