La Casa Zavala será el escenario de la primera exposición en Cuenca de la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO). 'Pierre-Louis Flouquet. Retratos imaginarios' exhibirá a partir de este viernes día 18 de septiembre un total de 252 retratos inéditos del artista franco-belga, uno de los pioneros de las vanguardias históricas en Europa. Y será la antesala de la inauguración este otoño de la sede museística de CORPO en Cuenca.
La muestra 'Pierre-Louis Flouquet. Retratos imaginarios' reúne retratos imaginarios, con la única excepción del dedicado al pintor uruguayo Joaquín Torres García, realizados por el artista entre los años 1927 y 1931. Se trata de piezas de alto valor no solo artístico sino también documental, ya que nunca antes han sido expuestas. Forman parte de un total de 700 dibujos que pasaron de los archivos del creador, fallecido en 1967, a manos del historiador de arte Serge Goyens de Heusch, y de ahí, directamente al coleccionista Roberto Polo.
La exposición, además de significar la primera acción de CORPO en Cuenca, es el inicio de una serie de muestras que irán presentando al público obras de la colección particular de Roberto Polo, a fin de dar a conocer en mayor profundidad a los artistas que la integran. 'Pierre-Louis Flouquet. Retratos imaginarios' ha sido organizada en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad.
Biografía
Pierre-Louis Flouquet es uno de los autores emblemáticos de CORPO, que en su sede de Toledo exhibe una veintena de obras suyas, abstractas y surrealistas, realizadas en diversas técnicas. Entre los 700 dibujos del artista que atesora la colección Roberto Polo, se han seleccionado estos 252 para ser expuestos en la Casa Zavala de Cuenca hasta el 31 de diciembre.
Flouquet fue uno de los más relevantes creadores asociados a la mítica Galerie Der Sturm, fundada en Berlín en 1912, y realizó numerosas portadas para la revista que llevaba el nombre de este espacio de creación y exhibición artística, donde también expusieron su trabajo artistas de la talla de Max Ernst, Laszlo Moholy-Nagy, Paul Klee, Marthe Donas, Victor Servranckx, Oskar Kokoschka, Edmund Kesting, Franz Marc o Vasily Kandinsky entre otros.
Entre 1927 y 1931, Flouquet realiza gran cantidad de dibujos en tinta china, de un virtuosismo sorprendente, que representan rostros fantasmagóricos de aire alucinatorio, casi de pesadilla, ajenos a toda inspiración naturalista. Se diría que forman una colección de estudios de caracteres en la tradición de los que gustaban de ejecutar artistas como Leonardo da Vinci o los manieristas flamencos, uno y otros con su gusto por lo caricaturesco. Estos de Flouquet poseen una naturaleza expresionista desde luego en el límite de la caricatura.
El artista, que acentúa en los rostros aquellos rasgos que el nazismo detestaba por considerarlos impurezas raciales, realiza su serie de retratos en paralelo a los que hicieron en Alemania, en los años veinte del pasado siglo, creadores como Otto Dix, George Grosz y Max Beckmann. Flouquet se inserta en la historia del retrato imaginario en serie, de trazo espontáneo, que en el siglo XVIII Jean-Honoré Fragonard había puesto en marcha en Francia. Pablo Picasso, ya en la segunda mitad del siglo XX, también practicó este género de retrato.
Durante esos tres años, el artista pinta poco al óleo, y el dibujo a la tinta pasa a ser su modo de expresión natural y casi cotidiano, en parte por las tareas periodísticas que el ocupan a su regreso a París, que implican retratar a buen número de creadores plásticos, escritores y músicos. En paralelo y de manera creciente, sigue cultivando este retrato imaginario que ahora se muestra, entre la densidad expresionista y el estudio psicológico, exhibiendo una galería de muecas, deformidades, vicios y miserias humanas de los que esta exposición es bien ilustrativa.
Con el ascenso del partido Nacionalista Obrero Alemán, cuya ideología se sustentaba en el nazismo, Flouquet y otros muchos creadores de la vanguardia más radical fueron tildados de artistas degenerados, lo que en su caso provocó que el pintor abandonara para siempre las artes plásticas y se dedicara a la escritura y a la edición de libros.