El sector apícola asegura que el intento del Ministerio de modificar el etiquetado de la miel no soluciona el “fraude”

“Insuficiente”, “maquillaje” o “descafeinada”. Así califican organizaciones agrarias y apicultores la propuesta del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para revisar el Real Decreto 1049/2003, de 1 de agosto, relativo a la norma de calidad de la miel y que actualmente se encuentra en proceso de participación pública.

Un procedimiento que se abrió el pasado 21 de diciembre, en plenas Navidades y cuyo plazo para remitir sugerencias finaliza el día 17 de enero, después de que, denuncian los apicultores, se produjese otro proceso de consulta pública entre el 1 y el 20 de diciembre que no tuvo ninguna repercusión jurídica y en el que “miles de consultas y peticiones que les habíamos enviado de forma masiva” fueron arrojadas a “la papelera”. Creen que “no es lógico” a menos que, el resultado de la primera consulta “no les hubiera gustado”.

El descontento del sector pasa, entre otras cosas, por una propuesta ministerial que se reduce a cambiar la mitad de uno de los seis artículos de la normativa, sin resolver el problema de fondo: una información confusa para el consumidor que permite la comercialización de mieles de terceros países lejos de los parámetros de calidad que marca la Unión Europea.

La indicación relativa al origen de la miel ya se reguló en una Directiva europea en el año 2001, cuando se estableció el marco normativo comunitario para este producto. En España la regulación, vía Real Decreto, se reduce a seis artículos “vitales para la apicultura”, según la Plataforma ‘Etiquetado Claro Ya’, pero que se quedan cortos.

Uno de los portavoces del colectivo, Mario Fernández, recuerda que la Unión Europea “lleva presionando a los países desde 2001 para que reformen la normativa sobre todo en lo que tiene que ver con el etiquetado”. En su última recomendación, que data de mayo de 2018, propone 62 medidas para proteger la miel europea, de las que 20 se centran en el etiquetado y el fraude en su comercialización.

El Ministerio señala en el texto sujeto a reforma que “los intereses particulares de los consumidores, en lo que se refiere a las características geográficas de la miel y a una total transparencia al respecto, requieren que se mencione en el etiquetado el país de origen en que se haya recolectado la miel”.

En su propuesta, sugiere que “deberán mencionarse en la etiqueta el país o los países de origen en que la miel haya sido recolectada, en orden decreciente de peso de cada una de las fracciones que la componen”. Los productos comercializados o etiquetados antes del día de la entrada en vigor de este Real Decreto, una vez aprobado, podrán seguir comercializándose hasta que se agoten las existencias.

El Ministerio reconoce que la reforma responde a las peticiones del sector y de comunidades autónomas como Castilla-La Mancha, entre otras, y considera “indispensable garantizar una información completa sobre el origen de la miel, a fin de no inducir a error a los consumidores en relación con la calidad del producto”.

Pero lo cierto es que la Plataforma ‘Etiquetado Claro Ya’ cree que el cambio que se propone es “muy descafeinado” porque “lo único que hace el Ministerio es a incorporar al etiquetado el lugar de origen de la miel”. Mario Fernández explica que el colectivo está en contra de la reforma “porque supone amparar el fraude que ya se está cometiendo”.

Y es que en la actualidad, España se abastece, sobre todo, de miel procedente de Portugal y Holanda. “Nos están vendiendo miel en enormes cantidades. Casi 10.000 toneladas al año entre ambos”. La práctica y los datos “chirrían”, dice Fernández, porque “Portugal tiene menos profesionales y capacidad productiva que nosotros. Es imposible que nosotros les estemos vendiendo 1.700 toneladas y ellos 5.000”. En su opinión, “lo que está ocurriendo es que China vende a Portugal y este país lo revende a España”. Por eso no es rato encontrar miel con origen ‘Portugal’ que en realidad procede de China sin que el consumidor se entere.

El caso de Holanda es todavía más llamativo, sugiere. Se trata de un país con 77 apicultores profesionales (todos tienen más de 150 colmenas) “y nos están vendiendo 2.500 toneladas de miel al año. Es absurdo. Está claro que Holanda también compra a China y nos la vende”.

La propuesta del Ministerio, señala Fernández, “supondrá poner en la etiqueta que la miel procede de Portugal u Holanda cuando en realidad es china. Lo importante no es señalar el origen sino el lugar de cosecha de la miel, no de dónde se importa. Es lo que dice la Unión Europea”. Una fórmula que, en su opinión, evitaría “que se blanquee la miel importada de China, de dudosa calidad”.

Pero sus reivindicaciones van mucho más allá y alcanzan a tres de los seis artículos de la actual normativa. “Somos muy ambiciosos pero es que planteamos lo que la Unión Europea ha dicho en mayo”. Ya lo hicieron notar durante un acto de protesta el 13 de diciembre a las puertas del Congreso.

La plataforma exige detallar no solo todos los países de los que procede la miel en caso de mezclas, sino el porcentaje de la mezcla de miel de cada país de forma “clara” para evitar confusiones. “Ahora nos podemos encontrar un bote con un 90% de miel china y un 10% española sin que lo explique la etiqueta. El consumidor está engañado”. Además, esperan que se especifique en la norma que solo con un porcentaje superior al 50% de miel española en el envase, podrá considerarse como miel nacional.

Mieles que no son mieles sino edulcorantes

También recuerdan que en el proceso de envasado, este alimento no debe superar los 45 grados de temperatura “porque se degrada”. Y si ocurre, “deberá hacerse constar claramente en el etiquetado que el producto ha estado sometido a un proceso de pasteurización, así como advertir de qué propiedades pierde en dicho proceso”. Esto es algo que tampoco contempla la reforma del Ministerio.

Mario Fernández recuerda que sobrecalentar el producto dará origen a “algo que no es miel y, en todo caso, deberá considerarse como un edulcorante en base a miel. Es algo que hace sobre todo la gran industria y que es tolerado pese a mezclar mieles de dudosa procedencia”.

Reclaman por otro lado la prohibición del proceso de microfiltración de la miel. “Eso supone eliminar los restos de polen y, por tanto, es imposible conocer su procedencia” y por eso piden más medidas de control para detectar adulteraciones, dotando de laboratorios oficiales para la detección de adulteraciones en la miel.

Finalmente, frente a lo que consideran un “engaño masivo” abogan por más controles de calidad para proteger al tejido empresarial de España “dado que desde la UE se informa que aproximadamente el 20% de la miel importada a la UE está adulterada”.

Incluso le ponen cifras al “fraude”: No solo, dicen, “el 20% de la miel china está adulterada. Es que en los últimos 10 años China nos ha vendido 115.000 toneladas de miel cuyo valor económico llegaría a los 231 millones de euros. Ese dinero se podría haber invertido en profesionalizar al sector”, lamenta Mario Fernández.

Esta plataforma que agrupa a más de 54 asociaciones apícolas, varias organizaciones medioambientales, empresas del sector apícola y multitud de apicultores a título individual no es la única que se ha pronunciado en las últimas horas.

Cooperativas Agro-alimentarias califica la reforma de “insuficiente”

Cooperativas Agro-alimentarias de España , que preside el castellano-manchego Ángel Villafranca, considera la propuesta del Ministerio “insuficiente” ya que “no responde a la necesidad de un etiquetado de origen claro y útil para el consumidor”.

La organización agraria cree que con la propuesta del Ministerio, una miel podrá utilizar la denominación ‘Origen: China, España’ aunque contenga menos de un 1% de miel española, lo que supone, asegura, “un grave perjuicio para la imagen de la miel nacional, que es producida bajo los mayores estándares de calidad del modelo europeo y que contribuye a la conservación de nuestro medio ambiente gracias a los efectos beneficiosos de la apicultura”.

Por ese motivo, cree “imprescindible que se obligue a indicar el porcentaje de miel de cada origen y que el orden en que se enumeren sea de mayor a menor” para evitar seguir dando “información errónea al consumidor y perjudicando a nuestro sector apícola”.

DO Miel de la Alcarria: “Es conveniente que el consumidor esté informado”

En la Denominación de Origen (DO) Miel de la Alcarria también miran con atención las demandas del sector. “Nos parece conveniente y justo, de cara a que los consumidores estén informados de lo que compran, que aparezcan los países de origen y los porcentajes de mezcla”.

El presidente del Consejo Regulador, Félix Esteban, explica que la entidad se ha adherido “por solidaridad” a la Plataforma 'Etiquetado Claro Ya' ya que, en su caso, como cualquier DO “nosotros ya estamos obligados y venimos reflejando desde siempre el origen de la miel en las etiquetas”.

“Si el consumidor quiere comprar miel de otros países, que lo haga, pero que sepa lo que compra”, apunta, para matizar la importancia de “no asociar la palabra fraude a las mieles con mezcla porque no es correcto. Otra cosa es que no nos guste el etiquetado y los apicultores queramos que el consumidor esté informado”.

Y añade que “si alguien dice que el 20% de las mieles chinas son fraudulentas, estoy seguro que de esas no hay ninguna en España. Las empresas no se van a arriesgar”.

Esteban aprovecha para recordar otros 'males' del sector. Por un lado la falta de incorporación de jóvenes a la apicultura. Por otro, la reciente revocación por parte del Ministerio de la Interprofesional de la Miel y los Productos Apícolas, tal y como publicaba el BOE el pasado 3 de enero. “Es un fracaso para todos”.

O incluso los cultivos que “potencian” las políticas agrarias y que, en su opinión, “no favorecen al sector apícola”, como la colza o el girasol que crece junto a las colmenas. “Va a contracorriente de los intereses de la DO Miel de la Alcarria”.

Algunos datos económicos del sector apícola

En España se produjeron 31.018 toneladas de miel en 2016, según los datos del Ministerio del ramo, un 7,2% menos que en 2015. Una producción que se concentra en un 70% en las regiones de Andalucía, (21.1%), Comunidad Valenciana (19,6%), Castilla y León (15,8%) y Extremadura (10,7%).

En la actualidad, según los datos facilitados a eldiariocm.es por la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, el censo de colmenas en Castilla-La Mancha asciende a 178.565, mientras que el número de explotaciones registradas es de 2.167.

En total en España, el número de apicultores es de 31.527, de los que más del 18% son profesionales, el nivel más alto, por cierto, de toda la Unión Europea.

Por cierto, que la Asociación Española de Apicultores (AEA) ha elegido Azuqueca de Henares (Guadalajara) como sede de las jornadas que convoca cada año y que en su séptima edición, se celebrarán del viernes 1 al domingo 3 de febrero. Entre las ponencias también se abordará el conflicto del etiquetado y la trazabilidad de las miles.