‘Amanece, que no es poco’ cumple 30 años y así van a rendirle homenaje

  • Un grupo de “apasionados” de la película de José Luis Cuerda ha organizado un acto para celebrar este aniversario en el espacio Matadero Lab de Toledo

Desde que José Sazatornil ‘Saza’, encarnando al Cabo Santo de la Guardia Civil de un pueblo desconocido, gritó aquello de “Me cago en el misterio” por no salir el sol por donde debía, ninguna película en la historia del cine español ha podido hacer sombra al surrealismo único de ‘Amanece, que no es poco’. El próximo 17 de enero se cumplen 30 años del estreno de esta película. Entonces, ni su director, el albaceteño José Luis Cuerda, ni muchos españoles, se imaginaban que se convertiría con los años en un filme de culto, con acólitos de toda idiosincrasia. Tampoco que provocaría la creación de los autodenominados ‘Amanecistas’ -y su quedada anual- y de una ruta turística por los pueblos en los que fue rodada: Ayna, Liétor y Molinicos, en la provincia de Albacete.

La efeméride no ha pasado desapercibida para los aficionados, cada vez más, de esta historia. Un grupo de “apasionados” ha organizado un acto-homenaje por este XXX aniversario en el espacio cultural Matadero Lab de Toledo, el mismo 17 de enero a las 20.00 horas, con entrada gratuita, y a la que están invitados tanto “contingentes” como “necesarios”, como gritaban los habitantes del pueblo a su alcalde, su “munícipe por antonomasia”.

Poco ha trascendido sobre el contenido de este evento, ya que los organizadores han decidido que los asistentes disfruten varias sorpresas. De momento, adelantan que durante el homenaje habrá “debate de intelectuales”, “rogativas”, elecciones, algún flashback y “canciones didácticas” (no olvidamos que la película tiene su parte musical). No se descarta tampoco que durante el homenaje se produzcan actividades de libre albedrío, 'performances' sujetas a las pasiones y alguna que otra invocación a Faulkner y/o a Dostoievski.

‘Amanece, que no es poco’, estrenada en 1989 arranca, más o menos, con la historia de Teodoro, un ingeniero español que trabaja en la Universidad de Oklahoma y que está de año sabático. Se va de ruta con su padre, en un sidecar que este le ha comprado para que olvide que asesinó a su madre “porque era muy mala”. Llegan a un pueblo sin nombre donde, en un principio, no hay nadie. Pero tras la aparición del catecúmeno Ngé Ndomo, que camina haciendo eses porque así tiene más tiempo para decidir a dónde va, comienzan a ser testigos y partícipes de multitud de situaciones disparatadas. Y ahí es donde el público puede (o no) entrar en el juego de surrealismos de Cuerda.

Si se le da luz verde, la recompensa es un vodevil absurdo, pero luminoso y humano, y con una lógica-cosmo-lógica. Aplausos enfervorecidos al levantamiento de hostia del cura, una ocupación pacífica que hacen los del pueblo de al lado, un profesor (“rural, nada más”) que examina sobre las ingles y revienta a sus alumnos a base de musicales, un alcalde que se ahorca porque el pueblo quiere que su novia sea “comunal”, un encarcelamiento a un intelectual por plagiar a William Faulkner, inmigrantes que unos días huelen bien y otros días van en bicicleta, y elecciones de un día para otro porque “ya nos conocemos todos”.

Un reparto irrepetible

Antonio Resines y Luis Ciges son los principales protagonistas de una historia coral que le debe todo a sus actores. El cineasta albaceteño no solo compartió con José Luis García Berlanga su pulso para el humor, sino también esa capacidad para que alguien diga una barbaridad sin pies ni cabeza con la mayor naturalidad del mundo. Dieron rostro a los habitantes de este pueblo español el mencionado ‘Saza’, Manuel Alexandre, Chus Lampreave, Casto Sendra ‘Cassen’, María Isbert, Rafael Alonso, Violeta Cela, Gabino Diego, Ovidi Montflor, Miguel Rellán, Pastora Vega, Enrique San Francisco, Tito Valverde y Guillermo Montesinos, entre otros muchos.

Se da la circunstancia de que el pasado 28 de diciembre se estrenó ‘Tiempo después’, la última película de José Luis Cuerda, donde rinde su propio tributo a ‘Amanece, que no es poco’, recordando muchas de sus escenas, frases y personajes, y repleta de una nostalgia chispeante y digna de la historia donde hace 30 años llovía arroz, daba lo mismo un so que un arre y se rompieron todos los moldes conocidos hasta entonces.