“La leona de Castilla”, y los no tan conocidos “brava hembra” y “centella de fuego”, son algunos de los motes con los que la sociedad española de 1520 se refería a María Pacheco, lideresa de las revueltas comuneras de la época y concretamente las de Toledo. Casi 500 años después su historia sale de los cajones y de los libros para dar forma a una escultura que podrá verse próximamente en las calles de la capital regional.
Aunque el Ayuntamiento de Toledo todavía no ha definido su ubicación ni su diseño, su creación es un hecho tras ser aprobada en el Pleno del consistorio del pasado jueves. “Empezamos con María Pacheco y poco a poco iremos dando visibilidad a todas las mujeres que en la historia de nuestro país y de nuestra ciudad han tenido un momento culminante”, asegura en declaraciones a este medio la concejala de Igualdad, Ana Abellán.
María Pacheco se casó con 14 años, encabezó la revolución comunera con 24 y falleció a los 34, tal y como nos explica el profesor de Historia Medieval en la Facultad de Humanidades de Toledo, Óscar López. Según el docente, la que fuera condesa ha sido recuperada del olvido y se ha convertido en un referente porque “no fue una mujer al uso, fue realmente importante”. “Es una mujer que representa un cambio, que tiene poder y que se enfrenta a los poderosos”.
Por todo ello López califica de “curioso” que, quien liderara a las comunidades de Toledo, no tuviera ya una escultura. “Es absolutamente fundamental porque si se puso una estatua a su marido Juan de Padilla, que también luchó en nombre de la ciudad por la libertad, desde luego tiene que haber una estatua de su mujer que secundó esa lucha y la encabezó incluso más que Padilla”.
El historiador reconoce que “quien de verdad lideró a las comunidades en Toledo fue María Pacheco y no tanto su marido”. “Lo que es inaceptable, es que a día de hoy todavía no se reconozca el peso que tuvieron las mujeres en la historia y en concreto en la guerra de las comunidades donde había mujeres valerosas como María Pacheco pero no solo ella”. López recuerda que hubo numerosas mujeres que participaron en unas revueltas que muchos especialistas consideran la antesala de la Revolución Francesa. “Había mujeres que encabezaban el movimiento comunero en Segovia, Valladolid o Salamanca”.
López no duda en afirmar que “estas mujeres tienen que tener un hueco en la historia y desde luego todas ellas tienen que ser encabezadas por el símbolo principal que es María Pacheco”.
De olvidada a referente feminista
“Pacheco no era una mujer de pueblo, era de la alta nobleza de Castilla, nieta de Juan Pacheco, Marqués de Villena, e hija del conde de Tendilla y Marqués de Mondéjar”, subraya el profesor de Historia Medieval.
Independientemente de su linaje, “la leona” vivió en una época mucho más machista que la actual en la que las “mujeres eran consideradas poco inteligentes y débiles”, añade Macarena Alonso, presidenta de la Asociación María de Padilla.
A pesar de ello, el feminismo se coló entre su sangre noble. “Pacheco se diferencia del resto de mujeres desde niña. Fue la séptima hija del Marqués de Mondéjar pero decidió ponerse el apellido de su madre, Francisca Pacheco, para diferenciarse de sus hermanas, que también se llamaban María”, añade Isabel Álvarez, miembro de la Plataforma 8M de Toledo.
Según Álvarez, este cambio de apellido ya demostraba que “tenía una personalidad propia”. “Eso se puede enlazar con nuestra idea de feminismo: cómo personas independientes pueden contribuir a la lucha de todas por una igualdad real”.
“Muchos historiadores reivindican su biografía porque fue una mujer diferente en su época: recibió nociones de política, militares y educación en general. Formación con la que pudo destacar y tomar un papel protagonista en la lucha comunera”, añade el historiador de la Universidad de Castilla-La Mancha.
“Si ella estuviera viva y oyera que se habla de María de Padilla pondría el grito en el cielo”
“Fue un error”. Así reconoce Macarena Alonso que su colectivo optara por “María de Padilla”, y no por “María Pacheco”, como nombre para la asociación. “Queríamos darle nombre de mujer por el carácter de nuestra acciones, lucha por los derechos de las mujeres y apoyo a las víctimas de violencia de género, y María Pacheco fue una mujer luchadora”.
Sin embargo, la generalización de su figura bajo el apellido de su marido, las llevó a cometer dicho error. “Claro que nos parece una contradicción ponerle el apellido de su marido pero ya estábamos registradas y ya habíamos adquirido identidad como Asociación María de Padilla”.
La confusión de la entidad toledana puede ser una reacción consciente del sistema patriarcal ya que, tal y como explica el historiador Óscar López, “el cambio de apellido es una tendencia que empieza a partir del siglo XIX.” Y es que Pacheco vivió en un siglo XV en el que cada cónyuge “mantenía sus propios apellidos”.
“Si ella estuviera viva y oyera que se habla de María de Padilla pondría el grito en el cielo porque Padilla era un apellido menor en comparación con el suyo. No era costumbre cambiar el apellido de las mujeres cuando se casaban porque los apellidos estaban vinculados al legado, a la sangre que corría por tus venas, y en su caso era una sangre muy noble”, añade.
Hay que dar visibilidad a las mujeres haciendo reconocimientos de este tipo, aunque sean simbólicos, porque todos los símbolos tienen su peso”
La presidenta de la Asociación María de Padilla echa la vista a Toledo y recuerda atractivos turísticos como la escultura de Alfonso VI o la de Carlos V. “Hay que dar visibilidad a las mujeres haciendo reconocimientos de este tipo aunque sean simbólicos porque todos los símbolos tienen su peso. Nunca es tarde, es un buen momento”.
En esta línea, desde la Plataforma 8M, también aplauden la construcción de la estatua. “Estamos contentas porque siempre hemos abogado por el reconocimiento de las figuras femeninas, es decir, por el reconocimiento de la mitad de la población”.
Tal y como enfatiza Álvarez, la estatua es una forma de homenajear a María Pacheco por lo que ella fue y, además, rompe con la tendencia de “reconocer a las mujeres cuando han sido mujeres de o madres de”.
“Es importante que se visibilice a aquellas mujeres luchadoras que se ponen en frente de los demás para iniciar una revolución por las cosas que creen justas”. Según la Plataforma, cualquier soporte es bueno: las esculturas, los libros de texto o los nombre de las calles. “Se trata de un reconocimiento necesario para que nuestras jóvenes vean a esos referentes y quieran ser luchadoras”.
Y es que, tal y como recuerdan desde el activismo feminista, lo que no se nombra no existe. “Si nuestras jóvenes no ven figuras en las que reconocerse no van a querer ir nunca más allá del papel que les asigna el heteropatriarcado: el de mujeres que están en casas, sumisas y que cogen las reducciones de jornada”.
Coincidiendo con las organizaciones locales, la concejala de cultura considera que la de Pacheco no será una escultura más. “Es una manera de dar visibilidad a todas las mujeres de nuestra historia, que han estado invisibilizadas y que han sido excluidas del relato histórico convencional donde siempre nos hablan de hombres y nunca de mujeres”.
Aunque todavía se desconoce dónde instalará el Ayuntamiento de Toledo su nuevo atractivo turístico el profesor de Historia Medieval no duda en afirmar que un sitio ejemplar sería la Plaza de la Catedral.
“Es donde se reunían los comuneros, el pueblo, cuando había una revuelta o tocaban las campanas para hacer un asalto, concretamente se concentraban a las Puertas del Perdón de la Catedral. Allí es donde se hacía visible María Pacheco” y donde las instituciones públicas podrían hacerla visible en la actualidad al conjunto de la ciudadanía.
“Ahí es donde muchos pudieron conocerla personalmente y saber cómo hablaba, como actuaba y lo que hacía. En ese sentido, las Puertas del Perdón de la Catedral sería un sitio destacado”, añade López.