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El Colegio de Trabajo Social pide a las administraciones “un trabajo integral, preventivo y continuado en todos los frentes con los temporeros migrantes”

elDiarioclm.es

20 de julio de 2020 10:42 h

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Lo ocurrido este domingo en los alrededores del asentamiento de la carretera de Las Peñas en la ciudad de Albacete, en el que conviven hasta 500 personas y en el que en las últimas horas se han confirmado 21 casos de coronavirus, se contempla con “gran preocupación” desde el Colegio de Trabajo Social de la región. Y en este sentido, recuerda que el asentamiento “no es nuevo” en la ciudad de Albacete además de afear que “hasta la fecha ninguna administración he decido realizar una acción integral que le diera a las personas que ahí residen un tratamiento digno”.

Por eso este lunes reclama “hacer un análisis exacto” de la situación del asentamiento y de las personas que ahí “viven”- apunta con ironía- así como “el tratamiento que se le está dando desde las administraciones y la información que están realizando algunos medios de comunicación”.

Este colegio profesional se dirige a las administraciones para que “realicen un trabajo integral, preventivo y continuado en todos los frentes” con los temporeros migrantes que durante unos meses al año pasan por Castilla-La Mancha para trabajar en el campo durante las campañas de la fruta, aceituna, fresas, invernaderos, y ahora en La Mancha con los ajos y las cebollas.

Trabajar “de sol a sol” por dos o tres euros al día

También pide control por parte de las inspecciones de trabajo para el pago justo de un salario y que se proporcione “un lugar digno en el que vivir y descansar mientras hacen estas labores”, así como una “vigilancia estrecha que erradique la labor de las mafias intermediarias”.

 Y es que, señalan los trabajadores sociales aunque la inmensa mayoría de las personas de dicho asentamiento tienen trabajo en las faenas agrícolas, “muchas veces los empleadores no les hacen contrato y otras muchas veces las mafias intermediarias se quedan con el 80%de su ínfimo sueldo; con lo que quizás están trabajando de sol a sol por 2 o 3 euros la hora”.

También aclaran que “los empleadores no le proporcionan un sitio digno para dormir, asearse, descansar; en la ciudad, al igual que en otros lugares de nuestro país, nadie les alquila una habitación, una casa donde descansar. Solo les queda buscar emplazamientos como este para hacinarse e infravivir” y mientras, denuncian, “ las administraciones siempre han mirado paro otro lado, era necesario hacer un trabajo preventivo en numerosos frentes, también en el sanitario. Dadas las circunstancias derivadas de la COVID, ¿nadie pensó que esto podía pasar?”, preguntan.

En este sentido, piden acabar “de una vez con la hipocresía de las regularizaciones por arraigo que obliga a los seres humanos a malvivir en la irregularidad durante al menos tres años en nuestro país, sin posibilidad de ser contratados y poder exigir sus derechos laborales como cualquier persona”.

Reclaman evitar mensajes y posturas de “aporofobia pura y dura”

Tanbién se hace un “llamamiento” a los medios de comunicación de la región “para que no hagan un seguimiento sensacionalista de la noticia y que en un ejercicio de periodismo realicen un análisis previo del porqué de la existencia de estos asentamientos y la situación de estas personas migrantes. Ya que un seguimiento sensacionalista solo sirve para empoderar a los racistas, xenófobos y activa el discurso del odio”.

 A la ciudadanía en general le piden que “empatice con la situación de estos seres humanos, sus miedos a verse de repente rodeados de policía, sin llegar a comprender lo que pasa, y la necesidad de esconderse o huir ante una posible detención o un confinamiento, que es necesario, pero que quizás le impedirá tener ingresos en los próximos días, y por extensión no poder comer”.

 El Colegio profesional también deja un mensaje a las y los trabajadores sociales de la región para que “sean agentes activos que ayuden a comprender estas situaciones a la ciudadanía, que seamos cortafuegos de los discursos del odio y contrarrestemos las informaciones xenófobas con datos”. 

En una situación de hacinamiento, reconocen, “la propagación del virus es segura, como está pasando en los episodios ocurridos en discotecas, entierros, almuerzos de amigos, pero aquí con un añadido, el de la pobreza, que hace que se redoble el reproche y las actitudes racistas y xenófobas hacia ellos, un acto de aporofobia pura y dura”.