Llega un momento en que “ya no puedes soportarlo”. Ser homosexual, lesbiana, transexual o tener cualquier otra orientación afectivo-sexual que se salga fuera de lo “heteronormativo” puede llevar a muchas personas, sobre todo jóvenes, a abandonar su barrio o su pueblo para emigrar a las ciudades. Sufren o perciben violencia, discriminación, humillación o agresiones por su condición LGTBI, en muchas ocasiones mezcladas con el racismo o el machismo, y concluyen que su vida está fuera del entorno en el que crecieron. Es el “sexilio”, un nuevo fenómeno sobre el que los colectivos LGTBI de Castilla-La Mancha han querido poner el foco en las acciones reivindicativas del #OrgulloCLM2018, que este año tienen su centro neurálgico en Ciudad Real.
Sobre esta cuestión ha impartido una ponencia en el Museo de la Merced de esta ciudad el psicólogo, cantautor y ex presidente del Colectivo Abanico, Álvaro Cuenca. Explica a eldiarioclm.es que con este término de nuevo cuño se quiere visibilizar esa necesidad de muchas personas de huir de su barrio o de su pueblo por no estar protegida la diversidad sexual. “Necesitan emigrar a ciudades donde exista esa visibilidad y unas leyes que te protejan y que les permitan vivir de acuerdo a cómo eres”.
Es un fenómeno que en Castilla-La Mancha, subraya, no deja de repetirse e incluso está aumentando. Se produce desde los pueblos del entorno rural hacia Madrid, Valencia, Barcelona y otros países. Pero también en las grandes ciudades, desde un barrio hacia otro diferente, cuando los homosexuales, transexuales, bisexuales o intersexuales deciden buscar un sitio donde “no reciban ninguna amenaza ni castigo social”. ¿Por qué también desde los barrios? Hay casos de parejas que se han cambiado de un bloque de viviendas a otro en la misma ciudad por haber estado en un “entorno comunitario hostil”. “Es algo que se percibe a veces desde muy joven, porque has sufrido una violencia implícita o no implícita. Forma parte de un aprendizaje social en el que concluyes que no puedes vivir en libertad”.
Álvaro Cuenca destaca además que toda la LGTBIfobia procede de otras formas de discriminación y violencia como el machismo. “En nuestra región, el machismo es el dictador de las normas diferenciadas de género, de los comportamientos implícitos que establecen los roles de género y que al final es una consecuencia del heteropatriarcado”. Se produce así una “discriminación múltiple” que puede agravarse en casos de personas con diversidad funcional o de otras razas y países. En estos casos, “la necesidad de huir es imparable”.
Desde su experiencia en el Colectivo Abanico en Albacete, el psicólogo dice poder constatar que Castilla-La Mancha tiene unas características que no tiene Madrid. Es una comunidad autónoma muy extensa, con muchas poblaciones y zonas rurales a donde no llegan determinados recursos para combatir el machismo ni cualquier forma de LGTBIfobia. “En un pueblo pequeño todo el mundo vive como en una comunidad, y a veces de forma muy rígida, con comportamientos establecidos, y si te sales de la norma, te marginan”.
Pero para los colectivos que durante este mes celebran el #OrguloCLM2018, lo “realmente preocupante” son las consecuencias del “sexilio”. Primero, porque en la mayoría de los casos son personas jóvenes que se van de su pueblo o de la región para buscar trabajo o estudiar una carrera, “pero luego tienen que volver, porque no encuentran un empleo”. Y segundo, porque hay otras situaciones con personas en riesgo de exclusión social, con problemas de drogas o de alcohol, o que “fácilmente pueden acceder a la prostitución” simplemente para “tener dinero y poder irse”. Poco a poco se puede producir también un “desapego familiar” que es culpa del entorno, no siempre de la familia, y mediante el cual los vínculos “terminan por debilitarse”.
Sin embargo, este fenómeno no solo afecta a la juventud. Álvaro Cuenca nos detalla casos de personas adultas “perseguidas y señaladas” en su barrio o en su pueblo que no pueden marcharse porque tienen un negocio, su situación es desfavorable económicamente o tienen personas mayores a su cargo. “Su opción para vivir plenamente siempre ha sido marcharse, pero nunca lo harán, no pueden y no hay nadie para ayudarles. Ahí llega la soledad, la indefensión y la resignación, porque lo han sufrido durante años y años”.
¿Hay soluciones? El psicólogo cree que sí. Considera indudable que se ha avanzado mucho pero que no por ello deben eludirse nuevos problemas. Los colectivos tienen puestas todas sus esperanzas en que la educación en diversidad sexual en colegios e institutos sea obligatoria. Es uno de los objetivos que la futura Ley castellano-manchega por una Sociedad Libre de Violencia de Género, cuyo principal objetivo es combatir las violencias machistas, pero que también apuesta por la igualdad. Sin esa “sensibilización” y sin una “implicación a nivel institucional” no será posible. De hecho, en estas asociaciones, voluntarios como Álvaro Cuenca trabajan impartiendo charlas pero “a veces es muy complicado disponer de herramientas y de recursos para llegar a todas partes”.
“Necesitamos más apoyo para explicar, para denunciar, para alcanzar a toda la sociedad. La visibilidad es básica para la normalización, para conseguir que todo el mundo pueda vivir donde quiera, que todos, pero sobre todo los jóvenes, tengan referentes de que esa diversidad es posible, de que se puede hablar con libertad sobre la sexualidad y las relaciones humanas, y para que sepan que su sexualidad nunca debe ser un problema”.