Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
“Nos convence la idea de que las grafías prehistóricas eran un sistema de comunicación”
Se llama Primitiva Bueno-Ramírez, es catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá y miembro del Grupo de Investigación sobre Grafías Prehistóricas de la Península Ibérica. Mimi, así la conocen todos, excavó el primer monumento megalítico conocido en Castilla-La Mancha, junto a su equipo. Fue el de Azután (Toledo) declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica en el que se aprecian decoraciones grabadas y pintadas. Como el descubierto en Navalcán, que permanece sumergido en un embalse.
Son solo dos ejemplos de las investigaciones en torno a las imágenes que han formado parte de la vida de los grupos humanos del Paleolítico en adelante y que tienen relación con el fenómeno que en Europa conocemos como megalitismo, es decir, grandes construcciones a base de piedras.
“Las áreas interiores tienen mala fama. Se dice que no había nada, que hacía mucho frío”. La científica lo desmiente. “Precisamente las llanuras interiores eran las mejores para gente que vivía de la agricultura y la ganadería. Hemos realizado trabajos intensivos para demostrar la importancia del interior”.
Tanto es así que la Real Fundación Toledo le dio un premio por el trabajo sobre la necrópolis del Valle de las Higueras, en el toledano municipio de Huecas. Eso fue en el año 2006 cuando el equipo de investigación formado por Primitiva Bueno, Rosa Barroso y Rodrigo de Balbín recibía el Premio Especial por sus trabajos arqueológicos en el valle de Huecas.
En Huecas, un conjunto de sepulturas del III Milenio antes de Cristo (a.C.) verifica la existencia de pobladores desde hace 5.000 años. “Descubrimos sepulturas, los llamados hipogeos, que están excavadas en las rocas. Gracias a eso se ha descubierto una gran área de hipogeos en el interior de la Península Ibérica”.
Pigmentos de 6.000 años que ponen a España en el mapa del megalitismo
Tanto el dolmen de Azután como el de Navalcán, en la provincia de Toledo, corresponden a la misma cronología que el dolmen de Soto, en Huelva. Allí, varios investigadores de la Universidad de Alcalá, entre los que se encuentra Mimi Bueno, han descubierto restos de pigmentos del IV milenio antes de Cristo.
El monumento data de hace unos 6.000 años y según explica la investigadora “el sitio es espectacular. Un gran túmulo o especie de montañita artificial de 60 metros de diámetro que tiene una galería interior o monumento de grandes piedras con forma rectangular y alargada”. El acceso hay que hacerlo agachado en un primer tramo hasta llegar a la cámara funeraria. “En todo ese recorrido encontramos grabados y pinturas que son un descubrimiento de nuestro equipo y no se conocían en absoluto”.
El hallazgo da al traste con la idea generalizada hasta ahora de que los megalitos más espectaculares y con más decoración se encuentran en la Bretaña francesa. “Lo que se pone de manifiesto en el dolmen de Soto es que eso no es así, ambos tipos de construcciones y su decoración fueron simultáneas en Francia y en el sur de España”, explica.
“Estamos seguros de que ambas poblaciones tenían relación por la existencia de unas piedras de color verde (variscitas) que se exportaron entre comillas desde Huelva a la zona francesa porque han aparecido allí”. En todo caso, dicen, será difícil saber cuál de las construcciones -las francesas o las españolas- se hicieron antes. “No es fácil, pero lo que sí lo es, es afirmar que la Bretaña no estaba sola, no era el único lugar de Europa con monumentos muy grandes y decorados”.
“La muerte era casi un argumento político” en la Prehistoria
Los dólmenes o túmulos de los que hablamos son funerarios, pero no todos son iguales. “Tradicionalmente se dice que los monumentos cubiertos son funerarios y los que no lo están (los del tipo Stonehenge, los crómlechs) no lo eran. Bueno, no parece que esté tan claro”.
En todo caso, los monumentos funerarios son una constante en la historia humana y también más antiguos que las pirámides. “Es curioso que la mayor parte de los indicios que tenemos de las grandes obras antiguas de la Humanidad son funerarios. Parece que la muerte es casi un argumento político en el sentido en que la entendían los antiguos griegos: la política es hacer sociedad, cultura…y ponerse de acuerdo”
De hecho, opina, “para construir un sitio como el dolmen de Soto, mucha gente tuvo que ponerse de acuerdo porque los soportes pesan toneladas, pero luego iban y enterraban solo a ocho. Es un acuerdo para crear un monumento que perviva, para guardar a sus muertos”.
El interés por aquellas construcciones contrasta con las que utilizaban en su día a día. “Vivían en cabañas mucho más endebles quizá con base de piedra, pero hechas de adobe. Es decir, no se preocuparon tanto de que sobrevivieran sus casas como del lugar de sus muertos. Parece que es la manera de justificar la posesión de un territorio por parte de un grupo concreto”.
¿Se han conservado en su estructura original pese al paso de los siglos?, preguntamos. “La Península Ibérica es uno de los lugares que tiene más arqueología prehistórica conservada. Todavía hoy encontramos, día sí y día no, sitios sin tocar. Tenemos una arqueología única en ese sentido”.
Este tipo de monumentos también nos dicen mucho de las técnicas constructivas o artísticas de aquella época. “Muchos piensan que no sabrían hacer nada, pero trabajaban de maravilla porque era su especialidad. Una de ellas era mover piedras. En el dolmen de Soto hablamos de algunas con toneladas de peso. Está tan bien pensada que ha llegado a nuestros días”.
Piedras aisladas o menhires, dólmenes o estructuras cubiertas, crómlechs o piedras reunidas en una especie de semicírculo (Stonehenge, en Inglaterra) o alineamientos de menhires, como los de Carnac en Bretaña: los hay de muchos tipos y todavía queda margen para la sorpresa. “Estoy convencida. Trabajamos en detección de este tipo de monumentos antiguos y hay muchas posibilidades, sobre todo, en determinados paisajes de la zona mediterránea que además tienen materias primas muy propicias como el granito”, dice la científica.
Las grafías prehistóricas que estudian los científicos de la Universidad de Alcalá aluden a toda una serie de imágenes pintadas, grabadas y a veces esculpidas por los grupos humanos a lo largo de toda la Prehistoria.
“Sabemos que existen desde hace miles de años y las tenemos muy documentadas. Por ejemplo, la fecha más aceptada para el Arte Paleolítico son 40.000 años, pero ahora sabemos que va mucho más atrás, tenemos constancia de ejemplos de más de 65.000 años”, explica la catedrática.
Son pistas importantes para saber cómo funcionaban los antiguos pobladores de la Península Ibérica. “A nosotros nos convence la idea de que es un sistema de comunicación que quedó fijo en unos soportes de piedra que se han conservado, aunque seguro que las hubo en otros soportes orgánicos. Estos mensajes se repiten y eso sugiere algún tipo de código”, abunda.
“A muchos políticos no les parece creíble pero la arqueología le interesa a mucha gente”
Otro de los trabajos de Mimi Bueno está la excavación en el dolmen del Portillo de las Cortes, en Aguilar de Anguita (Guadalajara). Se trata de un proyecto “a largo plazo” del equipo del Área de Prehistoria de la Universidad de Alcalá. Es el único monumento megalítico conocido en esta provincia y los expertos estiman que pudo ser construido en el IV milenio o el V milenio a.C.
Su estructura incluye una cámara funeraria y un largo corredor que ya fueron excavados a comienzos del siglo XX por el marqués de Cerralbo y cuyos materiales fueron depositados en el Museo Arqueológico Nacional. Ese fue solo el comienzo. Los investigadores han centrado los últimos trabajos en analizar las materias primas con las que fueron elaborados los objetos depositados junto a los muertos.
A Mimi Bueno los investigadores de la empresa Cota 667 le han consultado sobre otro de los grandes enigmas de los últimos meses, tras el descubrimiento del que se conoce como el Crómlech de Totanés (Toledo) del que se ha dicho que podría albergar la mayor estructura megalítica de España.
“La única manera será excavar, ver las fosas y si hay material”, dice la catedrática, quien lamenta que en España haya “lugares donde a la arqueología no se le da la importancia y el valor que tiene. En las zonas interiores es un elemento fundamental para sostener un turismo de interior que no es el sol y playa. Puede tener nichos dignos porque tenemos unos yacimientos fantásticos y aunque a algunos políticos no les parezca creíble, le interesa a mucha gente”.
Pone como ejemplo a la desconocida Cueva de los Casares, en Guadalajara. “Las cosas hechas dignamente tienen salida. Estamos en un país en el que la gente tiene cada vez más cultura y que estas cosas le interesan. Hay una demanda clarísima, pero queda mucho camino por recorrer”.
Se llama Primitiva Bueno-Ramírez, es catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá y miembro del Grupo de Investigación sobre Grafías Prehistóricas de la Península Ibérica. Mimi, así la conocen todos, excavó el primer monumento megalítico conocido en Castilla-La Mancha, junto a su equipo. Fue el de Azután (Toledo) declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica en el que se aprecian decoraciones grabadas y pintadas. Como el descubierto en Navalcán, que permanece sumergido en un embalse.
Son solo dos ejemplos de las investigaciones en torno a las imágenes que han formado parte de la vida de los grupos humanos del Paleolítico en adelante y que tienen relación con el fenómeno que en Europa conocemos como megalitismo, es decir, grandes construcciones a base de piedras.