El Gobierno de Castilla-La Mancha ha iniciado ya el proceso para restaurar la antigua mina de caolín Santa Engracia y sus escombreras, ubicadas en la localidad de Peñalén (Guadalajara), en el Alto Tajo.
Su revitalización puede ser clave para completar la aspiración de que el Parque Natural del Alto Tajo se convierta en Parque Nacional, a pesar de que el enclave en el que se sitúa la mina esté fuera de los límites de la zona natural protegida.
“El objetivo es restaurar una mina que está caducada y que ya no funciona como mina”, explica José Antonio Lozano, director del Parque quien apunta que, aunque en principio se trata de cosas “independientes”, tiene claro que para el Alto Tajo sea Parque Nacional la cuestión “debe quedar resuelta” porque “no puede haber una amenaza”.
La restauración está ahora en proceso de información pública hasta el 10 de agosto para la posible presentación de alegaciones a un proyecto que firman ingenieros y biólogos vinculados a la Junta de Castilla-La Mancha, al CIEMAT y a las universidades de Castilla-La Mancha, Alcalá y la Complutense de Madrid.
Fijan un presupuesto de 824.596,19 euros, aunque hace unas semanas, el consejero de Desarrollo Sostenible, José Luis Escudero, hablaba de una inversión total cercana a los tres millones de euros.
El Plan de Restauración se enmarca en el proyecto LIFE RIBERMINE financiado por la Unión Europea y tiene un periodo de ejecución que llega hasta el 2024.
¿Qué habrá que hacer para recuperar la zona?
Quienes han diseñado el proyecto explican que será necesaria una reconstrucción del terreno y un proceso de revegetación o reforestación. Y todo ello, según subrayan, se basa en “principios ecológicos” que minimicen los problemas de erosión y que recuperen los servicios del ecosistema.
Tendrán que actuar sobre la zona que responde a un antiguo derecho minero de explotación, ya caducado. Su extensión total es de 540 hectáreas de las que casi 30 están afectadas por la actividad minera.
El objetivo es recuperar una zona degradada que afecta indirectamente al cauce del río Tajo en sus tramos iniciales. La experiencia quiere servir, además, para la posterior recuperación de otra zona afectada por minería metálica en Lousal (Portugal).
El director del Parque Natural del Alto Tajo cree que la actuación “llega a tiempo” porque la sedimentación que se ha venido produciendo en la zona “no es química”. En su opinión, “una vez que se consiga resolver el problema en cabecera, es la dinámica del propio río la que posibilitará la limpieza de los fondos de materiales acumulados. Será la propia naturaleza la que haga la restauración”.
“Con acciones como está queremos recuperar para el medio natural una zona espectacular como la que nos ofrece Peñalén y su antigua mina para el disfrute de quien quiera visitarla, contribuyendo a la prosperidad de la zona y al turismo sostenible, a la par que favorecemos que se fije población en nuestro entorno rural”, decía el consejero de Desarrollo Sostenible.
En Life Ribermine colaboran como socios tanto la Junta de Comunidades a través de la dirección general de Transición Energética, que actúa como coordinador como la Universidad Complutense de Madrid, la empresa pública medioambiental de Castilla-La Mancha GEACAM, Caobar, S.A. (operador minero) y la entidad portuguesa Centro de Ciencia Viva de Lousal.
Este proyecto es uno de los cinco (los otros cuatro están en Puertollano) en los que el Gobierno de Castilla-La Mancha apuesta por una intervención para favorecer una “transición energética justa en sus comarcas mineras”. En total, la inversión asciende a 11 millones de euros, ocho de ellos en Puertollano.
Un poco de historia
La mina Santa Engracia dejó de funcionar a principios de los años 90 cuando la empresa CAOSIL, S.A. (ECESA a partir de 2001) decidió comunicar a la Administración la paralización temporal de la actividad. Entonces realizó algunas medidas correctoras en la zona que, 30 años después, son cuestionadas por los especialistas que han elaborado el proyecto por “ineficaces” y que hoy en día complican la recuperación de suelos, comunidades vegetales y hábitats ‘in situ’.
Y no solo la mina sino las escombreras. Hay que recordar que en 2005 los propietarios de la Escombrera de Hoya Grande presentaron un Plan de Actuaciones Medioambientales fruto de un expediente sancionador incoado por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo. En el año 2010, se llevaron a cabo labores para reducir la erosión. Tampoco funcionaron.
Lozano califica de “fallidas” aquellas actuaciones que ahora son necesarias para evitar la escorrentía de los materiales hacia el río adentrándose en el Parque Natural. “Al estar mal restaurada lo que ocurre es que todas las escombreras se están yendo hacia el Tajo. No hay control de la erosión y se sedimenta en el río. Hay que actuar para que eso no ocurra”. Y la única forma de hacerlo, al estar la mina “caducada” ha sido hacerlo con financiación europea, señala José Antonio Lozano.
Precisamente, uno de los objetivos principales de Life Ribermine es la mejora de la calidad del agua y de los ecosistemas acuáticos aguas abajo de las zonas de actuación, dentro del espacio protegido bajo la figura de Parque Natural del Alto Tajo.
Ya en el año 1999, el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Alto Tajo, el documento que sirvió como base para su declaración como Parque Natural consideraba que la minería del caolín era un factor de riesgo para el futuro del propio parque.
Su impacto era tanto paisajístico como en el cauce del río, en el que predominaban las aguas lechosas, según se reconocía en aquel entonces, pero el caolín suponía una importante fuente de suministro para la industria cerámica y azulejera y no hay que olvidar que es uno de los principales componentes en la fabricación de fibra de vidrio.