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Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia

Soluciones de habitabilidad para los refugiados: “Hay que dejar de interpretar el desplazamiento forzado en términos de amenaza”

Imagen de archivo de refugiados ucranianos a su llegada a un campamento junto al aeropuerto de Berlin.

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En el año 2009, de forma incipiente, la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) inició un cambio en sus estrategias para la protección y asistencia a refugiados. Su propuesta pasaba por evolucionar desde los campamentos hacia la integración en las ciudades. Este cambio se consolidó en 2014 con la llamada Política de Alternativa a los Campamentos (PAC), un plan que aplica desde entonces.

El giro de estrategia fue inédito en la trayectoria de esta institución porque puso el acento en la integración urbana del refugiado y relegó la solución clásica de campamentos a situaciones excepcionales y extremas de emergencia.

Las consecuencias de esta política no han sido aún estudiadas en profundidad desde la perspectiva de la arquitectura y el urbanismo. Isabel Bravo Barahona, doctora en Arquitectura por la Universidad de Alcalá se propuso hacerlo, a través de su proyecto ‘Políticas de ACNUR en materia de habitabilidad: del refugiado en campamento a la integración urbana (1950-2019)’.

Se preguntó por qué ACNUR cambió su orientación a la hora de dar soluciones de habitabilidad a los refugiados, y qué consecuencias ha tenido para ellos y para las comunidades de acogida.

Las opiniones sobre las migraciones no tendrían que estar siempre intoxicadas por la emocionalidad, sino basadas en datos científicos

“A la hora de realizar la investigación me resultó sugerente la cantidad de documentación y datos que conserva ACNUR y que no se están utilizando en el discurso sobre las migraciones”, dice esta arquitecta urbanista.

En su opinión, “lo sorprendente es que no se aborden las soluciones de refugio y que, mientras, en los medios de comunicación escuchemos posiciones políticas en contra o a favor, pero sin base de conocimiento científico”.

Por eso considera “fundamental” una mayor difusión y coordinación en todos los ámbitos, tanto por parte de organizaciones no gubernamentales (ONG), como desde la academia y los sectores público y privado.

Reclama usar la información acumulada por los organismos internacionales porque, dice, “las opiniones sobre las migraciones no tendrían que estar siempre intoxicadas por la emocionalidad, sino basadas en datos científicos”.

De los campamentos a la integración local de los refugiados

Ha analizado cómo ACNUR dio respuesta a distintas crisis, en diferentes momentos de la historia. Desde los reasentamientos húngaros en Estados tras la represión soviética (1956), con transición hacia la integración local, pasando por los grandes campamentos camboyanos en Khao-I-Dang (Tailandia) tras la invasión de Camboya por Vietnam (1975). Ha estudiado la repatriación de ruandeses en Goma (R.D. Congo) tras el genocidio en Ruanda (1994) o la integración de los sirios huidos de su país en Gaziantep (Turquía) tras el inicio de la guerra en 2011, donde se apostó por la integración urbana, en vez de los habituales campamentos.

“Cuando comencé la investigación el 60% de los refugiados ya vivía en ciudades o en comunidades, ahora debe ser un 70%. La idea general es que los refugiados viven en las tiendas de campaña y eso no es así. Eso despertó mi interés por investigar en la integración local. Fue un punto de partida”.

A esta investigadora le impactó ver las imágenes en televisión, allá por 2015, de las familias sirias huyendo con la casa a cuestas. “Me pregunté cómo era posible que no se abordasen soluciones arquitectónicas. Nuestro objetivo como arquitectos es proporcionar espacios habitables. Me parecía algo evidente y, sin embargo, no había estudios sobre este tema”.

La solución de los campamentos es óptima para una emergencia porque permite la ayuda humanitaria centralizada, con acceso a recursos de cobijo y alimento, aunque sea de forma precaria, pero debe ser algo temporal

ACNUR ya se interesó entre los años 1980 y 1990 por dar respuestas de acogida a los refugiados que no se limitasen a los campamentos, sino que tuvieran hueco en los entornos urbanos. “La solución de los campamentos es óptima para una emergencia porque permite la ayuda humanitaria centralizada, con acceso a recursos de cobijo y alimento, aunque sea de forma precaria, pero debe ser algo temporal”, afirma.

Y es que, los datos indican que en los campamentos planificados “falta capacidad de los refugiados para decidir sobre sus propias vidas. Han pedido su mundo doméstico y se ven en un recinto donde no puede moverse o trabajar. Siempre será mejor estar en un país de acogida donde cada uno pueda buscarse su modo de vida”, opina.

Isabel Bravo reconoce que, pese a que la política de Alternativa a los Campamentos (PAC) se aplica de forma activa desde hace más de una década, los resultados no han sido los óptimos. Muchos campamentos que debieron ser temporales, han terminado convirtiéndose en soluciones indefinidas.

La investigadora atisba fallos en un sistema condicionado por las ideologías. “La tecnología de la habitabilidad ha estado a disposición, pero claro son soluciones muy puntuales y no resuelven el problema de fondo. Eso es cuestión de voluntad política”.

La tecnología de la habitabilidad ha estado a disposición, pero, claro, los campamentos de refugiados son soluciones muy puntuales y no resuelven el problema de fondo. Eso es cuestión de voluntad política

Desde su punto de vista, “la integración local de los refugiados, bien gestionada, puede ser un motor de progreso para las sociedades de acogida”, afirma, para reconocer que el sistema tiene fallos.

“Cuando hablamos de grupos de gente extranjera en determinados puntos de la ciudad, van atrayendo a sus familiares o compatriotas a los mismos lugares. Acaban ocupando solo algunas zonas, y se convierten en guetos. Eso es fruto de no tener una migración bien ordenada, organizada y coordinada entre las instituciones del país y con las internacionales. Solo hay que ver lo que está pasando en Europa, cada país funciona como le parece”

“No se ha conseguido dar autonomía productiva a los refugiados”

La especialista en urbanismo se muestra tajante al afirmar que no se están consiguiendo los objetivos planteados por ACNUR. “La permeabilidad espacial en la ciudad no ocurre, aunque se piense que se está haciendo una verdadera integración”.

Dice que la propuesta del organismo internacional “casi ha sido un brindis al sol. Es lo ideal, pero el intento de lograr la integración local y dar autonomía productiva a los refugiados no se ha conseguido”.

Los campamentos generan rechazo, tanto de la población local en los lugares donde se habilitan como por los propios refugiados. “Son un modelo inevitable en las emergencias porque son la solución más eficaz, siempre que sean temporales, pero si se cronifican en el tiempo dejan de ser útiles y la solución termina siendo lo peor”.

Basta con analizar un caso reciente. En Castilla-La Mancha se barajó la posibilidad de habilitar el infrautilizado aeropuerto de Ciudad Real para la acogida temporal de personas migrantes. El ruido político trasladado a la sociedad fue ensordecedor. “Se entremezclan las luchas ideológicas y de programas políticos, pero no hay una reflexión sosegada sobre lo que significa usar una infraestructura para un campamento”, dice la urbanista que, insiste, debe ser temporal.

“El rechazo social se produce porque no se explica bien. Todo debe estar legislado y coordinado. De manera muy simplista la gente odia o acoge, pero sin tener una perspectiva más amplia”, lamenta la investigadora.

Es necesario hacer un esfuerzo para revertir la tendencia general a interpretar el desplazamiento forzado en términos de amenaza y obstáculo para el desarrollo y el crecimiento económico

Las migraciones son uno de los debates de plena actualidad debido a guerras como la de Ucrania o en la franja de Gaza, debido también al fenómeno de éxodo hacia Europa con entrada, entre otros puntos, a través de las islas Canarias, e incluso por las políticas migratorias de Estados Unidos, tras la llegada de Donald Trump a la Presidencia de aquel país.

“Es necesario hacer un esfuerzo para revertir la tendencia general a interpretar el desplazamiento forzado en términos de amenaza y obstáculo para el desarrollo y el crecimiento económico”, señala Isabel Bravo. En su opinión, se trata de fomentar el conocimiento por parte de la opinión pública de los informes institucionales ligados a las migraciones.

Esa aproximación al conocimiento tanto por parte de la ciudadanía como de los gestores y políticos debe hacerse, insiste, “desde los datos objetivos, no desde presupuestos ideológicos” y aboga por tender puentes entre la Ciencia y la Política en este ámbito.

“Solo con el conocimiento fundamentado del desplazamiento forzado se podrá llevar a cabo una regulación racional e informada del fenómeno que permita a los refugiados la reconstrucción de sus vidas, y a las sociedades de acogida, valorar su experiencia, capacidades y destrezas, haciéndoles partícipes de un proceso de desarrollo común en el que se sientan integrados”.

¿Quién le pone el cascabel al gato cuando hasta la ONU ha sido cuestionada? ¿Es factible la propuesta que usted realiza en la tesis?, preguntamos. La investigadora dice no tener respuestas que, incide, están en el ámbito político.

“No es la primera vez que ocurre, en Ruanda, durante el conflicto entre los hutus y tutsis ya se cuestionó a ACNUR. La situación hoy es caótica, pero entonces también lo era. Mientras Naciones Unidas no sea un organismo de cohesión, mientras se torpedeen los acuerdos… No se podrá hacer nada. Las soluciones deben ser políticas, y no pueden tomarse de forma individual cuando hablamos de acogida”.

Las conclusiones de su investigación describen las ventajas e inconvenientes, desde el punto de vista social y espacial, de la integración urbana de refugiados frente a su protección en campamentos.

Sugiere algunos criterios generales para anticiparse a problemas arquitectónicos y urbanísticos derivados de las políticas de acogida que impulsa Naciones Unidas y ofrece orientaciones sobre las competencias profesionales más adecuadas en arquitectos y urbanistas para desarrollar con mayor eficiencia la mejora de las condiciones de habitabilidad de los refugiados.

Isabel Bravo Barahona ha recibido varios galardones por este trabajo. Entre ellos, el Premio 'Jaime Brunet' de la Universidad Pública de Navarra por su defensa y promoción de los derechos humanos y, de forma más reciente, el galardón ‘Belén Gesto’ a la mejor tesis doctoral a nivel internacional en el marco del Congreso Arcadia VI (Arquitectura y Cooperación al Desarrollo) celebrado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla. 

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