ASAJA inicia una campaña para asegurar una recogida de aceituna sin brotes de COVID tras los buenos resultados en la vendimia
ASAJA Ciudad Real ha puesto en marcha una campaña de información y prevención para la campaña de recogida de aceituna dirigida a los olivareros de la provincia con trabajadores a su cargo y ha solicitado la colaboración de los ayuntamientos para que refuercen su actividad de control con el fin de evitar asentamientos ilegales que puedan ser foco de contagio de COVID-19.
La organización agraria ya llevó a cabo una campaña de prevención durante la recogida de la uva en los meses de agosto, septiembre y octubre en colaboración con las distintas administraciones que obtuvo muy buenos resultados ya que no se produjo ningún brote durante las labores de vendimia. La previsión es que, para la recogida de la aceituna, los olivareros de la provincia vayan a ocupar a entre 5.000 y 7.000 trabajadores.
Según ha señalado a AgroalimentariaCLM Agustín Miranda, gerente de ASAJA Ciudad Real, “ya en la campaña de vendimia entendimos que llevábamos meses conviviendo con la pandemia y empezamos a prepararla con tiempo, poniéndonos en contacto con más de 1000 agricultores que están dentro de nuestro servicio mancomunado de prevención de riesgos laborales, para decirles, desde el principio, qué es lo que tenían que tener y darles una referencia para que supieran cómo actuar frente a cualquier tipo de problema”.
Este servicio ha editado una guía y diseñado una serie de protocolos para informar y formar tanto a los empresarios del sector de la aceituna como a los trabajadores. Lo primero que se hace cuando llegan a una explotación es señalar los riesgos potenciales para los trabajadores, no sólo los que tienen que ver con la COVID sino todos los que se presentan. Evidentemente a los trabajadores también se les da una formación para evitar los riesgos según su puesto de trabajo.
Según Agustín Miranda, se les informa y se le da una serie de normas y protocolos que en realidad son sencillos aunque complicados a la hora de mantenerlos en los lugares de trabajo: mascarilla, separación de dos metros, no tocarse, trabajar sin aglomeraciones, no compartir sino que cada uno tiene sus herramientas; en las zonas de comer, cuando descansan, no se pueden compartir las comidas o los utensilios, además de mantener las normas durante los transportes a los lugares de trabajo“. Incluso se apela a la responsabilidad individual de cada trabajador, ”clave para ganar la batalla al virus“ más allá de las horas de trabajo.
A su juicio, “hacer las cosas bien cuesta poco y no hacerlas puede tener unas consecuencias tremendas”.
A la hora de trabajar, las tareas conflictivas están el momento en el que se recoge la aceituna en especial en las zonas no mecanizadas. “Son cuadrillas que van con una barra vibradora, mueven los árboles, y cogen las aceitunas de las mantas, y en ese momento hay contacto entre la gente y se debe evitar ese contacto”, señala. “Aquí se tiene que intentar guardar una serie de distancias y que se eviten los toques entre las personas; además de utilizar solo las herramientas de cada uno y que éstas se desinfecten”, recuerda.
Cuando la recogida está mecanizada “el problema es menor porque lo hacen con unos paraguas que lo enganchan al tronco, hacen vibrar el árbol y cae la aceituna en ese paraguas y de ahí se recoge, aquí la mano de obra que hay es poca”, entonces no hay apenas contacto.
Evidentemente, todas estas precauciones ralentizan las tareas de recogida con respecto a lo que se hacía hasta ahora y conlleva unos sobrecostes que asume el empresario.
Miranda considera que el momento también más conflictivo puede ser el de los almuerzos ya que la situación invita a la relajación. “Cuando llega la hora de comer, ahí nos relajamos y nos juntos todos, nos conectamos y lo que hemos estado evitando toda la mañana en unos minutos se ha perdido”, dice.
Alojamientos
Los empresarios acuden a este servicio de prevención de ASAJA al inicio tanto de la campaña de vendimia como de la de recogida de aceituna para despejar todas sus dudas. “Nos han hecho muchas preguntas, cómo se tienen que comportar, si sale una persona que da positivo o si alguien ha estado en contacto qué tienen que hacer” y también las relativas a los alojamientos.
La situación ha cambiado también la normativa para los alojamientos de los trabajadores. Facilitar el alojamiento es obligatorio para los empresarios cuando contratan directamente en origen aunque, según Miranda, “es una práctica muy habitual que los agricultores cuando contratan, tanto en origen como de la zona, les dejen unos alojamientos para que vivan mientras están en la vendimia o en la recogida de la aceituna”.
“Hacer las cosas bien cuesta poco y no hacerlas puede tener unas consecuencias tremendas”.
Con la pandemia, estos alojamientos no sólo deben tener las condiciones de habitabilidad reglamentarias sino que además “nos exigen que se les dote de la posibilidad de tener dentro de los alojamientos un lugar, una habitación que pueda servir de aislamiento en el caso que salga un brote de COVID”, señala. Este también es un asunto en el que desde ASAJA se asesora a los empresarios del campo.
Evitar los asentamientos ilegales
Toda esta labor se lleva a cabo también con la colaboración entre las organizaciones agrarias, los ayuntamientos, la Delegación del Gobierno y la Junta de Comunidades que mantienen “una relación muy cercana”, según ha señalado Miranda, con el fin de evitar cualquier problema y entre ellos los posibles asentamientos ilegales. Especialmente este año ASAJA ha solicitado la colaboración de los ayuntamientos para que “refuercen su labor de control y evitar así la existencia de asentamientos ilegales que puedan ser focos de contagio de COVID-19”.
“Llevamos desde el año 2006 luchando contra esta situación. Son asentimientos de personas o grupos, situaciones muy complejas porque son personas que vienen aquí buscando trabajo de una forma no controlada. En principio, puede ser un grupo pequeño pero si no se controla se van juntado luego son 40, luego 100 o 200 si te descuidas, como ocurrió en Cinco Casas hace años”, señala. “Nosotros pedimos que no se permitan esos asentamientos y las administraciones tiene que resolverlo”, argumenta.
A su juicio, “esto no es un problema del sector agrario, es un problema social. La mayoría no tienen permiso para trabajar en España y por lo tanto no las podemos contratar y si hay algún agricultor que los contrata se están arriesgando a unas multas tan importantes que es totalmente disuasorio”. “No tiene ni posibilidad de trabajar y por eso estamos constantemente insistiendo para que se evite lo antes posible, es más fácil erradicar un núcleo de 10 persona que un núcleo de 80 personas”.
Del mismo, desde esta organización agraria han apelado a la responsabilidad individual de cada trabajador, “clave para ganar la batalla al virus”. “Por muchas medidas que pueda tomar el empresario para evitar contagios, al final es una responsabilidad compartida, de todas las partes”, han incidido.
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