Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
La Universidad de Alcalá que fundó un arzobispo de Toledo cumple 25 años como Patrimonio de la Humanidad
En este año 2023 se cumple el 25 aniversario de la declaración de la Universidad de Alcalá (UAH) como Patrimonio de la Humanidad. Desde sus orígenes, a finales del siglo XV, fue diseñada como ciudad universitaria y esa singularidad ha sido reconocida por la UNESCO.
“Hasta ese momento las universidades solían incorporarse a las ciudades en edificios aislados. A veces generaban cierta zonificación universitaria como en Salamanca o Córdoba e incluso en Oxford”, explica Fernando da Casa, subdirector de Relaciones Institucionales y director adjunto de la sede de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá (UAH) en Guadalajara.
“Somos la única universidad de España reconocida como Patrimonio de la Humanidad”, apunta el también catedrático de escuela universitaria. De hecho, de las 30.000 universidades que hay en el mundo, solo cinco cuentan con el distintivo. Es el caso de la Institución alcalaína junto a las universidades de Virginia, Central de Venezuela, Universidad Nacional Autónoma de México y Coimbra.
La declaración como Patrimonio de la Humanidad de la Universidad de Alcalá y de la ciudad se produjo el 2 de diciembre de 1998 en Kioto (Japón). Un premio a su carácter de precursora de la cultura y la lengua en el Siglo de Oro, con obras como la Biblia Políglota Complutense, cuna de Cervantes y modelo en la planificación y estatutos de universidades de Latinoamérica y Europa.
De la fundación en 1499 al ‘cerrojazo’ del siglo XIX y la recuperación en el siglo XX
Francisco Jiménez de Cisneros –Gonzalo era su nombre original– fundó la Universidad de Alcalá siendo arzobispo de Toledo. Había sucedido en el cargo a Pedro González de Mendoza ‘el gran cardenal’, quien había apostado años atrás por ampliar la ciudad.
“Entonces era una villa medieval en decadencia tras la expulsión de los judíos”, explica Fernando da Casa. En 1495 Cisneros ya había comprado varios edificios de esa zona de ampliación de Alcalá de Henares. La primera piedra de la universidad se puso en 1499. “Se hizo a una velocidad impresionante”.
Cisneros era franciscano, “austero y dotado de espíritu humanista de sus años de formación en el Vaticano” que llegó a ser regente del reino. En aquella época el Arzobispado de Toledo gobernaba un vasto territorio que incluía Madrid o la provincia de Guadalajara.
¿Por qué no elegir entonces Toledo como sede universitaria? “Cisneros se planteó instalar su proyecto universitario en Alcalá después de haber trabajado en Sigüenza [allí había sido capellán mayor de la catedral], donde ya había universidad. Es como si fuera su precedente”, explica Da Casa.
“El arzobispo era el señor de Alcalá, una ciudad en decadencia en la que no tenía competencia política. Se ocupó de urbanizar la zona nueva y la vieja. Era una gran oportunidad”, añade, para crear un centro universitario alejado del Cabildo catedralicio toledano. Un centro del saber frente al centro de poder religioso.
La fundación de la Universitas Complutensis coincide con los albores de una nueva época en la historia de la humanidad, el final de la Edad Media y el surgimiento de la Edad Moderna con su primera gran manifestación cultural: el Renacimiento.
Durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Alcalá se convirtió en el gran centro de excelencia académica: en sus aulas enseñaron y estudiaron grandes maestros como Nebrija, Tomás de Villanueva, Ginés de Sepúlveda, Ignacio de Loyola, Domingo de Soto, Ambrosio de Morales, Arias Montano, Juan de Mariana, Francisco Valles de Covarrubias, Juan de la Cruz o Lope de Vega, Quevedo…
La universidad se cerró a mediados del siglo XIX, como resultado del proceso de desamortización. “Todo su material se traspasó a la Universidad Central, que más tarde se convertiría en la Universidad Complutense, heredando el nombre de Complutum, como se conocía a Alcalá en época romana”.
Durante más de un siglo el patrimonio universitario que pertenecía a las órdenes religiosas fue vendido. “El edificio del actual Rectorado llegó a ser una fábrica de gusanos de seda”, explica Da Casa. El “vacío” que dejó tras de sí la marcha de la institución académica, apunta, provocó el surgimiento de “un movimiento social al ver los vecinos cómo quiénes compraban los edificios comenzaban a expoliarlos. Eso desembocó en la creación de la Sociedad de Condueños”.
La aspiración de recuperación de la Universidad de Alcalá se mantuvo viva gracias a esta Sociedad de Condueños. “Adquirieron la mayoría de los edificios para cederlos a la Administración”. La universidad renació en 1977 abriendo de nuevo las aulas hasta llegar a la actualidad. En mitad del camino, el 2 de diciembre de 1998, la UNESCO la declaraba Patrimonio de la Humanidad.
La UAH y Guadalajara: Desde Cisneros o la Academia de Ingenieros al campus del siglo XXI
Hoy la Universidad de Alcalá tiene tres campus y todos se benefician de ese distintivo de la UNESCO. Uno de ellos está en Guadalajara, una provincia a la que ha estado ligada históricamente, desde sus orígenes en el siglo XVI con un cardenal Cisneros fuertemente vinculado a la provincia, hasta nuestros días. Esos vínculos se renovaron en el siglo XX y se mantienen en XXI. “Es una cuestión singular porque somos una universidad con sede en dos comunidades autónomas distintas”.
En la etapa contemporánea, todo comenzó cuando la Escuela de Magisterio de Guadalajara (que data del siglo XIX) se adscribió a la Universidad de Alcalá en 1979. Desde entonces su presencia en la ciudad y en la provincia ha ido creciendo.
Fernando Da Casa cree que existe también una curiosa relación de la universidad con la ciudad. Casi un paralelismo. La primera sede de la Academia de Ingenieros de Guadalajara estuvo en un edificio que había sido propiedad de la Universidad de Alcalá, el Colegio de San Basilio. “Durante la Guerra de la Independencia salieron de allí para evitar caer en manos de los franceses. Es lo que se conoce como la fuga de los zapadores, hasta que en 1833 aparece en unas amplias instalaciones frente al Palacio del Infantado de Guadalajara”. Es el mismo lugar en el que ahora la Universidad de Alcalá se dispone a abrir su nuevo campus, con una fuerte apuesta por la investigación.
“La Academia Militar de Ingenieros que existió en Guadalajara fue la precursora de las actuales escuelas politécnicas o de las escuelas de Caminos. Desde el siglo XVIII, todos los ingenieros eran militares”, recuerda. Y no era, dice, “un mero centro de formación de soldados, sino un centro de universitario de investigación. Allí es donde apareció por primera vez la aerostación y donde, además, se formaron los primeros pilotos del país”.
El paralelismo con la Academia de Ingenieros de Guadalajara: estuvo en el mismo lugar en el que ahora la Universidad de Alcalá se dispone a abrir su nuevo campus. Ambas con una fuerte apuesta por la investigación
Da Casa recuerda cómo allí fue donde en 1918 un oficial de esta academia propuso crear un enlace, mediante una línea transatlántica, con dirigibles, desde Galicia a Estados Unidos. “La empresa Hindenburg compró la patente a los españoles y además el primer traje estratosférico, similar al de los astronautas, se diseñó en esta academia”.
“Fue un centro de investigación puntero que rivalizó con otros europeos y que obtuvo premios internacionales”. La Universidad de Alcalá “recogió su testigo a pesar de no ser herederos directos”.
Además, la Universidad de Alcalá ha colaborado durante décadas en la recuperación del patrimonio de la provincia de Guadalajara: en Pastrana, en Sigüenza o en Atienza. Son algunos ejemplos. “Se llegó incluso a hablar con la población de Retiendas, para adquirir el Monasterio de Bonaval”. Un proyecto que no cuajó. “Entre las máximas de la universidad siempre ha estado la conservación del patrimonio”, sostiene Fernando Da Casa.
Un “triple enfoque” formativo: arquitectura, patrimonio y sostenibilidad
Fernando da Casa asegura que, gracias a la declaración de Patrimonio de la Humanidad, tanto a alumnos como profesores “se nos brinda la oportunidad de trabajar en un lugar extraordinario, con ejemplos directos de lo que es el patrimonio histórico. La Universidad de Alcalá apuesta por formar no solo en torno a la obra en sí, sino también sobre el uso, gestión y explotación de los edificios”.
De hecho, la Escuela de Arquitectura ofrece un Máster de Gestión Integral en el Patrimonio Arquitectónico. “No se trata solo del diseño en las edificaciones nuevas, sino que tenemos el ‘plus’ añadido de estar en un lugar especial. Eso dota a los alumnos de un ‘chip’ muy particular, por decirlo de alguna manera, a la hora de saber trabajar en el patrimonio protegido al máximo nivel”.
El docente habla incluso de un “triple enfoque” porque, además de la formación en patrimonio y arquitectura, está la relacionada con la “sostenibilidad”. Y es que a veces, dice, “en los edificios históricos no sirve poner placas solares y hay que saber buscar soluciones más originales o más pensadas”.
Puedes conocer el Programa del 25 aniversario de la Universidad de Alcalá haciendo click en este enlace.
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