Dos de cada tres hogares han modificado su alimentación debido al confinamiento
Dos de cada tres hogares han modificado sus hábitos alimentarios debido al confinamiento, según los primeros datos que se han extraído de la encuesta #ConFood19 que han lanzado mediante un proyecto conjunto la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad de Córdoba y de la Cátedra FESBAL-UPM, para conocer cuestiones relacionadas con la obtención de los alimentos, su preparación y consumo durante esta situación.
Estos son algunas de las primeras conclusiones que se han obtenido de las 850 encuestas que se han realizado en una semana. Según ha señalado a AgroalimentariaCLM, Pilar Villena, una de las investigadoras implicadas en este proyecto, la intención primera era llegar a los 1.500 hogares pero viendo “la buena acogida” que están teniendo ya piensan en hacer cuantas más mejor durante la situación de confinamiento y posteriormente “hacer una segunda vuelta cuando ya estemos en situación de normalidad para poder comparar si esos hábitos que ahora hemos modificado se perpetúan y se adquieren como un hábito permanente”, señala
Lo que es evidente es que la pandemia por coronavirus y el confinamiento están afectando los estilos de vida y, con ello, la manera de alimentarnos. Una de las evidencias es que las redes sociales y canales de comunicación se han inundado de imágenes y referencias a las comidas, se ha disparado la venta de harinas y levaduras y ha convertido la alimentación en unos de los temas estrella. Con esta realidad, los investigadores se unieron para elaborar este cuestionario que analiza tanto las características del hogar, como si hay cambios en los hábitos alimenticios que se tenían, se evalúa también la diversidad de la dieta y el nivel de seguridad alimentaria“.
Según señala, hay que tener en cuenta que dependiendo de la situación de cada hogar, el cambio en la manera de alimentarnos puede ser positivo o negativo, sobre todo si se incorpora como un hábito permanente.
Entre las evidencias de la situación, está la necesidad que están teniendo los hogares españoles de mejorar la planificación a la hora de ir a las zonas de comprar, una cuestión que el equipo de investigación considera clave para evitar el desperdicio de alimentos, porque cuándo se planifica lo que se va a comer, incluso los caprichos, se reduce la improvisación y se adquieren productos imprescindibles.
Además, otra cuestión destacable es la preocupación por la seguridad de los alimentos ya que aunque, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), indica que no hay evidencia de que los alimentos sean una vía de transmisión del virus, en “la mitad de los hogares encuestados indican estar más preocupados por si alimentos que compran están contaminados”.
Una evidencia es que, una vez dentro de casa con los alimentos que hemos adquirido, se comprueba que los hogares dedican más tiempo a cocinar y ha aumentado el interés por las recetas saludables.
Sin embargo, se produce una paradoja porque aumenta la preocupación por la alimentación y por los alimentos saludables mientras aumenta también el consumo de bebidas alcohólicas y los aperitivos. Para Pilar Villena esto puede explicarse porque “por un lado hay hogares más conscientes de la relación que hay entre alimentación y salud y se esfuerzan por tener una alimentación saludable y sostenible, pero por otro lado aumentan los hogares preocupados por no tener suficientes alimentos y en esa situación, la calidad, variedad y sostenibilidad de la alimentación se ve perjudicada. En relación al aumento en el consumo de alcohol y aperitivos, éste puede deberse al mayor estrés y aburrimiento que reflejan los hogares, y a la monotonía que conlleva el confinamiento, buscando trasladar al hogar acciones de ocio, esporádicas y sociales que se realizaban fuera de casa antes del confinamiento y que son un riesgo para la salud si se convierte en un hábito o costumbre”, señala.
El estudio también está prestando especial atención a una de las caras más preocupantes de la crisis y es que en muchos hogares se han reducido los ingresos durante el confinamiento y ya se observa un aumento de aquellos que sienten preocupación e incertidumbre acerca de su capacidad para obtener suficientes alimentos.
Perfil del hogar
El perfil de los hogares que han contestado a la encuesta y lugar de residencia son muy variados, desde parejas con hijos, parejas sin hijos, hogares unipersonales, padre o madre con algún hijo e hija, personas que comparten piso o personas… También el lugar de procedencia es muy variado ya que “han participado hogares de todas las provincias de España, principalmente de ámbito urbano, y también estamos recibiendo respuestas de algunos países de América Latina como Ecuador, México, Chile o Perú”, señala.
Sin embargo, se están encontrando dificultades para llegar a las zonas rurales. “Estamos viendo que no estamos llegando a los hogares de la zonas rurales, probablemente por la metodología del estudio y es una de las cuestión ques hay que ver cuando tengamos todas los datos hasta que finalice el confinamiento y ver de los resultados a que se puede extrapolar”, señala.
Una vez que termine el estudio, y que “analicemos estos cambios y su relación con otras variables, tendremos que poner en foco en aquellos hábitos o situaciones que perjudican el estado de salud o aquellos que genere un impacto negativo en el medio ambiente para ponerle freno. También impulsar y poner en valor los cambios positivos que se han producido durante el confinamiento y que repercutan en una alimentación saludable y sostenible”, señala.
Lo que sí afirma ya es que “muchas personas están probando, aprendiendo e innovando en la cocina nuevas recetas, disponen de más tiempo para cocinar y también para comer de una manera más consciente y saludable. Probablemente habrá hogares en los que se vuelva a cocinar y comer con prisa y se vuelva a la casilla de salida, pero otras personas habrán sumado a sus vidas el placer e interés por la cocina y la comida casera, más nutritiva y saludable”.
Respecto a sí la situación está aumentado el consumo de producto ecológico o de proximidad, Pilar Villena señala que “en general la compra de productos ecológicos, de proximidad y temporada, o aquellos de comercio justo, no ha variado demasiado. Algunos hogares que han reducido su consumo indican que se debe a las restricciones en la movilidad para poder comprar directamente a agricultores/as o la necesidad de concentrar toda la compra en un solo sitio, para hacer compras más grandes y evitar salir de casa por un periodo más largo de tiempo”.
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