Javier Gallego ‘Crudo’: “Las banderas han cambiado el discurso; se fomenta el odio del pobre contra el más pobre”

Hay pocas cuestiones de actualidad, sobre todo si atañen a los problemas sociales y más sensibles de la ciudadanía, que se le escapen a Javier Gallego 'Crudo'. Este periodista, escritor, poeta y músico es uno de los participantes del Festival Internacional de Poesía Voix Vives que Toledo acoge, en su séptima edición, del 6 al 8 de septiembre. Y aprovechando su paso por este certamen, hemos charlado en directo con él sobre su poesía, pero también sobre varios problemas que laten en el entorno del día a día y sobre los que siempre es necesaria la mirada crítica y certera. Al final de la entrevista -en el vídeo que se puede ver a continuación o en este enlace- también recita algunos de sus poemas.

'Crudo' ha publicado los poemarios 'El grito en el cielo' y 'Abolición de la pena de muerte', además de poemas en la antología 'La encrucijada'. Acaba de editar junto a su hermano el cómic 'Como si nunca hubieran sido' sobre el drama de los migrantes en el Mediterráneo. También es autor del libro de artículos de opinión 'Lo llevamos crudo' y autor del fenómeno radiofónico de agitación cultural, social y política Carne Cruda. También es baterista y compositor en el grupo Forastero, con el que ha editado 'El submarinista en el tejado' y tiene otros cuatro discos con anteriores formaciones de música experimental y rock. Este sábado, día 7 de septiembre, actuará en el Círculo de Arte de Toledo junto al grupo Serward.

Javier, has hecho de la poesía una herramienta de comunicación, de carácter íntimo pero también de activismo social. ¿Forma parte de una eclosión poética?

Es curioso: me decía Antonio Orihuela al hilo de los poetas que han utilizado en el pasado la poesía como “arma cargada de futuro” que (en referencia a Gabriel Celaya), que muchos con reticencias del público a que se utilizase la poesía como arma política, cuando en realidad todo lo es. Decía que en los últimos años él ha notado un cambio probablemente a raíz de la crisis económica por haber provocado una toma de conciencia de la sociedad. Es así, y la poesía se ha resituado. Ha regresado la conciencia política que ya existía en otros tiempos, desde Lorca con 'Un poeta en Nueva York' hasta la poesía de los 50 y generaciones posteriores que han reflejado la realidad social de su tiempo. Porque la poesía puede ser íntima, y yo soy admirador de los poetas místicos y conceptuales, pero también se puede estar con las manos en la tierra y los pies el barro.

Tú, de hecho, reservas parte de tu poesía para la intimidad y la sexualidad…

Sí, para la intimidad máxima, que es la sexualidad. Intento mezclar esos dos ámbitos que forman parte de la persona. En mi poética está mi yo íntimo pero también el mundo en el que vivo, con el que tengo un compromiso social y ciudadano, también como poeta. Aunque comencé de forma intimista, sí que me di cuenta de que necesitaba escribir sobre esa sociedad que estamos viviendo y también sobre el mundo en el que me gustaría vivir, y no este tan apocalíptico y tétrico que nos ha tocado. Lo que me costó fue encontrar las palabras. Me costó encontrar el lenguaje social y de hecho 'El grito en el cielo' se lo dediqué al poeta chileno Raúl Zurita porque fue leyéndole a él cuando encontré la palabra que estaba buscando. Y por eso se lo dediqué y se lo envié. De hecho, después tuve el placer de conocerlo y entrevistarlo y ha sido uno de los momentos más bonitos de mi vida.

Resulta significativo ese auge de la poesía cuando se ha generado una apatía social y un individualismo que va creciendo desde el 15M cuando se supone que estamos más conectados que nunca a través de las redes. ¿Cómo lo estás viendo y viviendo tú como poeta crítico?

Nacho Vegas dice en una de sus canciones aquello de “nos quieren en soledad, nos tendrán en común”. Es así. El capitalismo atomiza, separa, porque así debilita a las sociedades y las hace más manejables. Tú hablas de hiperconexión y precisamente Santiago Alba comenta que al estar en la nube, en realidad no estamos en ningún sitio, hemos perdido corporeidad y habitamos un no-sitio virtual. Eso nos ha desconectado a unos de otros y vivimos un momento social en el que después de una reacción frente a las élites, ha habido una pérdida de fuerza, de ánimo, de esperanza. No quiero tirar la toalla y pensar que esto es definitiva, pero viene derivado de un cansancio y un hartazgo que es algo que también produce la sociedad capitalista, cuando solo tienes tiempo para trabajar, comer y dormir, y poco tiempo para informarte, para movilizarte. Es muy difícil reaccionar contra un sistema que está pensado para anestesiarte y adormilarte.

Quiero pensar también que son oleadas, pero ahora las patrias, las banderas y los nacionalismos han desviado el tiro que el 15M y las mareas apuntaron muy bien. Ahora las banderas han cambiado el discurso, y se está fomentando el odio del pobre contra el más pobre porque te va a venir robar lo poco que te queda. Están enfrentando a la base social con lo cual el plan les ha salido estupendamente. Es más, ya están anunciando una nueva crisis…

Sí, parece que ya se nos está preparando para ello con el lenguaje político, al hablar de “desaceleración”…

Acuérdate de que en la anterior fue así, que se dijo que parecía que nos desacelerábamos muy rápidamente… Yo creo que a la crisis ya habría que llamarla crónica. De la anterior no hemos salido, sirvió para generar precariedad, temporalidad, dificultades para vivir y sobrevivir. Eso ya es crónico. De hecho, consigue el efecto de que cada vez sea más difícil rebelarte porque bastante tienes con conseguir tu subsistencia. Pero incluso en esos momentos, el hombre y la mujer han sabido rebelarse a lo largo de la historia y, como decías, el hecho del resurgir de la poesía social es una muestra de ello. Lo que pasa es que la política española actual no hace presagiar lo mejor.

Ese es el tema: mientras esos problemas se agudizan en la sociedad, la situación política parece en la estratosfera. Nos hablan de un relato que la mayoría no entiende o entiende mal, y estamos estancados en un tira y afloja de negociaciones…

Ahí también podríamos hablar de una desconexión entre la clase política y la sociedad a la que debe representar. Cuando hablan del relato no hablan de nosotros, hablan de la construcción de su discurso para intentar convencernos de algo, cuando deben hacerlo con sus hechos, con sus actos. Tengo la sensación por tanto de que solo miran por los intereses de sus partidos. Me recuerda a lo que dijo el PP cuando perdieron tantos votos, aquello de que 'no hemos tenido piel'. Ahora mismo, efectivamente a todos les falta piel, porque no están notando lo que estamos sintiendo. Yo entiendo la dificultad de llegar a un acuerdo para un gobierno, pero creo que el mandato de las urnas fue evidente, tienen que entenderse.

Si entráramos en el papel de cada partido, ¿habría que repartir culpas?

Bueno, yo no quiero repartir culpas, pero los dos partidos que obtuvieron un apoyo mayoritario son los responsables. Es incomprensible que la derecha tenga tanta facilidad para entenderse y la izquierda tanta dificultad para hacerlo. Creo que el PSOE ha intentando jugar siempre al último plazo, a acortar el tiempo de negociación para salir vencedor, resolviendo en tres días lo que se podría haber hecho en tres meses de negociación tranquila. Y ahora está haciendo lo mismo porque el reloj también cuenta hacia atrás. Creo que todos fallaron por algo, porque igual todos quieren quererlo todo y eso no es posible. En una negociación todo el mundo tiene que acercar posiciones para ir hacia un centro. Ambos tienen que hacer un esfuerzo y yo creo que los ciudadanos, seamos del partido que seamos, tenemos que ser conscientes de que todo el mundo tiene que ceder. Uno tiene que renunciar a algunos de sus principios y máximas. Desde el maximalismo no se puede llegar a un acuerdo. PSOE y Podemos tienen que demostrar la generosidad de dar pasos. Aunque estoy poco esperanzado por lo que nos van dejando entrever.

Mientras, hay una derecha y una ultraderecha que se frotan las manos. Todos los días asistimos frases y acciones con las que viajamos a un pasado que parecía superado. ¿Eso cómo lo analizas?

Yo escribí en un artículo que si algo anda como un pato y parece que es un pato, es probable que sea un pato. Si pactas con la ultraderecha, aceptas los principios de la ultraderecha y formas gobierno con la ultraderecha, igual eres la ultraderecha. Es evidente que las dos derechas, tanto PP como Ciudadanos, se han extremado hasta tal punto que se pueden llamar ultraderecha. Se han reabierto debates, como decías, totalmente superados. Estamos en una nueva oleada feminista y estos quieren llevarnos a antes del feminismo. Y se está aceptando que se persiga a activistas que trabajan por los derechos de la mujer o por el colectivo LGTBI, Todo eso son debates de ultraderecha.

Y otro debate muy importante en la actualidad es el existente entre la libertad de expresión y el delito de ocio o incitación al odio. ¿Crees que hay que poner límites?

La libertad de expresión, cuanto más amplia sea y que forcemos todo lo que podamos esos límites, mejor. Incluso para que opiniones que nos resulten dolorosas e indignantes puedan aparecer. Pero es verdad que tiene que haber un límite, que es la defensa de los más vulnerables. Hay minorías, que por cuestiones de raza, sexo o identidad, sufren ataques habitualmente, y cuando alguien está usando canales de difusión con mensajes en contra de una raza o de las mujeres que pueden generar actos violentos hacia esas personas, eso es delictivo y no debe ampararse en la ley. Igual que hay una ley que se está utilizando de forma muy gratuita para defender a las víctimas del terrorismo. Por cierto solo, a las víctimas del terrorismo de ETA porque las víctimas del franquismo no gozan de esa defensa. Pero aún así, digo todo esto con una defensa radical de la libertad de expresión.

Lo que no me parece admisible es que siga existiendo en el Código Penal español la ofensa a los sentimientos religiosos, porque no la hay a los sentimientos ateos. Porque claro, yo soy ateo y muchas de las expresiones religiosas -que pueden católicas o islámicas o de cualquier otra religión-, me pueden herir en mis sentimientos. Es increíble que eso sea materia penal delictiva. Se está llevando a los tribunales, a artistas, a escritores, a ciudadanos que se expresan libremente y de forma humorística. Al final, por miedo a las consecuencias, se coarta a la sociedad. Que no se pueda hacer un chiste sobre Carrero Blanco es el mundo al revés.

Por último, y a raíz del cómic que has publicado junto a tu hermano, en cuanto a la gestión del rescate de los migrantes en el Mediterráneo y de sus derechos humanos, ¿no deberíamos morirnos de vergüenza como seres humanos, como europeos?

Por supuesto, de vergüenza y de impotencia. Se han cumplido cuatro años de la muerte de Aylán y qué pronto hemos olvidado aquella imagen que conmovió al mundo entero, incluso a los dirigentes políticos. Los mismos que no solo no han hecho nada, sino que están cerrando fronteras y están persiguiendo a los que salvan vidas porque son testigos de lo que está pasando. Los mismos dirigentes que están dejando que el Mediterráneo se convierta en una tumba, en una fosa común. En vez de asumir un problema que han tenido que asumir todos los países a lo largo de la historia porque somos una especie migrante, en constante movimiento, Europa está dejando que se convierta en esa fosa que nos oculta el problema.

Creo que si no lo hacen por solidaridad, al menos que lo hagan por egoísmo: el último informe de la Oficina Económica de Presidencia dice que la inmigración en España en dos décadas fue muy positiva, hizo crecer el 30% del PIB nacional y que los migrantes dan mucho más de lo que reciben en prestaciones. Esos mismos migrantes a los que se rechaza mediante bulos. Los que han venido buscando un futuro mejor para su familia.