“El polvo acumulado durante milenios se eleva sobre el cielo azul de Balazote”, decíamos en otra ocasión. Por otoño, los arqueólogos han vuelto a excavar en el Camino Viejo de las Sepulturas. De nuevo, kilos y kilos de tierra han dado paso a los datos que ayuden a completar un relato con más de mil años de historia. “Es una villa romana del siglo III-IV, en su apogeo, luego entra en un momento de decadencia; y los visigodos la reocupan, la transforman, crean nuevas habitaciones, expolian algunos elementos de la edificación y construyen silos. Posteriormente, los musulmanes modifican toda la estancia”, cuenta Marta Torres, codirectora del proyecto arqueológico que desde 2021 trabaja en este lugar.
En la dirección también intervienen Raquel Bujalance y Julia Sarabia, como investigadora principal. Un equipo de tres mujeres, profesionales del INAPH de la Universidad de Alicante, que ha contado con la participación de un grupo de egresados de este centro educativo y con la financiación, esta campaña, de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Balazote. Durante varias semanas han continuado las labores de excavación para conformar este prolongado puzzle en el tiempo. “Sí, efectivamente podríamos hablar de que el Camino Viejo de las Sepulturas es un asentamiento con una historia de algo más de un milenio”, afirma Julia Sarabia.
Sobre la campaña que ha terminado recientemente, amplía la arqueóloga: “Hemos cumplido con los objetivos que nos planteamos hace tres años, que era un sondeo al oeste de la zona excavada en los años setenta por Samuel de los Santos Gallego para detectar la existencia de nuevas habitaciones residenciales de la villa romana y, sobre todo, comprobar arqueológicamente el proceso de cambio que sufrió este asentamiento rural desde su abandono como gran hacienda agrícola romana en torno a finales del siglo IV e inicios del siglo V d.C”.
Y continúa: “En esta última campaña hemos completado la secuencia de ocupación del yacimiento, corroborando la continuidad del hábitat en el entorno de la antigua villa romana al menos hasta los siglos X-XI, aunque la intensidad y fisonomía del mismo cambiará, pues la población instalada a partir del siglo V en el Camino Viejo de las Sepulturas será de carácter campesino por lo que las estructuras que en época romana habían demostrado cierta monumentalidad arquitectónica y alto estatus de sus propietarios, ahora se transformarán y adaptarán a las necesidades de la nueva población que reutiliza estos espacios”.
Ciertamente, hasta el proyecto actual en el Camino Viejo de las Sepulturas de Balazote, el yacimiento solo había sido excavado hace más de cincuenta años. El periodista Sebastián Moreno contaba las primeras noticias para La Voz de Albacete. Así titulaba el periódico el 10 de noviembre de 1970: “Ruinas de un posible poblado romano. Han sido halladas interesantes ruinas, objetos de cerámica y un bello mosaico”. Y decía el redactor en su crónica: “Los inicios fueron fortuitos y corresponden a Manuel Serrano Diana, propietario del terreno, que se hallaba labrando y al que se le enganchó el arado en una piedra.
Esto se ha venido comentando desde muchísimo tiempo, según oía, ayer en un bar de Balazote. Según parece, en toda esta zona, que no es la misma donde apareció la celebérrima Bicha existía un antiguo poblado, que pudiera dar origen al actual pueblo de Balazote. Lo más curioso, y siempre según afirman los viejos del lugar, es que siempre se han hallado dificultades para labrar por esa demarcación por los múltiples obstáculos hallados, casi siempre tinajas, tejas y hoyos profundos. Esta vez un labrador se ha empeñado en hacer realidad lo que parecían cuentos“.
En aquel otoño tuvieron lugar las primeras labores de investigación en el yacimiento de la mano del entonces director del Museo Arqueológico de Albacete. De los Santos Gallego extrajo los mosaicos que hoy pueden verse en la institución albaceteña. Aparte de las composiciones de la medusa o el océano, se encuentra uno de los más representativos, “el de las sandalias”.
La arqueóloga Rubí Sanz Gamo escribiría un tiempo después sobre la diversidad de influencias en los mosaicos: “Se explica por la ubicación geográfica de las estructuras halladas, muy próximas al tramo de calzada entre Saltigi y Libisosa, en la ruta que ponía en comunicación la costa levantina con la Bética a través de Cástulo”. La arqueóloga albaceteña, que con el tiempo sería directora del Museo Arqueológico Nacional, participó, en sus inicios profesionales, de los primeros trabajos en el Camino Viejo de las Sepulturas. Una labor en la que colaboraron jóvenes voluntarios de Holanda, Inglaterra, Irlanda o Francia. Allí, junto a la Nacional 322, descansaba la mansión de un rico propietario romano.
Medio siglo después de las originarias campañas arqueológicas, el trasiego en la carretera no ha cesado. Al rugir de los motores y el temblor del asfalto se acostumbran los arqueólogos, más centrados en interpretar muros y recopilar fragmentos cerámicos. Marta Torres, codirectora del proyecto, propone varias hipótesis a las nuevas habitaciones encontradas durante la excavación: “Podría ser una zona de producción o, tal vez, en algún momento haya sido un corral, todo esto está por confirmar, con las evidencias que aparezcan en los distintos niveles arqueológicos, podremos saber si estamos en lo cierto”.
Con la colaboración del CSIC, en los próximos meses analizarán semillas o restos de huesos que perfilarán el uso de las nuevas estancias, más allá del complejo termal y parte de la vivienda que se conocía desde los años setenta del siglo pasado.
La aparición de una reja de arado y un hacha apuntan hacia otro uso del lugar. Tras la decadencia del Imperio romano, quienes ocuparon la villa no la emplearon para el disfrute de sus termas sino como apoyo para las labores agrícolas. Julia Sarabia, investigadora principal, da las claves de la reutilización de las estancias: “Los responsables de este primer momento de transformación de la parte residencial de la villa podrían ser algunos de los antiguos dependientes del propietario de la antigua hacienda romana, que encargaría probablemente a estos grupos de campesinos que se desmontara y recuperara todo el material susceptible de ser reciclado”. De hecho, aprovecharon ladrillos, mármoles o metales. Otro de los hallazgos que habla de este “reciclaje” es una acumulación de clavos de hierro en una de las aulas. Y prosigue Sarabia: “El segundo momento o periodo clave para la transformación de la antigua villa se detecta entre los siglos VI y VIII después de Cristo, cuando parece consolidarse un asentamiento rural de carácter campesino y estable, que enterrará a sus muertos en una necrópolis durante varias generaciones; en ella encontramos algunos enterramientos en fosas excavadas en la tierra, en posición de decúbito supino y orientadas siguiendo el ritual cristiano”.
La historia siguió avanzando sobre el Camino Viejo de las Sepulturas. La última fase de ocupación del sitio se iniciaría a finales del siglo VIII. La arqueóloga contextualiza: “La comunidad campesina musulmana debía habitar en una alquería cercana a la antigua vivienda romana, pero no sobre ella como en momentos precedentes, quizá para generar nuevos espacios domésticos acordes a las necesidades socioculturales de esta nueva población islámica”. Este y otros datos, apuntan hacia la idea de que “podríamos estar ante las primeras generaciones de musulmanes de la citada por las fuentes árabes como BalÄt al-ÅÅ«f, topónimo que dio origen a Balazote”. Finalmente, hacia el siglo XII, se amortizan completamente las estructuras de la antigua villa romana. Y acaban así mil años de historia de la humanidad condensados en este lugar.
También terminan aquí los trabajos arqueológicos impulsados por Julia Sarabia. El avance del Camino Viejo de las Sepulturas requeriría una consolidación de las estructuras halladas. En los próximos meses, el equipo difundirá un libro “con todos los resultados del proyecto y que contribuirá a hacer visible la problemática de la transición de las formas de habitar y explotar el territorio entre época tardorromana y época altomedieval, intentando evidenciar cómo se transformaron las dinámicas de ocupación y los paisajes rurales a partir de la Tardoantigüedad”, detalla la profesional. Su vinculación con este yacimiento comenzó con la propuesta de su profesor Lorenzo Abad. Su empeño ha permitido ampliar el conocimiento iniciado en los años setenta. Cuando en 2013, durante una entrevista, le preguntaban a Julia Sarabia, ella lo tenía claro: “Es uno de los pocos ejemplos dentro de la provincia de Albacete en los que, a través del estudio de los restos arqueológicos y arquitectónicos, se ha podido ver el reflejo de una sociedad eminentemente rural que irá evolucionando a la par que los propios acontecimientos”.
Como también dijimos en otro lugar, Balazote está en el camino de la historia. Su legado nos lleva bien lejos. Mucho más lejos que la famosa 'Bicha', la escultura ibérica que sigue asombrando en el Museo Arqueológico Nacional. El pasado de Balazote es memoria de nuestra inmensa antigüedad. En 1844 se realizó una encuesta nacional sobre el patrimonio patrio. Esta fue la respuesta acerca de este municipio: “Existen figuras de sepulturas, aunque había alguna excavación, no se ha mostrado osamenta alguna. Su forma se ve en lo exterior de la tierra”.
Dos siglos después, el trabajo de los profesionales ha comenzado a disipar esta incertidumbre. O como intuía Isabel Montejano en un artículo de 2002: “Si bien urge decir, que el Ayuntamiento y todo el pueblo, desearía que estos yacimientos, que permanecen bajo la madre tierra de los campos de labor, bancales en barbecho, fuesen investigados, seguros todos de que Balazote nos deparará arqueológicamente hablando, otras muchas sorpresas”. No se equivocaba la veterana periodista. Hoy podríamos hacernos la misma pregunta: ¿Qué esconde todavía el Camino Viejo de las Sepulturas?