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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

En cuestión de aire, lo importante también está en el interior

Actualmente la cuestión de la calidad del aire está a la orden del día. La gente se va concienciando cada vez más del problema acuciante que tenemos en las ciudades. Las chimeneas, los tubos de escape, las industrias y un sinfín de acciones que hacen que nuestro aire exterior empeore y se contamine, siendo perjudicial para aquellos que lo respiren continuamente. De hecho, los contaminantes que emitimos cada día a la atmósfera están muy controlados mediante leyes y directivas europeas. Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar en la calidad del aire que hay dentro de nuestros hogares y en sitios cerrados?

La Agencia de Protección Ambiental Estadounidense (EPA) ha calculado que, de media, pasamos un 90% de nuestro tiempo en sitios cerrados y que los niveles de contaminación que se alcanzan en ellos pueden ser entre 10 a 100 veces más elevados que los niveles que se alcanzan fuera. Es una cuestión que se tiene en cuenta para hacer los sistemas de filtración de las calefacciones y de ventilación más eficientes, disminuyendo la cantidad de estos contaminantes que se puedan emitir al interior. Sin embargo, esto no se queda ahí.

Se ha descubierto recientemente que muchos de los productos que utilizamos día a día en nuestras casas envenenan nuestro aire, y en consecuencia, nosotros los respiramos. Aquí se enumeran algunos de estos productos, algunos de ellos muy inesperados:

Limpieza, tabaco y tóners

-Productos de limpieza: es cierto que de todos los productos enumerados este era el más esperable. Los vapores de las lejías, los detergentes, y toda la lista de productos que se utilizan para mantener nuestra casa limpia ensucian nuestro aire interior. Parece que no es un grave problema, pero a la hora de descubrir lo que puede causarnos a largo plazo puede preocupar algo más: desde irritaciones en la piel, en las vías respiratorias y pulmones hasta empeorar los síntomas de alergias o asma. A la larga puede llegar a ser cancerígeno, ya que daña algunos sistemas como el renal o el hepático entre otros. De ahí a que se recomiende utilizar estos productos en espacios ventilados.

-Humo de tabaco: esto también era algo obvio ya que todos sabemos el daño que puede producir el tabaco no solo a quien lo consuma, sino a los que están alrededor. Se ha descubierto hace poco que, las partículas que componen el humo, las cenizas que se dejan en el cenicero, y el resto de productos que se utilizan para fumar acaban en nuestras vías respiratorias, o incluso en los tejidos y alfombras de nuestras casas. Para evitar la gravedad de esta acción, de nuevo se recomienda ventilar bien el lugar para así diluir las sustancias contaminantes hasta niveles que no sean tan perjudiciales para nosotros.

-Pinturas, pegamentos, tóner de las impresoras: en despachos y habitaciones donde se disponga de impresoras, se ha comprobado que la calidad del aire allí se ve reducida, casi tanto como si una persona hubiera estado fumando allí.  Y es que las partículas pequeñas que se desprenden de estos materiales pueden entrar por nuestras vías respiratorias. Se debe destinar el uso de estas a un tiempo limitado, evitando utilizarlas en lugares donde posteriormente se vaya a dormir. Además, las pinturas que se usan para pintar nuestras casas, los barnices de los muebles, todo desprende contaminantes que, sin saberlo, estamos respirando día a día.

-Ambientadores, perfumes, velas, inciensos: inimaginable, ¿verdad? Algunas colonias que utilizamos día a día, los ambientadores que dejan un olor agradable en nuestras casas… ¡Son muy malos para nosotros! Resulta que los perfumes y ambientadores son aerosoles, los cuales entre otros muchos compuestos, contienen COVs (Compuestos Orgánicos Volátiles). De hecho, uno de los más tóxicos (es de los pocos que se encuentran legislados debido a su alta toxicidad) es el benceno, el cual se ha encontrado en el incienso, junto con partículas y formaldehídos, tal y como expone la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios). Esto acrecienta las afecciones que se puedan tener ya por asma o por otras enfermedades respiratorias.

Parece increíble que la mayoría de productos que utilizamos sin darnos cuenta estén empeorando nuestra calidad del aire, y a su vez, nuestra calidad de vida. Se está investigando cada vez más para poner solución a estos problemas, pero de momento no se controla demasiado. De hecho, al buscar la legislación que indique los niveles a los cuales pueden ser perjudiciales, te das cuenta de que la mayoría no están o que existe muy poca información al respecto.

Es cierto que para lugares como las piscinas encuentras varios documentos donde se recogen dichos niveles, pero no los hay por ejemplo para nuestros hogares. Y es que esto es relativamente un descubrimiento reciente, por lo que no existe aún mucha información. Por lo tanto, dar a conocer este asunto es crucial para que, poco a poco, se conciencie a la gente de que lo importante también está en el interior.

Actualmente la cuestión de la calidad del aire está a la orden del día. La gente se va concienciando cada vez más del problema acuciante que tenemos en las ciudades. Las chimeneas, los tubos de escape, las industrias y un sinfín de acciones que hacen que nuestro aire exterior empeore y se contamine, siendo perjudicial para aquellos que lo respiren continuamente. De hecho, los contaminantes que emitimos cada día a la atmósfera están muy controlados mediante leyes y directivas europeas. Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar en la calidad del aire que hay dentro de nuestros hogares y en sitios cerrados?

La Agencia de Protección Ambiental Estadounidense (EPA) ha calculado que, de media, pasamos un 90% de nuestro tiempo en sitios cerrados y que los niveles de contaminación que se alcanzan en ellos pueden ser entre 10 a 100 veces más elevados que los niveles que se alcanzan fuera. Es una cuestión que se tiene en cuenta para hacer los sistemas de filtración de las calefacciones y de ventilación más eficientes, disminuyendo la cantidad de estos contaminantes que se puedan emitir al interior. Sin embargo, esto no se queda ahí.