La memoria histórica ya se ha convertido en una cuestión transversal. A los homenajes de represaliados durante la dictadura, al recuerdo de los guerrilleros, a la exhumación en fosas comunes y a la lucha contra el olvido del papel que tuvieron las mujeres, se une ahora también el debate sobre el traslado de los restos mortales del dictador Francisco Franco. De estas cuestiones y con motivo de las nuevas jornadas de homenaje a los maquis que La Gavilla Verde celebra en Santa Cruz de Moya (Cuenca), hemos hablado con Carmen Negrín, nieta del que fuera el último presidente del Gobierno de la Segunda República, Juan Negrín, antes del golpe de estado con el que se inició la Guerra Civil Española. Es presidenta de honor de la Fundación Juan Negrín y también del Centro de Investigación y de Interpretación de la Memoria de la España Republicana (CIIMER).
¿Cómo contribuyen este tipo de jornadas a lo que llamamos la “memoria histórica viva”?
La memoria histórica es algo que tiene que ser vivo y cotidiano. La gente tiene que aprender y conocer su historia, asumirla y vivir con ella. Saber lo que ciertas cosas tuvieron como consecuencia y aprender de ello. Saber que los gobiernos que llegan por golpes de estado no suelen traer muchas cosas buenas, por ejemplo. Y en el caso particular de La Gavilla Verde, que se centra en la resistencia de los guerrilleros, también debemos aprender que no eran bandidos como se decía en los años de Franco, sino gente que tenía ideales y seguía luchando por ellos.
En las jornadas se alude a la memoria también de varias mujeres, ¿es la memoria femenina una asignatura pendiente?
Desde luego. Durante la Segunda República, España era el segundo o el tercer país del mundo con una ministra mujer. El papel de la mujer fue igual que el de los hombres, con las mismas posibilidades y libertad. Y esto fue una de las primeras cosas con las que acabó Franco: la mujer pasó a estar a disposición y servicio del hombre. Han sufrido tanto como los hombres, pero es una particularidad de la que no se ha hablado tanto. Además, si uno se remite a los archivos y ve cuántas fueron a la cárcel, los motivos son de lo más degradantes, acusándolas de prostitutas, cuando ni siquiera la prostitución era ilegal. Sufrieron gran cantidad de humillaciones y barbaridades. Hay mucho por reconocer.
¿Cree que existe una deuda específica con los guerrilleros españoles?
Creo que sí, no solo con ellos, pero sí. Ha habido un progreso en ese sentido, pero sigue habiendo trabajo por delante.
Pero desde hace tiempo, en el centro del debate de la memoria histórica sigue estando la exhumación de Franco…
Claro, es un debate social. ¿Durante cuánto tiempo van a seguir poniendo sobre un pedestal, ya sea en el Valle de los Caídos en la Catedral de la Almudena, a un dictador que mintió, robó y mató al pueblo, y que obligó al exilio a otra buena parte? Me recuerda a algunos que están por el otro lado del charco y que hacen todo por ellos mismos, y se presentan como que son salvadores. No son salvadores de nada. Ahí el Gobierno tiene que tomar una decisión muy clara. Lo del Valle es una pequeña parte, pero por mí, yo le quitaría todos los títulos y así la familia no podría pretextar nada.
¿Ha adquirido la exhumación del dictador un carácter simbólico?
Sí, es muy importante que se haga, y no debe hacerse a medias. Que siga enterrado ahí es parte del problema. Es como la Ley de Memoria Histórica, que está muy bien, está ahí, pero si no se aplica, no hay consecuencias.
De hecho, sigue sin aplicarse ni darse cobertura jurídica a las exhumaciones en fosas comunes…
Todo ha quedado sin hacer, por miedo a molestar a unos o a otros. Y se olvidan del objetivo, que es tener un máximo de ética. Un gobierno que quiere dar ejemplo, debe darlo de verdad. Ahora son las asociaciones quienes identifican las fosas, tratan de encontrar a los familiares, piden los permisos… Hay tantas historias sobre esto. Yo conozco a gente que ni siquiera ha querido abrir pleito por una fosa, porque sabe que está debajo de un edificio y no lo conseguirán, y viven con eso. Además, está la Iglesia, que se queda calladita, y que se supone que es tan buena y generosa con los demás. Que lo demuestre también. No hay que olvidar que el 99,9% de los españoles en esa época eran católicos y apostólicos, entonces que no nos vengan con cuentos. ¿Por qué tienen ese comportamiento tan poco generoso con esta gente?
¿Por qué en España, después de tanto tiempo, no conseguimos hacer una correcta rectificación de lo que pasó en la dictadura?
La memoria histórica es un problema de Estado y también un problema político. Cada vez que tenemos ciertos gobiernos, todo se para o se va hacia atrás. Pero es un trabajo de Estado, como lo ha hecho Alemania, que ha estudiado su historia, ha obligado a los niños a que la aprendan y fue difícil porque afectaba a sus padres o a sus abuelos, pero aún así se hizo. Ahora hay ciertos partidos que están prohibidos, hay ciertas cosas que no se pueden hacer, la memoria en homenaje a los judíos. No esconden la verdad.
¿Y qué pasa en nuestro país?
En España ha habido tal lavado de cerebro que la situación es un poco como la moda de las ‘fake news’, ya no se sabe lo que es falso y lo que no. Se han tragado una gran cantidad de mentiras y viven con ellas tranquilamente. En su momento hubo un cierto miedo, que se entiende, porque el ejército estaba ahí presente y hubo además un golpe de estado. La gente estaba saliendo de un régimen que había beneficiado a muchos de ellos. Y además, 40 años de vivir con la cabeza para abajo, si no hay una fuerza superior estatal que te obligue a cambiar, no cambia nada.
¿No se ha avanzado nada?
Sí, ahora hay mucha más libertad, pero todavía hay gente, personas muy conocidas y supuestamente respetables, que siguen repitiendo que hubo cosas malas de los dos lados, justificando algo que es injustificable, y eso la gente lo acepta y piensa que es así. Por mucho que los historiadores saquen información asequible, seguimos escuchando cosas como lo que dice la Fundación Franco de que hubo 20.000 víctimas en la Guerra Civil. ¿A quién quieren tomar el pelo?
¿Qué opina de la declaración de José María Aznar comparando el “golpe del 34”, según dijo, con lo que sucede actualmente en Catalunya?
Forma parte del mismo mensaje que publicitan unos cuantos medios de comunicación. Promoción de ideas totalmente nefastas. La cuestión catalana siempre ha sido complicada y a muchos no les interesa aparentemente que se resuelva.