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ENTREVISTA

Emma Suárez: “Hay demasiada oferta en las plataformas y no tenemos capacidad para asimilarlo todo”

Era una niña introvertida y “pequeñita” cuando sus padres la apuntaron a una audición juvenil para protagonizar la adaptación al cine de ‘Memorias de Leticia Valle’, de Rosa Chacel. Fue seleccionada y ahí comenzó todo. Emma Suárez se convirtió en una firme promesa del cine español, consagrada con su primer papel protagonista en la película ‘La blanca paloma’ (1989), junto a Paco Rabal y Antonio Banderas.

En la década de los 90 del siglo pasado comenzó a encadenar éxitos cinematográficos. Las películas que rodó con el entonces debutante Julio Médem ('Vacas', 'La ardilla roja' y 'Tierra') anticipan la llamada de Pilar Miró para protagonizar 'El perro del hortelano' (1996) y 'Tu nombre envenena mis sueños' (1997). Después llegarían otros muchos éxitos, entre ellos ‘Julieta’, de Pedro Almodóvar, una decena de montajes teatrales, hasta los últimos proyectos en los que la hemos visto: 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco; y 'La ternura', de Vicente Villanueva. También ha dejado huella en la televisión con series como ‘Néboa’, ‘Criminal’ o ‘Intimidad’. Por estrenar el año que viene está 'La reina roja'.

Su prestigio y reconocimiento también le ha llegado en forma de premios. Ha sido candidata en siete ocasiones al Premio Goya, que obtuvo en 1996 gracias a su aclamada interpretación en verso de 'El perro del hortelano'. En 2016 gracias a sus trabajos en 'Julieta' y 'La próxima piel', se convirtió en la segunda intérprete en ganar dos Premios Goya en la misma gala. Entre otros muchos galardones, en 2020 también recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Este domingo, se le hará entrega de unos de los Premios Alice Guy del Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) y atiende a elDiarioclm.es para charlar sobre su trayectoria y sobre sus nuevos proyectos.

Hoy recibe uno de los Premio Alice Guy, el mayor reconocimiento del Festival del Cine y la Palabra de Toledo. Después de tantos premios ¿cómo se valora cuando llega uno nuevo?

Siempre es muy agradable. Es mejor que te den premios a que no te los den (risas). Es muy bonito también darlos. También da mucho placer. Dar y recibir es en general bastante placentero. Me hace mucha ilusión, es un premio que ha recibido gente muy importante. Creo que ya alguna vez me habían intentando convocar para este galardón, pero no había sido posible. Esta vez ha llegado la oportunidad de ir a Toledo, recibir este premio y compartirlo.

Cuando son honoríficos, cuando se premia toda una trayectoria ¿también da un poco de vértigo?

Sí, estamos de acuerdo. Es verdad que hay premios que asustan un poco. Esos premios de homenaje te los empiezan a dar cuando ya eres mayor, y te dices “uy… esto es sospechoso”. En realidad es paradójico porque una tiene la sensación de que está siempre empezando. De hecho, esta debe ser de las pocas profesiones en la que una tiene siempre esa sensación, a pesar de los años que lleves dedicándote a esto. Es muy curioso, pero es así.

¿Cada nuevo proyecto es como un nuevo inicio?

Sí, siempre estás al borde del principio, sin saber lo que va a ser de tu vida, sin saber si vas a seguir trabajando. De alguna manera aprendes a vivir con la inestabilidad, pero eso provoca mucha incertidumbre. Provoca la sensación de estar siempre en la cuerda floja. Y en contraste a esta inquietud, te dan premios a toda tu trayectoria. Lo cual satisface mucho por un lado. Porque significa que aquí seguimos y ca cierta confianza.

Ha trabajado usted con casi todos los actores, actrices, directores y directoras más renombrados del cine español. ¿Considera que a lo largo de los años hay un enriquecimiento mutuo entre los compañeros de profesión?

A veces te encuentras con compañeros a los que admiras y con los que siempre te habría gustado trabajar. Ahí se cumple un deseo. Y otras veces coincides con gente de la que a lo mejor te esperabas más y luego no es así. Es un poco como la vida misma. De hecho, hay muchos proyectos que haces por el interés de trabajar con alguien. Por ejemplo, recientemente he estado haciendo una lectura con Julieta Serrano y Gloria Muñoz, en el Gran Teatro de Cádiz, leyendo el texto de Santa Teresa de Paco Becerra ('Muero porque no muero'). Para mí fue tan bonito compartir el escenario con dos magníficas actrices a las que admiro desde siempre… Ver cómo se relacionan con su oficio actrices de raza, mujeres que aman su trabajo, vocacionales. Compartir también esa inquietud y ese nervio de antes de salir al escenario, un latido, un pálpito que hay siempre antes de empezar.  

Ha sido usted autodidacta en la interpretación. ¿Qué piensa cuando echa la vista atrás y mira a la Emma de 14 años que fue elegida para una audición?

Pienso que es muy curioso cómo las primeras películas son tan determinantes en tu vida. Porque a mí me cambió la vida. Nunca pensé en ser actriz ni en dedicarme a esto. Era una niña, tan joven que no pensaba en lo que iba a hacer con mi vida. Alguna vez, cuando hablaba con mis amigas, comentaba algo sobre hacer filosofía o periodismo. Era muy introvertida, tímida. Parecía mucho más pequeñita de lo que era y eso no molaba mucho.

¿Y qué pasó?

Mis padres leyeron un anuncio en el periódico, me llevaron a una audición y quedé seleccionada. Yo seguía lo que organizaban mis padres. Lo que jamás me imaginé es que a estas alturas de mi vida seguiría dedicándome a esto. La verdad es que es increíble. Fue como encontrar un lugar donde me sentía cómoda. Y mi personalidad, que se estaba también formando en esa época, quizás también fue desarrollándose al mismo tiempo que comenzaba a trabajar. A través de los personajes que interpretaba fui descubriendo la vocación y encontrando un lugar en el que expresarme.

La interpretación para mí es un vehículo del conocimiento del ser humano

Creció y maduró con el cine...

Y además descubrí que era un medio en el que me comunicaba con el mundo. Este es un oficio también íntimo porque tú trabajas tus personajes y creas un vínculo interior con ellos. Algo que lees se instala dentro de ti y tratas de darlo desde ti emocionalmente. Es muy curiosa la simbiosis que se crea. No quiero decir que te conviertas en ese personaje, pero sí es verdad que te ayuda a descubrir y conocer. La interpretación para mí es un vehículo del conocimiento del ser humano.

¿Cómo cree que ha evolucionado el cine español en paralelo a su carrera como actriz?

Ha cambiado todo muchísimo. Y no solamente el cine, sino la sociedad. Mi primera película era en 35 milímitros, no existía internet ni los móviles. Si quedabas con alguien, era para un café a las cinco de la tarde y esa persona estaba. Si llamabas por teléfono, hablabas (risas). Me siento muy mayor contando estas cosas, pero es así. Yo vivía con mis padres y llamaban allí para los castings, los trabajos. Vivíamos con mis hermanos, porque somos una familia numerosa y era complicado, porque era todo bullicioso, y a veces ni se cogían los recados. ¡No había ni contestador automático todavía!

Y, sin embargo, se hacían películas igual...

Se hacían películas y se iba al cine. En los cines había colas para ver las películas. Y más o menos todos nos enterábamos de las películas que se estrenaban y había un circuito cultural de cine. Ahora, todo ha cambiado porque va a demasiada velocidad, hay demasiada oferta en las plataformas y no nos da tiempo ni a verlo ni a asumirlo todo. Se pone de moda una película o una serie y eso es lo que se ve, pero hay tantas que se quedan en la retaguardia...

¿Eso supone una dispersión constante del espectador, del público?

Es que no tenemos la capacidad de ir a tanta velocidad, de asimilar tanta información.

¿Usted sigue yendo al cine?

A mí me encanta ir al cine. Para mí es importante sentarme en la butaca y vivir ese momento en que se apagan las luces y la pantalla grande lo inunda todo. Me parece especial, muy mágico. No te llegan de la misma manera las películas que cuando las ves en pantalla grande. Es cuando más se quedan ahí contigo, conversando con tu memoria.

Una de las mayores revoluciones actuales en el cine ha sido el #MeToo, originado en Estados Unidos. ¿Ha habido un #MeToo español?

Creo que hay un trabajo de luchar por la igualdad y por los derechos de las mujeres, y el #MeToo ha servido para dar voz, para hacer ruido, pero ha funcionado más en Estados Unidos. Nosotros hemos recibido las voces de allí. Pero en realidad aquí no lo ha habido. Surgió dentro del cine en torno a la figura de Harvey Wenstein. Y eso aquí no ha pasado.

¿Cree que debería haber pasado o que no se han dado las circunstancias de abusos sexuales que lo provocaron en otras partes?

No lo sé… Yo creo que aquí no ha habido esa clase de productores porque se hubiera sabido, se hubiera hecho público. España quizás vivió un momento anterior a esta generación nuestra: toda esa época de ese cine del destape de los años 60. Quizás ahí si hubiera habido voces que hablaran sobre abusos, seguramente.

¿Ha vivido situaciones así?

Personalmente, yo no he vivido situaciones así en el trabajo. Y la gente que las ha vivido y ya tiene una determinada edad, lo ha dicho, y si no lo dices, hay que hacerlo, porque ahora se trata de hablar. Un ejemplo el documental 'El techo amarillo', de Isabel Coixet (2018), donde se cuenta la experiencia de un grupo de mujeres que presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales.

En esta profesión hay mucha gente que no llega a final de mes, no hay trabajo para todos

También en Estados Unidos ha habido una huelga de actores. ¿Considera que se les trata en España como se debe?

Depende de en qué sentido (risas). A veces sí y a veces no. Ya en serio, lo cierto es que hay muchísimo paro. Esta una profesión donde a veces me admira la distancia que hay entre la realidad y la imaginación del público: lo que se imaginan las personas que esto es y lo que es en realidad. Es muy diferente. Hay mucha gente que no llega a final de mes, no hay trabajo para todos. El vivir con la incertidumbre de no saber si vas a trabajar es agotador y extenuante. Y luego, a veces trabajas en las mejores condiciones y otras veces, ni hay condiciones.

La última vez que la hemos visto en el cine ha sido en 'La ternura', de Vicente Villanueva. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

He rodado con Ana Fernández, Consuelo Trujillo, Luisa Gabasa y Almudena Amor una película que se llama 'Ancestral', de Marta Cabrera y Pablo Aragüés. Se ha creado mucha química entre nosotras. Es una historia de fantasía que hemos rodado en el Moncayo (montaña entre las provincias de Zaragoza y Soria), que nos pilló el temporal de vendavales. Es que a veces esto es un oficio de riesgo, algunas condiciones de rodaje son muy duras. Y luego, este año también estoy trabajando en una película muy interesante: ‘Desmontando a un elefante’, rodada en Barcelona junto a Darío Grandineti y Natalia de Molina. Se estrenará el año que viene. Habla sobre el tema de las adicciones y cómo afectan en el núcleo familiar.

Y mientras tanto, recibiendo premios...

Encantada, siempre que pueda. Encantada de recibir premios, de darlos y de seguir trabajando.

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