Budia fue el primer municipio de la provincia de Guadalajara que se sumó al alzamiento militar del verano de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil Española. El hecho -con todos sus matices- es solo una parte de un amplio libro monográfico de Óscar de Marcos (Bergara. Guipúzcoa.1978) de reciente publicación que aborda hechos y situaciones tanto en la izquierda como en la derecha de la época.
El libro es un ensayo histórico titulado Budia, la historia silenciada. República, guerra civil y represión en un pueblo de La Alcarria (Guadalajara). Ha sido publicado por Ediciones Silente y en sus 376 páginas abarca el periodo que discurre entre la implantación de la II República Española y la llegada del franquismo. La portada es obra del pintor navarro José Ramón Urtasun, además de contar en la presentación con los profesores Pedro García Bilbao y Francisco Ferrándiz.
El autor, miembro del Foro por la Memoria de Guadalajara y vinculado a esta localidad por parte de la familia materna, analiza cómo las políticas de la II República influyeron en pequeños pueblos como Budia (con 1.000 habitantes a comienzos del pasado siglo XX) desde finales de los años 20 hasta los años posteriores a la guerra civil, entre 1945 y 1947, en una investigación que le ha llevado ocho años.
La razón para escribir el libro nació de su “inquietud” por conocer los detalles en torno a la Banda de Música local de la que formó parte su abuelo en aquellos años y de la que no encontraba ni una sola referencia. “Mi abuelo no fue represaliado, pero formaba parte de la Banda de Música. Quise investigar”, explica, ante el “vacío” de referencias históricas sobre Budia en la primera mitad del siglo XX y hasta los años del desarrollismo y la emigración del campo a la ciudad.
“No se habla de ello, quizás por la guerra. A mí me decían: No revuelvas el pueblo que está tranquilo. Pero, claro, esos miedos provocan que se oculten cosas que merece la pena saber, como la existencia de una Banda de Música o la creación en Budia en 1932 de la primera Biblioteca pública de la provincia, con el apoyo del entonces presidente de la Diputación, Enrique Riaza”.
De hecho, el libro ha recuperado más de 300 biografías de personas de cierta relevancia en la época, ya fuese por su cargo público o su labor como médicos, funcionarios… “También de gente que fue represaliada, encarcelada o movilizada para terminar muriendo en el frente”.
Se abordan desde los gobiernos municipales y los procesos electorales durante la II República, el germen del republicanismo en la localidad, la instauración del Frente Popular o cómo el golpe de Casado propició que muchos concejales comunistas fueran encarcelados - fue uno de los últimos actos de la guerra civil española encabezado por el coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro que derribó al gobierno republicano del socialista Juan Negrín -.
También analiza la evolución del ayuntamiento que durante la República “tenía grandes miras a lo público y lo social, propiciando obras para solucionar el paro obrero” y cita la llegada del alumbrado público e incluso cómo cambiaron los nombres de las calles. “Ahora es algo polémico y en realidad no es algo nuevo”, asegura de Marcos.
Además, explica los cambios educativos republicanos convirtiéndola en pública y gratuita, de los maestros y de cómo fueron depurados con la posterior llegada del franquismo. E incluso cómo el régimen dictatorial prohibió muchos libros de la biblioteca que terminaría siendo cerrada.
“Durante los años 50-60 el Ayuntamiento quiso reabrirla pero la razón que se dio a la negativa es que había que abrir otra en Azuqueca de Henares, ante la llegada de una gran empresa, lo que ahora conocemos como Vicasa”.
Óscar de Marcos repasa también aspectos económicos como la reforma agraria proyectada por la República en 1931 y que afectó a la localidad. Castilla-La Mancha fue una de las zonas en la que esta experiencia de colectivización de la tierra tuvo un desarrollo mayor que quedaría truncado con el inicio de la guerra y la posterior instauración del régimen franquista.
“No solo hablo de las colectividades agrarias (la explotación colectiva de tierras improductivas o en manos de latifundistas que pasaron a manos de los trabajadores para propiciar el desarrollo rural) sino del servicio de recuperación agrícola y civil, algo que puso en marcha el franquismo para devolver a sus propietarios las fincas incautadas”
O de cómo logró salvarse parte del patrimonio histórico-artístico local., entre ellas dos figuras de Pedro de Mena, Jesús y María, “valiosísimas para el pueblo” que fueron llevadas al Museo del Prado. “Como era bombardeado todas las semanas terminaron en el convento de San Francisco El Grande”.
Budia, cuartel general de Cipriano Mera y tumba de soldados catalanes
La cercanía del frente de la batalla -unos 15 kilómetros- propició la instalación de dos hospitales militares en Budia. “He recuperado la lista de los fallecidos, algunos de ellos estarán en fosas comunes en una finca privada en los alrededores del pueblo. Muchos de ellos eran catalanes y los datos los he puesto a disposición del Memorial Democràtic de Catalunya”. También llegaron a instalarse un centro de intendencia y planificación, además de otro de recuperación veterinaria para los animales que se desplazaban a la guerra.
El libro incluye documentos gráficos como un telegrama de las fechas en las que los italianos del CTV, el Corpo Truppe Volontarie (Cuerpo de Tropas Voluntarias) conquistan Brihuega. “La idea inicial es bajar por el río Tajuña hacia Tielmes, en Madrid, para llegar al frente del Jarama, rodear Madrid y cortar las comunicaciones con Valencia. El telegrama dice que 12 horas después de conquistar Brihuega van a moverse a Budia. Estaban cansados y el momento de duda permitió a los republicanos reorganizar el frente”.
En esta tarea participó un albañil, convertido en comandante del ejército de la República, Cipriano Mera que instaló su cuartel general primero en Budia y luego en Alcohete, ambas en la provincia de Guadalajara, para defender Madrid.
Otro de los capítulos que destaca Óscar de Marcos son los bombardeos en Budia y la vecina localidad de Peñalver. De esta última recupera una dura fotografía de los estragos de las bombas de los aliados franquistas en su población. Estos municipios no eran objetivos claves de la aviación sino lugares masacrados al azar para “infundir temor en la población y con ello desánimo y ganas de terminar la guerra a través de la rendición”.
También alude a las trincheras levantadas en el municipio en la época. “Siguen ahí y he propuesto al Ayuntamiento recuperarlas” o cómo dos vecinos partieron con la División Azul al frente. Uno de ellos no regresó. “Curiosamente no era ni falangista ni de derechas sino todo lo contrario. Muchos se apuntaban para reducir su pena o la de un familiar. Algunos lo hicieron con el objetivo de llegar a Rusia y una vez allí escapar”.
La represión franquista en esta localidad de la Alcarria supuso que algunos de los habitantes del municipio terminasen en fosas comunes en los cementerios de Guadalajara - como Martina García Alcalde, de 30 años una de las pocas mujeres fusiladas en la provincia, ejecutada el 24 de febrero de 1940 y que compartió fosa común con su hermano Ildefonso y con Timoteo Mendieta- o de Madrid y en campos de trabajo como el de las minas de Sayago (Zamora) o en campos de concentración en Zaragoza. “Muchos fueron llevados al campo de El Balconcillo, en Guadalajara, antes de su destino final”.
La represión fue consecuencia de la denominada ‘Causa General’ de Franco para averiguar los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la que llamaron la ‘dominación roja’.
“Yo la critico porque se obliga a cada alcalde a contar lo que había pasado en su pueblo durante la contienda. Muchos de ellos habían huido, o se habían ocultado y hablaban de oídas. Otros acusaron a sus enemigos políticos”, comenta Óscar de Marcos, para referirse al caso particular de Gabriel Izquierdo Tomico. “Natural de Budia y alcalde del desaparecido municipio de La Isabela fue multado cuando había sido ya fusilado unos meses antes. Así era el aparato represor franquista que incluía depuración de funcionarios públicos que debían justificar su labor durante la República”.
Los hermanos Escribano, republicanos burgueses que eludieron la represión
Otra de las historias “curiosas” fue la de los hermanos Escribano, republicanos burgueses de Budia y propietarios de una importante empresa de construcción en Madrid. “Fueron movilizados y llegaron a tener alto rango militar en el ejército republicano en Levante”. Tras la guerra fueron detenidos y encarcelados en el castillo de Santa Bárbara en Alicante, donde coincidieron con Miguel Hernández y el novio de una de las ‘13 Rosas’ y posteriormente trasladados a Madrid donde fueron puestos en libertad.
“No he encontrado ningún Consejo de Guerra contra ellos”, relata de Marcos. Terminaron en Sevilla, creando una nueva empresa constructora que se encargó entre otras cosas de las obras de la Basílica de la Esperanza Macarena. “Contrataron a todos los vecinos de Budia que tenían penas de destierro o con antecedentes -muchos de ellos comunistas- y no podían volver al pueblo. Llegaron a tener casi 1.000 empleados”.
Se sabe que colaboraron económicamente con el Partido Comunista español, fueron juzgados y condenados allá por 1942 pero puestos posteriormente en libertad. “Siguieron colaborando también con Budia, comprando objetos, como las campanas para la iglesia. Esto también es curioso cuando siempre se vincula a los comunistas con personas anticlericales”.
Entre otras biografías, el libro también recoge los casos de Antonio Priego Lorente, médico del destructor ‘Almirante Miranda’ de la Armada republicana y vecino de Budia que llegaría a convertirse en alcalde de Mora (Toledo) entre 1940-1942 o de la primera mujer de Leocadio Mendiola, considerado un “héroe” al dirigir el bombardeo del aeródromo de La Sénia (Tarragona), base de la Legión Cóndor.
Este libro -que quiere ser “honesto”, dice el autor- pone de manifiesto que no todo es blanco o negro en esta parte de la historia de España. “Muchas personas de la derecha fueron utilizadas por el franquismo para ser exhibidas como víctimas y no todos eran falangistas exaltados. Muchos de izquierdas fueron directamente encarcelados o asesinados. Es necesaria la investigación local”.
Óscar de Marcos ha realizado también otras investigaciones relacionadas con la Guerra Civil en Guadalajara publicando varios artículos en revistas especializadas. El primero fue Jacinto Montero Muñoz, un alcarreño piloto de la República (Revista ICARO, ADAR nº 86, Abril 2006) y después junto al profesor de Historia Contemporánea de la UCLM, Benito Díaz, escribió Huir de España o morir en el camino: Los primeros huidos antifranquistas en los montes de Toledo (Revista ALCALIBE, UNED, nº 15,Talavera de la Reina, 2015) o Guadalajara 21 de julio, los cuarteles se sublevan (Revista de la Associació per la Memòria Històrica i Democràtica del Baix Llobregat, nº 17, año 2017).