Consumir de manera habitual suplementos multivitamínicos es una práctica que carece de sentido, y que en general, es más bien tirar el dinero. Son productos que sirven de poco, ya que al ser de venta libre, llevan dosis que no son adecuadas para remontar verdaderos déficits (y menos mal, porque si fueran dosis altas, podrían resultar peligrosos en personas que no las necesitaran), como mucho nos mantienen en el mismo estado deficitario.
Un multivitamínico no va a compensar una mala alimentación, ni a hacernos sentir más vitales, ni en general a solucionar ningún problema. Si nos sentimos cansados o apáticos, lo adecuado es realizar una analítica y valorar de donde viene ese malestar. O si creemos que nuestra alimentación no es saludable y no nos aporta los nutrientes necesarios, lo inteligente es intentar mejorarla con ayuda profesional, no tomar cápsulas.
Así mismo, no es inteligente tampoco comprar vitaminas o minerales en dosis altas para pautarnos nuestra propia suplementación, si no somos profesionales. Cada suplemento suele tener varias formas químicas, indicadas en distintos estados, y también varían las dosis. Tomar dosis demasiado altas puede resultar tóxico con muchos compuestos, y si son demasiado bajas, no nos recuperaremos adecuadamente.
Y, por otro lado, existe un gran negocio con este tema, y se venden muchos suplementos sin evidencia de ningún tipo, a precios elevados y con promesas falsas.
¿Ningún suplemento sirve?
¡Por supuesto que sí! Lo importante es saber qué, cómo y cuánto tomar, y eso requiere de un buen consejo de un profesional sanitario.
Estos son algunos de los suplementos que es más habitual que necesitemos, porque son déficits frecuentes y por tanto su consumo está justificado. No se indica dosis ni forma, porque eso debe pautarse en cada caso concreto:
Hierro:
El de hierro, es uno de los déficits nutricionales más habituales en el primer mundo, especialmente en niños pequeños y mujeres en edad fértil. Sin embargo, y contrariamente a lo que se piensa, la prevalencia no es mayor en población vegetariana.
La anemia ferropénica, rara vez tiene en nuestro entorno un origen dietético. Puede deberse a un exceso de pérdidas de sangre (menstruación o hemorragias intestinales), a malabsorción, a inflamaciones sistémicas, celiaquías… etc. Lo adecuado es encontrar (y solucionar) la causa. Pero mientras tanto la anemia se remonta con suplementos, es muy difícil remontarla con alimentos.
El médico nos indicará el formato y la dosis más adecuada en cada caso. Los “jarabes de plantas” y otros productos similares, además de ser mucho más caros que un suplemento de hierro corriente, no han probado su efectividad.
Vitamina D:
La deficiencia de vitamina D es cada vez más común, no porque no comamos suficiente, sino porque nos da poco el sol, que es su principal vía de síntesis. Aunque vivimos en uno de los países más soleados de Europa, vivimos y trabajamos casi todos bajo techo, y cuando nos ponemos al sol, lo hacemos con protección.
Es sencillo valorar nuestro status de vitamina D en una analítica y suplementarnos si es necesario. No deberíamos hacerlo por nuestra cuenta, puesto que la vitamina D puede ser tóxica en exceso. Puede que si tendemos a tenerla baja, sea buena idea suplementarse siempre los meses de invierno, por ejemplo, pero esto debe valorarlo un dietista-nutricionista u otro profesional de la salud acreditado.
Embarazo y lactancia:
Antes de la concepción, se recomienda que se haya suplementado el ácido fólico al menos un mes, así que aquellas mujeres que estén buscando un embarazo deberían suplementarse ya, y no esperar a confirmarlo. Después continuar al menos durante el primer trimestre de gestación.
También se recomienda en el embarazo y lactancia un suplemento de yodo.
Otros suplementos, se valorarán según el caso concreto, pero no debemos caer en la prescripción de manera indiscriminada. Podemos decir eso de que hemos tomado vitaminas y minerales por encima de nuestras necesidades.
Consumir de manera habitual suplementos multivitamínicos es una práctica que carece de sentido, y que en general, es más bien tirar el dinero. Son productos que sirven de poco, ya que al ser de venta libre, llevan dosis que no son adecuadas para remontar verdaderos déficits (y menos mal, porque si fueran dosis altas, podrían resultar peligrosos en personas que no las necesitaran), como mucho nos mantienen en el mismo estado deficitario.
Un multivitamínico no va a compensar una mala alimentación, ni a hacernos sentir más vitales, ni en general a solucionar ningún problema. Si nos sentimos cansados o apáticos, lo adecuado es realizar una analítica y valorar de donde viene ese malestar. O si creemos que nuestra alimentación no es saludable y no nos aporta los nutrientes necesarios, lo inteligente es intentar mejorarla con ayuda profesional, no tomar cápsulas.