Se cumplen cien años del nacimiento de Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984), una de las figuras más importantes del arte contemporáneo español no solo por su faceta de pintor abstracto, sino como el principal promotor del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el primero abierto en España, en 1966.
Una conmemoración que ha recuperado la figura de este pintor que formuló un complejo lenguaje que conecta arte antiguo y contemporáneo y que en los años 60 convirtió Cuenca en un foco de atracción del arte de vanguardia español tras un singular recorrido personal y profesional.
Nacido en Filipinas el 27 de agosto de 1924, educado primero en Suiza y luego en Harvard (Estados Unidos), su formación cosmopolita estaba muy lejos del régimen de la España franquista. Gran viajero y mecenas, Zóbel, que se había ocupado también antes de los negocios familiares, se afirmó como pintor en España, donde se instaló en 1961.
Un hombre con una personalidad “polifacética de artista, emprendedor, pero también maestro… un hombre políglota, de una gran repercusión internacional, y desde luego un hombre con una gran inteligencia”, según le describió su sobrina Celina Quintas.
“Y a mí qué se me ha perdido en Cuenca” recordaba el también artista abstracto Gustavo Torner que le respondió Zóbel cuando le propuso que instalase en esa ciudad, en la que hoy está enterrado, el museo que quería crear para su colección. Se habían conocido en la Bienal de Venecia de 1962 y a partir de entonces fue su gran colaborador y amigo.
Unos años después, en 1966, se inauguró el museo en el que se gestó la vanguardia abstracta de la segunda mitad del siglo XX en España y que está situado en las Casas Colgadas de Cuenca, y del que es titular la Fundación Juan March.
Porque en 1980 Zóbel donó a la Fundación Juan March su colección de pintura, escultura, dibujo y obra gráfica, así como su biblioteca personal y un conjunto con sus diarios y más de ciento treinta cuadernos de apuntes.
Esta fundación que acaba de celebrar este centenario con la exposición 'El pequeño museo más bello del mundo', con las obras y los artistas que protagonizaron la abstracción española.
“El Museo de Arte Abstracto Español nació para contrarrestar la casi total carencia de museos de arte contemporáneo en la escena española”, señala la fundación, convirtiéndose en uno de los primeros espacios creados y gestionados por artistas del mundo: “Se anticipó a los primeros artist-run spaces (espacios dirigidos por artistas), surgidos en los años 70 del pasado siglo”.
España no contaría con museos de arte contemporáneo hasta después de su transición democrática, más de veinte años después de aquella aventura única y original.
Este museo atesora más de cien cuadernos de bocetos y notas que tomaba tras horas y horas mirando obras del Prado y en museos de arte clásico de todo el mundo.
“Mi instrumento para hablar con los cuadros es mi cuaderno de dibujo”, decía Zóbel, que realizó bocetos de obras de Goya, Tintoretto, Velázquez, Ribera o Murillo porque con su trabajo reflexionó sobre cómo para el arte es imprescindible mirar al pasado.
Ahora, Fernando Zóbel da nombre a una estación de tren, a un instituto y a una calle en Cuenca, ciudad que lo nombró Hijo Adoptivo y en la que acaba de recibir a título póstumo la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha.
La figura de Zóbel también ha recibido difusión internacional gracias a la exposición itinerante que ha llevado casi medio centenar de obras del Museo de Cuenca a Dallas (Estados Unidos), Coblenza (Alemania), Barcelona, Granada o la sede central de la Fundación Juan March en Madrid.