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Juan Sánchez: “Las bibliotecas siguen sin ser consideradas una prioridad política”

El director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, Juan Sánchez Sánchez

Alicia Avilés Pozo

Es imposible hablar de libros sin contar con la opinión de Juan Sánchez Sánchez. Y aunque los periodistas nos empeñamos en esperar a que se conmemore el Día Internacional del Libro para prestar más atención a este pilar fundamental de nuestra cultura, el director de la Biblioteca regional de Castilla-La Mancha siempre se muestra dispuesto a dar las claves necesarias para ayudarnos a interpretar el panorama actual, para prestarnos su voz y sus ojos en un sector, el editorial, sujeto a vaivenes políticos y premisas que no siempre tienen que ver con la cultura. El ‘bibliotecario decano’ de la comunidad autónoma es crítico y claro: lamenta que las bibliotecas sigan sin ser consideradas una prioridad política y contesta ampliamente sobre cada uno de los aspectos más acuciantes del mundo del libro, muchas veces un gran desconocido.

Para comenzar, aporta un dato clarificador: en 2015 se editaron en España nada menos que 80.181 títulos, un 21% más que en el 2014; y solo en Castilla-La Mancha en ese año se registraron con ISBN un total 836 títulos. No es poco, pero ¿qué significa? Que se publica mucho pero que “frente a la atonía de la edición institucional”, en las cinco provincias castellano-manchegas “hay una situación de las editoriales privadas muy interesante” porque son las que están apostando por la edición. “Es emocionante encontrarnos con editores comerciales que no están editando sólo por fines lucrativos” sino que apuestan “por la difusión de la cultura”.

Sin embargo, este panorama, algo alentador, no es trasladable a las bibliotecas públicas. Mientras que en algunas comunidades autónomas se ha ido recuperando la capacidad presupuestaria, no ha sucedido así en Castilla-La Mancha, donde “desgraciadamente los programas para las bibliotecas municipales, que resultaron fundamentales en las últimas décadas, continúan paralizados”. Tanto las de titularidad estatal como las de gestión autonómica siguen con unos presupuestos “muy por debajo” de los de 2011, cuando comenzaron los recortes.

Juan Sánchez pone el ejemplo de la Biblioteca de Castilla-La Mancha: tiene un presupuesto para adquisiciones bibliográficas y de soportes audiovisuales de 56.000 euros anuales, cuando llegó a disponer de 250.000 euros. “Pero más dramática es la situación de las bibliotecas municipales, que llevan sin ayudas del Gobierno regional cinco años. Se había recuperado una parte del programa de ayudas a la contratación de bibliotecarios pero siguen sin ayudas para adquisiciones bibliotecarias, para actividades culturales, para equipamiento”. De hecho, precisa que los Presupuestos regionales de 2017 que finalmente no se han aprobado no contemplaban mejoras para las bibliotecas “a pesar de la importancia estratégica que tienen estos centros y del uso masivo que hace la población de los cerca de 500 centros que existen en la región”.

Frente a ello, el bibliotecario ensalza a los profesionales como “la gran fortaleza de las bibliotecas de Castilla-La Mancha”, ya que gracias a ellos “siguen funcionando plenamente y alcanzando los índices de actividades culturales más altos de todo el país”. Por el contrario, “las bibliotecas siguen sin ser consideradas una prioridad política”.

La visión crítica de Juan Sánchez se traslada también al ámbito educativo y a una de sus asignaturas pendientes: la biblioteca escolar, o más bien, el “bibliotecario escolar”. “El sistema educativo ha ido generando puestos de trabajo en distintas especialidades pero no se ha creído conveniente afrontar este problema. Dicen que es una cuestión económica pero no es enteramente cierto; debería haberse abordado progresivamente desde hace décadas y hoy tendríamos este problema resuelto”, subraya.  

Y reivindica esta figura porque “muchos de los problemas de una sociedad no lectora proceden del sistema educativo”, que “no cuenta con expertos en la animación a leer, en los métodos de lectura y de acceso a la información”. “La obligación de leer debe pasar a la pasión por la lectura y convertir la lectura en un placer. Los niños leen, dejan de leer fundamentalmente en su paso por la educación secundaria y luego la sociedad no acompaña en la creación de ciudadanos críticos, lectores, que contribuyan a una sociedad mejor”. Deja claro que este análisis no es una crítica a los “apasionados profesores que realizan su labor en la escuela lo mejor que pueden”, pero considera que la animación a la lectura “tiene claves que no soporta simplemente el voluntarismo”, básicamente porque España necesita una red de bibliotecas públicas “que nazca de una verdadera política de Estado”.

Clubes de lectura, grandes editoriales y libro electrónico

Defiende por ello los clubes de lectura como uno de los medios “más espectaculares” para conseguir lectores. La Biblioteca regional cuenta con 8 iniciativas de este tipo, aptas para niños desde los 6 años; varios para jóvenes y también una veintena para adultos, además de otros para personas con discapacidad intelectual. La constante en todos ellos es la misma: “quien pertenece a un club de lectura será un lector para siempre”. Pero también en este caso, donde se necesitan igualmente clubes de lectura virtuales, hacen falta “presupuestos dignos y locales adecuados”. “Las bibliotecas son centros culturales con un fuerte compromiso social y deben estar en el corazón de todos los municipios y en el corazón de la sociedad”.

Por otra parte, ¿qué ocurre con la lectura a nivel general? No es ninguna novedad, pero sigue moviéndose “al ritmo de las grandes editoriales y de las grandes cadenas”. “Los mismos títulos se repiten en las librerías de aeropuertos y grandes superficies”, recuerda Juan Sánchez, y añade además que no está habiendo una política de apoyo a la librería tradicional. Es decir, se edita mucho, en general con pequeñas tiradas, y “sólo los autores apoyados y promocionados por los grandes grupos mediáticos aparecen en los escaparates”.

Finalmente, en este contexto es obligado referirse al libro electrónico, cuya introducción en España está siendo más lenta que en otros países. “Ambos soportes tienen que convivir. Acceder a través de internet y de las nuevas tecnologías a la información y al conocimiento es uno de los grandes logros de nuestro tiempo. Pero ello no sustituye a las bibliotecas, que son siempre espacios de convivencia, de creatividad, de debate público, de solidaridad”, sostiene. De ahí que defienda que el ciudadano pueda acceder a libros electrónicos y, por ejemplo, las bibliotecas españolas dispongan del servicio e-biblio, pero opina que los editores “no acaban de entender que tiene que ser compatible el lógico negocio editorial con los nuevos tiempos”.

Finalmente, el director de la Biblioteca de Castilla-La Mancha aporta algunas cifras “elocuentes”. Afirma que el gasto en bibliotecas en España es “muy pequeño” comparado con otros servicios públicos considerados esenciales: en el año 2014, las administraciones públicas apenas gastaron una media de 9,32 euros por habitante en bibliotecas públicas, mientras que, por ejemplo, el gasto sanitario por habitante ha sido en 2015 de 1.232 euros por habitante. Todo ello cuando estos centros culturales “son la sanidad espiritual de los ciudadanos”.

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