Este año Tim Robbins, es el nombre propio de la programación, pero ¿qué joyas se esconden en la edición de este año, que quizás el público general no conozca tanto?
Tim Robbins se acerca a esa idea mediterránea de montaje, aunque venga del otro lado del Atlántico, es un espectáculo ágil, fresco, dinámico. 'El sueño de una noche de verano’ es de esas actuaciones que te dejan bien. Pero tenemos obras como ‘Auri’ que es todo lo contrario. Es una tragedia, pero a mí me parece que es una historia que tienen que ver con nuestra literatura, nuestro cine. Hijo de emperador que se enamora de mujer casada, el emperador mata a esa mujer y destierra a su hijo. Es de esos montajes y direcciones escénicas, que tienen que ver menos con occidente y se nota el influjo orienta. Es una dirección muy interesante de un tipo que está en la vanguardia del teatro, con una mirada aparentemente más fría, pero que produce un montaje muy particular.
Otra joya que no tiene nada que ver, en otro estilo, es ‘El Avaro’, hecho con grifos, de Olivier Benoit y Miquel Gallardo. Dentro del teatro de objetos, de los montajes más interesantes que ha habido, ha viajado 25 países durante 15 años. Está aquí porque es de esas obras merecedoras de que se vuelvan a ver. También destacaría una directora gallega, Marta Pazos, y su ‘Tempestad’. Ella hace un montaje que investiga en la comedia musical, con un trabajo de dirección donde se arriesga mucho y un elenco muy potente. Es del mismo nivel que Tim Robbins, lo que pasa es que se llama Marta Pazos. Por ella apuesto absolutamente. Y por supuesto, apuesto por el Calderón de ‘Enrique VIII y la cisma de Inglaterra’, me parece que Ignacio García hace un Calderón que muy operistico, más si cabe en un espacio como el Hospital de San Juan. Hay interpretaciones magnificas, sobre todo un concepto de puesta en escena muy calderoniana para los que nos gusta Calderon.
El eslogan de este año es ‘Atrévete con un clásico’, ¿crees que el teatro y la cultura en general se ha convertido en algo que exige valentía por parte del espectador? ¿Vivimos en una sociedad demasiado cobarde?
Yo creo que la sociedad se ha vuelto demasiado cómoda y la cultura se exige una actitud diferente. Hay que dar un paso, requiere un mínimo esfuerzo, pero que hay que hacerlo. Creo que ha sido muy fácil apelmazar, embrutecer y acomodar a la sociedad. Con la televisión, con el deporte… porque está muy bien que existan actividades deportivas, pero una cosa es el deporte y otra convertirlo el opio del pueblo. Habrá quien me critique por decir esto, pero creo que con tantas ligas y partidos, se embrutece un poco más a la gente.
En esta ocasión os habéis atrevido con propuestas que van más allá del teatro, como la zarzuela o la danza, ¿habéis querido abrir un poco más el abanico?
Sí bastante más. Era como una apetencia que teníamos desde hace tiempo y que no hemos podido hacer hasta ahora. Y este año venían de cara, había que seguir ese impulso, que hace que se vea el patrimonio barroco desde múltiples artes y para mí es algo fantástico. Tengo mucha curiosidad por ver cómo reacciona la gente con ‘La Gitanilla’ y también por ‘El general Malbrú’. Esta zarzuela es un espectáculo muy barroco, el vestuario es una auténtica pasada y a la gente que le guste ese cuidado clasicista, no se lo puede perder. No hay que olvidar el ‘Salpuri’, ese bailarín coreano está bailando en Nueva York, no es un cualquiera. Hace una mirada muy irónica, que va desde los chamanes a los superhéroes. Es muy interesante, muy diferente, me parecía que había que hacer esa apuesta.
Otra de las novedades de este año es ‘After Classics’, ¿es una forma de romper esa barrera que a veces se tiene con los clásicos, como si fuera algo para eruditos y que la gente se acerque de una forma más desenfadada?
Sí, está pensado para dos tipos de espectadores. Uno que no quiere estar tomando y tomando en la plaza, sino que ya que viene a Almagro puede ver hasta tres espectáculos al día y vivir el festival sin parar. Y también está dirigido para aquellos que les apetece vivirlo desde un punto de vista más divertido. La apuesta mexicana es muy atrevida y agresiva en el humor. Tratan con mucho humor negro y a un ritmo trepidante las comedias más sangrientas de Shakespeare. Luego está el ‘Jamming Classic’ que harán un recorrido por textos clásicos utilizando al espectador como una actor más. Y por último ‘Salpuri’, esa mirada del danzarín contemporáneo que también es muy novedosa. Y todo, en un espacio como Fúcares, al aire con el cielo estrellado y a lo mejor, a ver si podemos, ofrecer algo para beber… Creo que no son muchos los espectáculos, pero han sido elegidos con mucho cuidado. Hasta que no he visto que esto tenía sentido, no hemos dado el paso. Pero creo que, a pesar de las diferencias, tienen un mismo perfume y mucho atrevimiento.
El ‘After Classics’ se enmarca en la línea que habéis seguido desde que estás al frente del festival, con certámanes como el ‘Almagro OFF’ y el ‘Barroco Infantil’. Ha sido una apuesta personal por estas miradas diferentes a los clásicos, ¿estás satisfechas de cómo han funcionado?
No sé si satisfecha, porque nunca acabas de sorprenderte y cada edición va un paso más allá. Pero creo que hasta aquí, ha habido un equilibrio con la profesión, que era muy importante. Ha habido una llamada hacia la gente joven para que miren hacia los clásicos y que se den cuenta que merece la pena. Pero también había un público ávido de esa investigación y ese pálpito nuevo que ha enganchado con el OFF . Y luego con los niños, a mí me vuelve loca su mirada. Ellos no son nada hipócritas, se ve claramente lo que funcionan y lo que no. Hay muchas compañías que se están dejando la piel por participar. De hecho en el ‘Barroco Infantil’ ha habido más países que se han presentado, este es el más internacional. Me gusta mucho la idea de ir formando a tres niños cada año en el jurado, no para que sean profesionales pero si para que sepan apreciarlo y que la próxima vez que vayan a un teatro no lo sienten ajeno. Me gusta como se van y todo lo que te dicen. Creo que es la mejor manera de respetar la visión del niño.
Entre esta entrevista y el comienzo del festival, tenemos unas elecciones de por medio, ¿qué le puede pedir a la política alguien que está al frente de un evento cultural como el Festival de Almagro?
Me gustaría no tener que reclamar nada, que simplemente, los políticos que vayan a dirigir las instituciones tengan sentido común. Que apoyen la cultura. Si no sienten el beneficio para el alma y la salud, que lo sientan en materia económica. En la inversión que se hace para el festival por un euros se retornan cinco. Es tan fácil como eso, que sepan sumar.
Hablando de sumas, este año ha subido algo el presupuesto por segunda edición, parece que ha cambiado la dinámica que te tocó vivir en los primeros años al frente. ¿Cómo se encuentra el estado económico del festival? ¿Su mantenimiento ya no está en duda?
Hay que recordar que el 21% de IVA sigue existiendo. Nosotros no recuperamos el IVA por ser fundación, esto también ha sido algo nuevo que se implantó en 2012. Así que estas subidas también han ido a atenuar el golpe para el festival de por no poder recuperar el IVA. Pero, es cierto que con las actuales personas que están en las instituciones se ha hecho una labor de entendimiento y se ha hecho frente a los compromisos. Falta un patrono por saldar su deuda histórica y otra parte de la deuda que se hizo a través de la empresa Quijote que estamos intentando recuperar. Ya hay mucho saldado y tanto el Ministerio, como la Junta y Diputación han hecho su parte, solo queda el Ayuntamiento por saldar esa deuda histórica.
Esta es tu sexta edición al frente del festival. ¿Cómo se mantiene la ilusión después de tanto tiempo o pesa el desgaste después de tanto tiempo, más aun en años tan difíciles de gestionar?
El día que pierda la ilusión me moriré. Tengo la ilusión por el teatro, no se si desde que nací, pero al menos desde que empecé a estudiar la profesión. La ilusión por el teatro va más allá del festival, es algo mío, tengo amor y pasión por el teatro, el día que se me agote me moriré. Desgaste, si, claro. Sobre todo por esa lucha, esa pelea por hacer entender que la cultura es absolutamente necesaria y desde luego el Festival de Almagro lo es. Pero también ha sido un aprendizaje brutal. Quizás pierdes un poco de la espontaneidad del principio, pero ganas en conocimiento. Ahora sabes de las dificultades que tienen ciertas personas dentro de las instituciones, a las que les cuesta mover los hilos y no tienen esa independencia que se debería exigir a un Ministerio de Cultura, que a veces no es tan independiente a la hora de actuar. He ganado en conocimiento de compañías, en encuentros con personas de muy distinta índole y profesiones. Siento que he ganado mucho y aprendido mucho, pero claro que el desgaste ha sido grande. No voy a contestar a la pregunta de si me quedo o no -aunque no me la has hecho está implícita- voy a luchar a tope por esta edición y después ya se verá.
Para acabar, Natalia, ¿qué les diríamos a los que todavía no se han atrevido a acercarse a los clásicos, para que vayan el próximo julio a Almagro a vivir el espectáculo del teatro?
Si les gustan los viajes, tanto físicos como emocionales, si les gusta la belleza, reír, sonreír, incluso llorar, que no duden que aquí van atener una oportunidad única, con excelentes profesionales de mucha altura. Que no se lo pierdan y que no vayan solo a un espacio, que lo bueno de Almagro es probar diferentes lugares. Les diría que no tengan miedo a ser felices y en el teatro encontrarán una fuente inagotable de felicidad.