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 ‘Madre!’, de Darren Aronofsky: de pasaje bíblico a crítica socioambiental

‘Madre! (Mother!)’, como casi todo lo de Darren Aronofsky, lleva al espectador a removerse incómodo en la butaca. De entrada, hay que decir que es un filme que amas u odias. Aquí el espacio para el relativismo es poco. La película inquieta, estremece, repugna, conmueve, invita a la controversia, al escándalo, al sentimentalismo e incluso, puede llevar al tedio. La atmósfera en la que nos sumerge el neoyorquino es tan confusa que obliga a buscar entre alegorías el mensaje de una suerte de anarquía apocalíptica que se aproxima más al terror que al drama psicológico (o socioambiental si se adopta la postura del director). Las interpretaciones pueden ser tan variadas como los espectadores.

Aronofsky escribe en cinco días el primer borrador del guion y deja en él, según sus propias declaraciones, la ira que siente cuando piensa en lo que está pasando con el planeta y en la indiferencia de los seres humanos para con esta situación. De hecho, se inspira en la composición de ‘El Ángel Exterminador’ de Luis Buñuel para mostrar la complejidad de la trama social que plantea. Los seres humanos destruimos la Tierra, Dios es un ególatra que reinventa una y otra vez aquello que está abocado a la destrucción y vivimos en una especie de esquizofrenia colectiva.

En ‘Madre!’ vemos la historia de una pareja que vive en una mansión en el campo. Él (Javier Bardem) es un escritor que está intentando encontrar inspiración para su siguiente libro. Ella (Jennifer Lawrence) dedica sus días a atender a su retraído esposo al tiempo que se encarga de la reconstrucción de la casa que fue consumida por un incendio. De repente llega un inesperado visitante (Ed Harris) con el que Él teje una extraña amistad. Luego llega la esposa del visitante (Michelle Pfeiffer,), sus hijos y posteriormente, atraída por el éxito de Él, una marea de fanáticos. Tras una serie de sucesos inverosímiles (si nos aferramos a la historia y no a la metáfora desvelada por el director), Ella, que intenta hacer entrar en razón a su esposo y sacar de su casa a la turba de “entusiastas”, empieza a experimentar episodios de conexión con fuerzas misteriosas de la mansión.

Con una puesta en escena que lleva del sosiego al horror (uno de los grandes logros del filme), Aronofsky busca esbozar la complejidad de las pasiones humanas. Eso sí, como si se le hubiese quedado algo pendiente tras ‘Noé’ (2014), lo hace a manera de recorrido bíblico (fíjese en la costilla del padre y en el asesinato de uno de los hermanos a manos del otro). Sin embargo, el espíritu anárquico que se descubre y la extraña relación de Ella (ninguno de los personajes tiene nombre) con la mansión, hacen que la reflexión se difumine llevando al espectador a la risa, al hastío o al extremo de su capacidad neuronal. ‘Madre!’ podría recordar a rarezas como ‘Antichrist’ (2009), de Lars Von Trier, o a la filmografía de Buñuel, pero no llega a dejar esa impronta cinematográfica como para ser referencia por su planteamiento u originalidad.

Ahora bien, todo hay que decirlo. La película juega con dos bazas además de la reputación de su guionista y director, director de las magníficas ‘Cisne negro’ y ‘Réquiem por un sueño’: un elenco que no tiene desperdicio y una potencia visual que nos mete de lleno en un mundo de angustia y desenfreno, de amor, locura, entrega y narcisismo. Para Jennifer Lawrence una gran enhorabuena. Ha demostrado nuevamente lo gran actriz que puede ser y no sólo por soportar una de las genialidades de la cinta: la cámara “incrustada” en sus hombros durante todo el metraje.

‘Madre! (Mother!)’, como casi todo lo de Darren Aronofsky, lleva al espectador a removerse incómodo en la butaca. De entrada, hay que decir que es un filme que amas u odias. Aquí el espacio para el relativismo es poco. La película inquieta, estremece, repugna, conmueve, invita a la controversia, al escándalo, al sentimentalismo e incluso, puede llevar al tedio. La atmósfera en la que nos sumerge el neoyorquino es tan confusa que obliga a buscar entre alegorías el mensaje de una suerte de anarquía apocalíptica que se aproxima más al terror que al drama psicológico (o socioambiental si se adopta la postura del director). Las interpretaciones pueden ser tan variadas como los espectadores.

Aronofsky escribe en cinco días el primer borrador del guion y deja en él, según sus propias declaraciones, la ira que siente cuando piensa en lo que está pasando con el planeta y en la indiferencia de los seres humanos para con esta situación. De hecho, se inspira en la composición de ‘El Ángel Exterminador’ de Luis Buñuel para mostrar la complejidad de la trama social que plantea. Los seres humanos destruimos la Tierra, Dios es un ególatra que reinventa una y otra vez aquello que está abocado a la destrucción y vivimos en una especie de esquizofrenia colectiva.