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Carta desde... Dinamarca, un país que duda y cambia

Philip Flores

Copenhague —
  • Inauguramos una serie de Cartas desde diferentes países de Europa, escritas por periodistas locales para que entendamos mejor su realidad ante las próximas elecciones
  • El mensaje desde Dinamarca nos lo envía Philip Flores, periodista del medio danés Zetland

Queridos compañeros europeos:

Hace algo menos de cuatro años, en un inusual caluroso día de septiembre de 2015, la realidad vino a tocar la puerta de Dinamarca de una forma en la que no estábamos acostumbrados. Como de la nada, cientos de hombres, mujeres y niños sirios llegaron caminando desde la autopista con Alemania, forzando a las autoridades, confundidas, a cortar al tráfico las principales arterias de península danesa para permitir un pasaje seguro. 

Los daneses no sabían ni qué pensar ni qué hacer. Los agentes de Policía trataban a la vez de proteger y de detener a la caravana. Algunos daneses llenaron sus maleteros y fueron a socorrer al grupo de personas destrozadas y agotadas por tantos días bajo el sol. Otros les gritaban y les escupían desde los puentes que atravesaban las carreteras.

Antes de que pudiéramos comprender qué estaba ocurriendo ya se habían marchado. En realidad, ni siquiera querían estar aquí, se dirigían al puente que les conduciría a Suecia. No importó, sin embargo, ni para los que defendían una Europa sin fronteras ni para los más escépticos con la inmigración: los cientos de miles de personas refugiadas y migrantes que habíamos visto en fotografías y en televisión, arriesgando sus vidas para cruzar el Mediterráneo, habían empezado ahora a caminar por las autopistas danesas. O, por lo menos, aquello fue lo que se sintió. 

Avanzando hasta esta primavera de 2019: menos de cuatro años después, el apoyo a la Unión Europea alcanza niveles de récord y la migración es --y ha sido durante mucho tiempo-- la principal preocupación de los daneses en las encuestas, por encima de la sanidad, la desigualdad social y, más recientemente, el cambio climático. Puede deducirse también que lo que alarma a los daneses del cambio climático no es el aumento de la temperatura en uno de los países más fríos y oscuros del norte, sino la inmigración que podría implicar. A pesar de todo, algo ha cambiado de manera definitiva en Dinamarca en los últimos años. 

El nacionalista Partido Popular de Dinamarca logró una victoria aplastante en las últimas elecciones europeas de 2014, el respaldo más grande que ninguna formación danesa había conseguido en el Parlamento Europeo tras una campaña fuertemente euro escéptica. Hoy, sin embargo, cae en picado en lo que pueden ser sus peores resultados desde que comenzó a mediados de los años noventa y se espera que en las próximas elecciones en mayo pierda la mitad de sus asientos en el Parlamento Europeo. 

Así que, ¿qué ocurrió? 

 Es relevante destacar que la cantidad de personas refugiadas tratando de cruzar las fronteras danesas ha caído a mínimos en una década por la nueva hoja de ruta de la Unión para frenar la inmigración y reducir el número de solicitantes de asilo (a través del acuerdo con Turquía) y, también, por las políticas de acogida cada vez más restrictivas en Alemania o Suecia. Asimismo, los escándalos de corrupción que apuntan al que fuera el líder del Partido Popular danés en 2014 también tienen que ver en la caída del grupo. Pero lo que realmente pasó --no ha ocurrido todavía, pero está cerca de suceder-- es el Brexit. 

Desde que Dinamarca y Reino Unido comenzaran a formar parte en la cooperación europea en 1973, nos hemos sentado cómodamente junto a los británicos en el asiento trasero de la Unión Europea. De alguna manera disfrutando del viaje, pero quejándonos en muchas ocasiones de la dirección e incluso llegando a echar el freno de mano en algunos momentos. 

En los noventa demandamos y obtuvimos --de nuevo con ciertas similitudes a las exigencias británicas-- cuatro excepciones en nuestra relación con la UE para mantener nuestra autonomía en política monetaria, militar y de cooperación, incluyendo la migración. En el nuevo milenio hemos continuado con esa línea cercana la Reino Unido de oponernos a ceder un centímetro de poder de nuestros parlamentos nacionales a Bruselas. 

Esta vez, sin embargo, viendo los conflictos con el Brexit, los daneses no se han sentido tan inclinados a seguir el ejemplo inglés. “Voy a ser muy claro”, declaró recientemente el primer ministro del país, Lars Løkke Rasmussen, al comienzo de la campaña de su partido a las europeas: “No aceptaré que Dinamarca vote para salir de la Unión Europea”. 

Una manera llamativa de dar el pistoletazo de salida una campaña que apunta directamente a la confrontación con el Partido Popular, que sí pretende que los daneses puedan elegir entre la UE o el vínculo que salga de las negociaciones de Reino Unido con Europa. Llamativo también porque es previsible que Løkke Rasmussen trate de gobernar en coalición con el PP danés tras las elecciones nacionales, que se celebrarán en junio de 2019 y en las que se esperan unos resultados similares a los que salgan de las urnas europeas en mayo. 

Unos resultados que mostrarán cómo la actitud hacia la UE ha cambiado en poco tiempo. Con Alemania y Francia presionando por una mayor integración y con la Europa a múltiples velocidades en la que se profundizará después del Brexit, otras preguntas surgen en Dinamarca. 

La sensación generalizada entre altos diplomáticos daneses tiende al pesimismo entorno a la aritmética política que resultará de una UE sin Reino Unido, dejando un espacio muy reducido a la actitud danesa que no se posiciona ni dentro ni fuera. Dinamarca puede encontrar nuevos aliados, como Hungría o Polonia, que compartan la intención de evitar la mayor integración que trata de impulsar Macron a través de un sistema de impuestos, un organismo financiero común y fuerte, solidaridad en la distribución de los solicitantes de asilo, un Ejército europeo, candidatos internacionales para el Parlamento Europeo, etc. 

Sin embargo, ¿una coalición reaccionaria, como la oposición que han podido presentar los británicos durante años, tendría capacidad para frenar a países como Francia, Alemania, Holanda, Suecia, Bélgica, Portugal y España de continuar con el proyecto europeo o simplemente quedaría relegada?

La realidad es que la UE -o quizá sus líderes- han hecho poco estos últimos años para ganarse la confianza de los europeos. Los esfuerzos para gestionar las solicitudes de asilo y la inmigración, en lugar de permitir que caminen por las carreteras europeas en busca de refugio -por ahora- ha fracasado una y otra vez, y la EU es más caótica que nunca. A pesar de todo, el absurdo del Brexit ha convencido a los daneses de que la alternativa puede ser peor. 

El Brexit es la prueba más reciente de que la lógica parlamentarista de la última década ha dejado de funcionar, de cómo los partidos políticos y las coaliciones pierden terreno y de cómo muchas de las instituciones creadas después de las Guerras Mundiales que salvaguardan el orden mundial están soportando mucha presión y pueden estar empezando a transformarse. Esta incertidumbre siempre supone un reto para un país pequeño como Dinamarca y, con sinceridad, no estamos muy seguros de dónde estaremos cuando se produzca la salida de Reino Unido. 

En 2015 la mayoría del electorado danés rechazó revisar las excepciones pactadas con la UE en materia de Justicia, algo que sí pedía el Gobierno. De esa manera ignoraron el riesgo de que Dinamarca quedara excluida de Europol, la Policía común de la UE. Las campañas de los partidos que advertían de que el país podía convertirse en un paraíso para pederastas y traficantes no parecieron tener efecto en la población. La mayoría debió de pensar que la Unión permitiría a Dinamarca disfrutar de los beneficios de una legislación común a pesar de nuestra falta de voluntad para comprometernos. Y lo hicieron. Como lo habían hecho antes. 

¿Volverán a hacerlo? No podemos estar tan seguros como antes, teniendo el Brexit en mente. Así que, en cambio, con un “Dexit” lejano y sin un Reino Unido en la Unión, la cuestión fundamental de las elecciones europeas en Dinamarca puede ser tan simple como: si no es el momento de marcharse, ¿puede ser entonces el momento --por fin-- de los daneses de unirse por completo al proyecto europeo común?

Un saludo, 

Philip.