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Creando Oportunidades
“Estaba trabajando en un colegio de Madrid y me di cuenta de que no era lo mejor para mi… soy de Consuegra y prefería volverme al pueblo”. El retorno al mundo rural fue la decisión que dio forma a la carrera profesional de Ana María Palmero Verbo, maestra consaburense que actualmente reside en este municipio toledano trabajando como autónoma en su propio negocio: la Guardería La Prole.
Según cuenta Palmero, tras un estudio de mercado, de la natalidad y de percatarse de la demanda en la localidad de un servicio de cuidados, “nos dimos cuenta de que era necesaria una guardería”. Este ejemplo de emprendimiento rural comenzó entre Palmero y su pareja. “Era un trabajo nuevo para los dos: él se encargaba de la gestión y yo de la parte educativa. Actualmente estoy yo al cargo porque él se fue a otro trabajo de su profesión”, recuerda, ya que estos comienzos se remontan a 2005.
Tal y como explica la maestra, “en Consuegra no había nada, solo unas monjas que cuidaban a los niños ofreciendo un servicio muy limitado, con un horario muy reducido y sin comedor. Realmente no daba el servicio que la gente necesitaba”.
Actualmente La Prole ofrece un servicio de cuidados y educativo, entre las 7.30 y las 16 horas de lunes a viernes, dirigido a “niños y niñas desde las 16 semanas, que es cuando se termina la baja por maternidad, hasta los 3 años”. “Trabajamos todo el año cerrando 15 días en agosto porque no vamos con el calendario escolar”.
Además, este centro de educación infantil cuenta con “servicio de comedor tanto para el desayuno como para la comida y todos los alimentos son caseros, los hacemos todos los días en el centro, un aspecto que la gente valora mucho porque no es un catering, es comida hecha cada día y adaptada a cada grupo de edad”.
Siguiendo los conceptos que se han puesto de moda durante la pandemia, La Prole se ha convertido en un “servicio esencial” en Consuegra ya que con su oferta consigue hacer posible la conciliación, la compatibilidad de la vida laboral y familiar, así como la protección de los más mayores. “Es difícil luchar contra la cultura del pueblo de los abuelos y abuelas. Hay muchas personas que no llevan a sus hijos a la guardería porque prefieren que los cuiden sus abuelos, aunque ahora mismo el abuelo no es la mejor opción por el tema del coronavirus”, afirma Palmero.
Tras 16 años, La Prole cuenta con un gran prestigio en la localidad y da empleo a 5 personas consaburenses. “Comenzamos desde cero: compramos el solar, construimos las instalaciones… después superamos la crisis de 2008, que fue muy dura, y ahora esta que no sabemos si la hemos superado o no”.
Hablamos con la emprendedora para conocer de cerca cómo un servicio esencial como el de las guarderías, básico para numerosas trabajadoras, afronta el presente y el futuro.
Durante estos meses me ha dado tiempo a pensar mucho. Llegué a barajar tirar la toalla porque veía que era inviable. No se si ha pasado lo peor o no, pero desde el punto de vista económico va a ser muy complicado salir de esto.
Confío y tengo esperanza de que volveremos a lo que fuimos en su momento
Ahora cada vez hay más niños matriculados, la vacuna va inmunizando a las sociedad y nosotras hemos tenido la suerte de ser las primeras vacunadas. Desde ese punto de vista somos unas privilegiadas, yo ya pensaba que me vacunaría en un par de años porque tengo 45.
Confío en que esto termine de alguna manera y volvamos a tener la guardería llena. Confío y tengo esperanza de que volveremos a lo que fuimos en su momento.
Hay muchos menos niños. Normalmente el curso empieza flojo. En septiembre solemos tener unos 20 y al final llegamos a tener hasta unos 50. Este año arrancamos con 9 y poco a poco la gente se ha dado cuenta de que es un sitio seguro. Ahora mismo hay 32 niños. Van entrando con cuentagotas pero esperamos que con eso podamos medio solventar el curso porque el pasado estuvo perdido. Estuvimos 6 meses cerrados manteniendo el centro con sus gastos y sin ningún ingreso.
La gente se va animando y se va dando cuenta de que la vida tiene que seguir con las medidas de seguridad. En la guardería se sigue un protocolo muy estricto pero ligero porque los niños no tienen que llevar mascarilla ni mantener la distancia. A la entrada les lavamos bien las manos, les desinfectamos el calzado y organizamos grupos burbuja. Además ventilamos todo cada 50 min durante 10 minutos y luego vuelven a entrar.
Hemos notado mucho los efectos de la pandemia en los niños que rondan los 18 meses porque es a partir de esta edad cuando necesitan el contacto con otros niños: salir, estimularse…
Se nota que los niños que ahora tienen 2 años, y que la pandemia les pilló con uno, se han perdido la etapa de interactuar porque no podían salir y no pudieron tener contacto con otra gente. Esta falta de interacciones se nota en el tema del vocabulario, son más tímidos, tienen menos habilidades sociales…
La pandemia también les ha afectado a ellos, al final esto nos afecta a todos. Por ello la pandemia no tiene porque ser un motivo por el que dejar a los niños sin ir a la guardería.
Durante las últimas semanas ha venido gente contándonos que empezó teletrabajando y cuidando a sus hijos pero que no pueden hacerlo todo a la vez, la gente se ha dado cuenta de que es imposible. Al final en casa estás trabajando, incluso si eres ama de casa, tienes que hacer cosas y no puedes cuidar a tu hijo al mismo tiempo.
Aquí les dedicamos el 100 % del tiempo. La dedicación es absoluta porque nos dedicamos a ello.
Para arrancar conseguimos una de las ayudas concedidas por el Grupo de Desarrollo Rural Montes de Toledo para la promoción del emprendimiento rural.
Durante la pandemia, cuando estaba cerrado todo, recibí una ayuda del Gobierno Regional, de un solo pago, de 2 mil euros. Es muy poco porque los gastos son altísimos. Hemos tenido que tirar de los ahorros y ahora las escuelas infantiles se han quedado fuera de las ayudas directas.
Formo parte de la Asociación de Centros de Educación Infantil de Castilla-La Mancha, integrada en Fedeto, desde donde se mandó un escrito solicitando que no nos quedáramos fuera de esas ayudas directas porque somos un colectivo plenamente afectado: nuestros ingresos se vieron reducidos a 0 durante 6 meses.
Realicé un ERTE entre mis trabajadoras quienes no han tenido ningún problema a la hora de cobrar su prestación.
Creo que a las trabajadoras como tal no les ha afectado la pandemia porque han cobrado hasta que se ha reabierto el centro. Sin embargo, yo he seguido con todos mis gastos. Sin tener beneficios he tenido que pagar impuestos, seguridad social… Las trabajadoras son las 100% beneficiadas.
No se si es que los autónomos no estamos muy bien valorados, o si es que no hacemos ruido… pero generamos mucho empleo y no tenemos, ni por parte de la comunidad ni del Estado, ningún tipo de beneficio, ni para crear puestos de trabajo, ni para contratar a las mujeres o sufragar las bajas de maternidad… no entiendo que tengamos que pagar tantos impuestos para cubrir la baja de una persona. Hay que tener en cuenta que en este sector la mayoría de trabajadoras son mujeres en edad de ser madres.
Me quedaría con las risas de los niños porque es lo mejor que puede haber en el mundo. Me quedo con ellos, con sus caras, sus miradas… sobre todo ahora que nos miran un poco raros con la mascarilla aunque se han acostumbrado.
Me quedo con la alegría que supone estar trabajando con ellos, aunque hay periodos malos, como el de adaptación, pero una vez que se adaptan nos quieren tanto que es un gusto… cuando llegan vienen corriendo a darte un abrazo y eso vale todo el oro del mundo. Trabajar con niños es lo mejor que hay.
Pero también destacaría el agradecimiento de la gente. A veces nos hacen regalos o nos dan detalles. Siento que estamos muy bien valoradas y que la gente nos quiere mucho. Los padres en general están muy agradecidos por nuestro trabajo pero también los abuelos están muy contentos porque tienen su tiempo libre. Antes estaban muy atados a cuidar de los nietos y ellos te lo dicen con la boca super grande.
Todo va evolucionando, antes era impensable que un abuelo tuviera acceso a Internet y actualmente son los primeros a quienes les encanta ver qué hacen sus nietos en la guardería a través de nuestras redes sociales. Lo ven y disfrutan.
La prole nos lleva a pensar en un montón de niños. Le pusimos ese nombre porque queríamos construir un lugar que estuviera lleno de niños y niñas, de sus risas, de su alegría y de buenos momentos.
“Estaba trabajando en un colegio de Madrid y me di cuenta de que no era lo mejor para mi… soy de Consuegra y prefería volverme al pueblo”. El retorno al mundo rural fue la decisión que dio forma a la carrera profesional de Ana María Palmero Verbo, maestra consaburense que actualmente reside en este municipio toledano trabajando como autónoma en su propio negocio: la Guardería La Prole.
Según cuenta Palmero, tras un estudio de mercado, de la natalidad y de percatarse de la demanda en la localidad de un servicio de cuidados, “nos dimos cuenta de que era necesaria una guardería”. Este ejemplo de emprendimiento rural comenzó entre Palmero y su pareja. “Era un trabajo nuevo para los dos: él se encargaba de la gestión y yo de la parte educativa. Actualmente estoy yo al cargo porque él se fue a otro trabajo de su profesión”, recuerda, ya que estos comienzos se remontan a 2005.