Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
De ‘La Espantasma’ a Halloween: el Día de Difuntos pese a que la muerte sigue siendo ‘tabú’
En Los Navalucillos (Toledo), en pleno Parque Nacional de Cabañeros, dice la tradición que, cuando llega el primero de noviembre, en las calles del pueblo puede verse a ‘La espantasma’. Es una figura femenina casi siempre, con connotaciones sobrenaturales y con la que es mejor no enfrentarse si uno la encuentra en esta época del año.
Margarita Paz Torres, filóloga hispanista y coordinadora de los Encuentros Internacionales Espacios Míticos de la Universidad de Alcalá, explica que se trata de una leyenda que, en realidad, ha estado muy extendida en España en esta y otras épocas del año.
“Es un término medieval, aunque el municipio no es tan antiguo. Los términos fantasma o pantasma han sufrido muchos cambios en España, incluso de género gramatical. Todavía hay pueblos donde no se habla de ‘el fantasma’ sino de ‘la pantasma’ o la ‘fantasma’. En este caso se mezcla este término medieval con ‘espantar’. Es una figura que ha estudiado mucho José Manuel Pedrosa, profesor de la Universidad de Alcalá, experto en folklore y literatura oral”, explica.
Algunos relacionan la historia de ‘La Espantasma’ con la costumbre entre los vecinos de disfrazarse de fantasmas con grilletes en los pies, portando un candil y lanzando aullidos. “Se paraban ante ciertas cruces que hay en varias casas del pueblo a rezar”. En otros casos, explica Margarita Paz, “se habla de mujeres que hacían ‘mandas’ a la virgen, por ejemplo, para que un familiar se curase y se comprometían a convertirse en ‘espantasmas’ por un tiempo determinado. Siempre iban con la cara cubierta y acompañadas de un hombre que las seguía en la distancia”.
En algunos pueblos todavía se mantiene la tradición del toque de campanas de ánimas por la noche (en la catedral de Sigüenza existe una campana con ese nombre). En otros tiempos, esa noche no se recomendaba salir de casa “porque se corría el peligro de quedar atrapados por las ánimas”. Gustavo Adolfo Bécquer plasmó este peculiar sonido en su relato ‘El Monte de las ánimas’: “La noche de difuntos me despertó, a no sé qué hora, el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno…”
La confusión entre el Día de Todos los Santos y el Día de Difuntos
En España es habitual confundir la celebración del Día de Todos los Santos (el 1 de noviembre, festivo nacional) con el Día de los Difuntos (el 2 de noviembre). Aunque distintas, ambas están relacionadas con la tradición católica y ya fueron recogidas en la literatura medieval y barroca, según explica Margarita Paz, especialista en Filología Hispánica.
“En la Edad Media existían los llamados ‘Tratados del Bien Morir’, con mucha popularidad durante el siglo XV, derivados de la obra de Juan Gerson, ‘De scientia mortis’, con instrucciones para el bien morir, ilustraciones y grabados”. Se enmarca en el contexto de las creencias cristianas “con la persona a punto de morir, junto a ángeles que tratan de salvar su alma, y demonios que le tientan para que se arrepienta de sus pecados”. Es algo que ha venido marcando, a lo largo de los siglos, la relación con la muerte en España y que también ha trascendido a los países iberoamericanos.
Así, ‘La Catrina’, el icono que identifica la celebración de Día de Muertos en México y que es obra del grabador mexicano Juan José Posada se inspiró, probablemente, en aquellos tratados del siglo XV y en las Danzas de la Muerte medievales. “En México se mezcla la tradición católica con la pagana, pero sobre todo el Día de los Difuntos se basa en las celebraciones de los pueblos originarios de aquel país. Su visión es mucho menos negativa que la que tenemos en la tradición judeo-cristiana, que está más vinculada al castigo y a la culpa”, explica Margarita Paz.
En el caso de México, una de las tradiciones del mundo más conocidas en estas fechas, “es un homenaje a los familiares que no están, pero que ese día ‘vuelven’ de alguna forma y se festeja comiendo y cantando. Es muy colorido. La tradición en los pueblos es una celebración en los cementerios, donde pasan la noche con sus muertos. Es un acto de amor y de homenaje en el que se traspasa el umbral entre la vida y la muerte”.
En España es muy distinto. Aquí el día de Todos los Santos y el Día de Difuntos siempre han tenido una connotación tenebrosa y tristona, cuyos ritos se han limitado a llevar flores a los cementerios. “Lo que aquí prevalece es la contención de emociones”, subraya.
Eso sí, en los últimos años, a esta tradición se viene sumando la, cada vez mayor influencia, de la Fiesta americana de Halloween. “Es todo un éxito entre los niños mientras que la tradición de ir a los cementerios está quedando para los más mayores”.
La muerte, un ‘tabú’ que persiste
Hoy en día, hablar de la muerte “sigue siendo un tabú”, reconoce esta experta en difusión científica y cultural. “La hemos convertido en algo artificial, encorsetada. En los velatorios se vive de manera muy distinta a lo que ocurría antaño. Hasta los años 80 del siglo XX la tradición era velar a los difuntos en casa”.
El ‘tabú’ incluso se ha extendido al hecho de que se llega a ocultar a los más pequeños. “Si se ha muerto el abuelo, mejor que no lo sepa, que el niño no vaya. Es una sobreprotección. Antes la muerte formaba parte de la vida. Era natural y se vivía en familia. Por eso digo que era más natural. No sé si nos hemos vuelto más fríos”.
En Los Navalucillos (Toledo), en pleno Parque Nacional de Cabañeros, dice la tradición que, cuando llega el primero de noviembre, en las calles del pueblo puede verse a ‘La espantasma’. Es una figura femenina casi siempre, con connotaciones sobrenaturales y con la que es mejor no enfrentarse si uno la encuentra en esta época del año.
Margarita Paz Torres, filóloga hispanista y coordinadora de los Encuentros Internacionales Espacios Míticos de la Universidad de Alcalá, explica que se trata de una leyenda que, en realidad, ha estado muy extendida en España en esta y otras épocas del año.