Esquiladores de todo el mundo, especialmente de países como Argentina, Uruguay, o Ucrania, llegan a España para realizar las labores de esquileo necesarias para la comercialización de la lana de las miles de cabezas de ganado que hay en el país. Su presencia es necesaria porque ya prácticamente no hay esquiladores españoles. El fotoperiodista Nacho Izquierdo ha retratado a siete esquiladores ucranianos que llegaron hace unos meses a Guadalajara para esquilar a miles de ovejas en un período muy corto de tiempo.
“Son una cuadrilla de siete hombres duros y acostumbrados a trabajar a destajo. Han viajado mas de tres mil kilómetros en una furgoneta para llegar a España a realizar una labor que cada vez menos españoles quieren hacer, esquilar ovejas. En esta ocasión han pelado casi dos mil ovejas en Guadalajara y su próximo destino es Ciudad Real”, explica el fotoperiodista. Todos tienen otros trabajos en invierno, explica Taras, el único que habla castellano y que ya lleva 20 años viniendo a trabajar a estas tierras.
“Parece una operación fácil pero requiere técnica y precisión para no dañar al animal, a la vez tienen que ir lo mas rápido posible para poder volver pronto a casa con sus familias, a las que llevan sin ver desde hace dos meses”, afirma Izquierdo.
Cada vez más complicado encontrar profesionales
“Encontrar profesionales españoles es cada vez más complicado, debido a la situación de la propia actividad ganadera, que es muy sacrificada”, explica el secretario general de ASAJA en Ciudad Real, Florencio Rodríguez. Rodríguez explica que los ganaderos primero deben sacar “lo mínimo” para poder subsistir, mantenerse y mantener también a sus cabezas de ganado, con pastos o piensos. La falta de alimento natural les ha obligado a depender de los piensos, cuyo precio ha subido, y ha encarecido también los costes de producción.
“Prácticamente no hay quien quiera realizar la actividad”
“La rentabilidad es entonces menor. Pero esta situación no es de ahora, se arrastra desde hace mucho tiempo y las explotaciones ganaderas son cada vez más grandes, porque las pequeñas no son rentables. La mano de obra es un problema, porque no hay gente que quiera estar en la actividad”. Rodríguez señala que las personas de Sudamérica o Europa del Este son imprescindibles para el sector, porque en España “prácticamente no hay quien quiera realizar la actividad”.
“Es gracias a ellos que se pueden seguir manteniendo estas actividades y se mantiene el trabajo en las distintas explotaciones agrícolas y ganaderas. Eso sí, siempre es positivo, porque se hace de forma ordenada y controlada. Entendemos que se necesita de este personal para las labores agrícolas”, reflexiona Rodríguez. Y es positivo para el sector, recalca, porque se trata de un “apoyo” al que no llegan de otra manera. “Hay falta de rentabilidad y de apoyo de los responsables políticos”, afirma el responsable de la organización agraria.
Sin embargo, Rodríguez advierte de que la situación en el campo y en el sector se va complicando cada vez más. “Aparece la mecanización del campo, a marchas forzadas y hay una reestructuración de los cultivos y de otros sectores. Falta mano de obra y de cara al futuro la situación es cada vez más difícil”, recalca.
“No hay demanda”
Pedro es uno de los empresarios de Ciudad Real que busca el apoyo de esquiladores fuera de España. “Hacemos ofertas en las oficinas de empleo de todo el país pero no salen, no hay demanda”, recalca. Y es que, explica, son campañas de una duración muy breve, como mucho de tres meses. “La gente de España no quiere aprender, porque son dos o tres meses, y el resto del año no pueden vivir. Así que siempre traemos de Uruguay, Polonia o Argentina, que son personas que se dedican todo el año a esto”, señala. “Un español tendría que hacer lo mismo: la campaña aquí y luego irse a otros países. Pero los españoles no quieren”, recalca.
Pedro lleva 25 años en el sector y explica que esta situación “siempre ha sido así y siempre lo será”. El problema, coincide con ASAJA, es que los precios ya no son competitivos, principalmente porque las legislaciones han ido encareciendo la situación. “Nosotros no podemos subir el precio del producto, pero el producto nos sale cada vez más caro”, remata.