Diego Arroyo, cantante de Veintiuno: “En el arte, a la limosna se le llama mecenazgo”
Sesenta conciertos en lo que va de 2024 y cerca de medio millón de oyentes mensuales en Spotify. Son algunas de las cifras que muestran el éxito de Veintiuno, la banda musical indie liderada por el toledano Diego Arroyo, que se prepara para culminar su última gira 'MITOLOGÍA' con fechas que todavía se deben confirmar. “Somos una banda. Queríamos hacer música juntos, así que empezamos a ensayar y aprendimos a tocar en el garaje de un pueblo de Toledo porque queríamos hacerlo juntos”, dijo Arroyo en la gala de los premios Odeón, cuando fueron homenajeados como Revelación Rock en 2022.
Pero ese año, Veintiuno llevaba cerca de una década de carrera musical. “Fue algo muy paradójico”, recuerda Arroyo, porque no siente que sean una “revelación de nada”. Lo que sí son, explica, es una banda que tiene una “cantidad exorbitada de trabajo” y también “una cantidad enorme de suerte”. “Tal y como hay unas 800.000 millones en España”, señala. La diferencia es que han tenido un momento de “visibilidad” y que lo han podido aprovechar. “Esto para mí es el éxito, entendiéndolo como algo que ha sido muy superior a las expectativas que tenía puesta en el desarrollo de la banda”, explica el cantante.
Veintiuno son Diego, Yago, Pepe y Rafa. Tres de ellos llevan más de once años tocando juntos. “La revelación [de los premios Odeón] es la que pone la industria. Cuando una masa crítica decide que existes y una vez lo deciden, entonces existes desde el momento en el que ellos te han conocido”, reflexiona Arroyo.
El “consenso” viene de la viralidad de la canción 'Dopamina', hace cinco años. “Tenemos entonces cinco años”, reflexiona. “Es una cultura muy tramposa. Tengo la suerte de que llevo tocando con dos de mis mejores amigos del mundo 11 años. Veintiuno es el testimonio de como hemos crecido haciendo música juntos, cómo hemos aprendido a tocar mejor, a producirnos, gestionarnos y constituirnos como una entidad laboral”, asegura el cantante de la banda.
Arroyo cita al entorno de Elvis Presley: take care of business or business will take care of you. Es decir, adaptarse o morir. “¿Vives del último descubrimiento, del último cambio del estándar del mercado y te adaptas o abandonas la carrera?”, se pregunta. “Es con lo que tienes que convivir. Nosotros hacemos música desde cachorros y ya lo hemos visto. Hay una frase que dice Yago, que es el más joven, que somos la única banda que sobrevive de los carteles de los primeros años en los que nosotros tocamos juntos”, advierte Arroyo.
Esto, para Veintiuno, es el “mayor recordatorio” de que hay que mantenerse “activo, serio y responsable”. “Porque la industria puede dar un giro, como el de 2020, que fue el momento del auge de lo digital cuando la industria con mayúsculas vio que el dinero lo tenía que sacar de un sitio que enajenaba completamente la figura del músico. Entonces vieron que el consumo venía de lo digital y no sabían cuánto iba a poder durar”, resalta.
De ahí, también el agradecimiento. “Hay una generación de músicos que trastabilló y casi se quedó fuera. Gente que no se ha recuperado del viaje y, por supuesto, la industria de la música que es algo horroroso, tampoco ha hecho por recuperarlos. Existe un equilibrio complejísimo con el que intentamos convivir, de ser lo más libres posibles, haciendo la música que queremos hacer y entender que trabajamos rodeados de gente que lo que quiere es beneficio inmediato”, asegura el cantante.
“No existe una conciencia social en la industria de la música. No existe y cada día es más palmario y a veces me da bastante miedo”, admite. Pero Arroyo también apunta a que en la historia del arte siempre ha existido esa “pulsión” entre quienes la hacen y quienes la “explotan”. “El arte siempre ha vivido del eufemismo más bonito que existe para la limosna, que es el mecenazgo”, zanja. “Hacer arte es caro, tener un hijo o una hija que se dedique a hacer arte es algo muy caro, muy difícil y muy poco probable. Entonces, entre lo rodeados que estamos de 'nepo babies', lo difícil y el cuello de botella tan enorme que tiene esta industria, diría que ahora ya no hay esperanza. Pero sería mentira”, añade.
Ser artistas y el síndrome del impostor
El nombre de Veintiuno ha aparecido en la primera línea de varios festivales celebrados en todo el territorio nacional. ¿Son los portavoces de la cultura toledana al resto de España? “Entiendo que sí, pero esto me provoca un poco de síndrome del impostor. Ser yo la voz que represente nada, lo digo de corazón. Me da pudor”, explica Arroyo. Pero añade que, efectivamente, la primera maqueta de Veintiuno fue posible gracias a que el grupo llegó a la final del desaparecido certamen de jóvenes artistas de Castilla-La Mancha. “Ese segundo premio nos permitió grabar una maqueta, comprar instrumentos y seguir tirando”, recuerda el joven toledano.
“Llevamos a gala que somos de Toledo, pero con la relevancia que tiene haber nacido aquí, como en cualquier otra parte. Sabemos que es una singularidad estadística nacer en una ciudad de 80.000 habitantes y acabar tocando por todo el país y también fuera. Es algo poco probable, porque hay muy poco caldo de cultivo, muy pocos medios para salir adelante”, reflexiona. Y se refiere a otros proyectos nuevos, como el de la joven cantautora toledana Nour. “Sabemos a lo que se enfrenta, porque lo hemos vivido y sabemos lo difícil que es”, remata.
Por ahora, Veintiuno se centrará en terminar la gira, que ha sido “abrumadora” con 60 fechas durante 2024. “Nunca habíamos tocado tanto”, asevera, y además, ha sido mientras grababan un disco. “El consumo de horas ha sido bastante salvaje y conciliarlo ha sido verdaderamente difícil. Somos privilegiados, pero eso no quita que sea muy difícil y duro”, explica Arroyo. En 2025 publicarán un disco que están terminando de grabar y comenzarán con esa gira. “Lo demás, es sobrevivir”, concluye.
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