“El olmo es el árbol más querido de los habitantes de los pueblos de Guadalajara y, por tanto, el compañero casi inseparable de todos los grupos de viviendas en toda la provincia”. Así definía a finales del siglo XIX el científico e ingeniero aragonés, Carlos Castel, la íntima relación que, tradicionalmente, ha unido a los alcarreños con el olmo ibérico. Un árbol emblemático bajo cuya sombra se reunían los vecinos de los pueblos para contarse sus chascarrillos y vivencias a lo largo de generaciones. Un árbol que ahora, tras la plaga que arrasó con ellos en toda España, vuelve a echar raíces.
El olmo ibérico es un símbolo de la cultura y el patrimonio natural en el territorio castellano. En Guadalajara, hace tan solo 50 años se contaron hasta 400 ejemplares del ‘Ulmus Minor’, la especie más abundante en estas latitudes mediterráneas. Uno de los olmos más populares es el del municipio alcarreño de Pareja. Olma para ser más precisos. Su historia se remonta al siglo XVI, época en que fue plantada en la plaza de la localidad. Con una altura de 35 metros, este árbol forma parte del catálogo de árboles singulares de España. En 1946 recibió la visita de un ilustre viajero. Cela, en su ‘Viaje a la Alcarria’. El escritor gallego describía así la plaza y la olma de Pareja: “La plaza de Pareja es amplia y cuadrada y en el centro tiene una fuente de varios caños con un pilón alrededor y un olmo añoso. Olma lo llaman porque es redondo, copudo, matriarcal, un olmo tan viejo, quizá como la piedra más vieja del pueblo”.
Declarada como patrimonio natural de Pareja por su Ayuntamiento, esta peculiar olma tiene, además, el mérito de haber sobrevivido en los años 80 a la grafiosis, una enfermedad letal que arrasó la mayoría de los olmos en España. También en Guadalajara. Se trata de una enfermedad que interrumpió ese vínculo fraternal del olmo con los alcarreños por un tiempo.
Esta plaga fungicida, también conocida como enfermedad holandesa del olmo, parece tener su origen en el este del continente asiático y es producida por el hongo de la especie ‘Ophiostoma’. Este organismo se instala en los vasos de la planta produciendo que sus hojas se marchiten y la posterior muerte del árbol. Su agresividad y rápida expansión, a través del escarabajo Scolytus, han sido las mayores dificultades a las que los científicos se han enfrentado para aminorar sus efectos sobre el olmo. No en vano, la afección de la grafiosis en España fue muy elevada. En 1986, más del 80% de los olmos murieron por esta enfermedad.
Programa de divulgación
Precisamente, la situación de debilidad que provocó la grafiosis en el olmo hasta situarlo al borde de la extinción en los años 90 es la razón que ha llevado a la Asociación Micorriza a desarrollar el proyecto medioambiental ‘Un Olmo, Mil Historias’, en colaboración con las organizaciones conservacionistas Fagus, WWF-Adena Guadalajara, Ecologistas en Acción Guadalajara y el Grupo de Anillamiento Aegithalos.
Esta iniciativa, que deriva del programa europeo Live ‘+Olmos Vivos’, se propone recuperar la especie del olmo ibérico en la cuenca del río Tajo, una de las zonas de la Península Ibérica que ha acumulado mayor número de ejemplares de olmos desde la antigüedad. “Estamos volcados en la repoblación del olmo y en volver a darle la importancia social que tenía en el medio rural. Nuestro trabajo consiste en encontrar y analizar aquellos olmos vivos que son resistentes a la grafiosis. Después difundimos los resultados y promovemos la plantación de nuevos árboles en lugares públicos de las localidades”, explica Rafael Marco, ingeniero de Montes y técnico de la Asociación Micorriza.
Desde que el proyecto comenzó a andar en 2015 son varias las localidades de Guadalajara que se han adherido a la iniciativa. La última fue Brihuega, con un acto que tuvo lugar en el ayuntamiento del municipio el 1 de abril. Allí, ante un nutrido grupo de asistentes, el catedrático de la Escuela Técnica Superior de Montes e historiador de la flora forestal ibérica, Luis Gil, impartió la conferencia “Los olmos, cultura e historia milenaria”, en la que desgranó con detalle la historia de los olmos en Guadalajara y el interesante vínculo que ha habido entre este árbol y el hombre.
“Es un proyecto de divulgación que trata de recuperar el uso urbano y el papel que siempre ha jugado el olmo en la naturaleza. En Guadalajara hay ejemplares que tienen entre 200 y 400 años de antigüedad, como es el caso del olmo de Sotodosos”, apunta Gil.
Además de Brihuega, otros municipios de la provincia, como Guadalajara, Marchamalo, Torrejón, Cifuentes, Sigüenza y Yela, ya han vivido una jornada dedicada a recuperar su olmo. Y, para guardar la tradición, los impulsores de este proyecto han decidido los olmos plantados se ubiquen en sitios céntricos de cada pueblo: en una plaza emblemática o cerca de algún punto señalado, que es donde siempre estuvieron los olmos en Guadalajara.
Los seguntinos, por ejemplo, disfrutaron de espléndidos olmos en el parque de la Alameda, hasta que en 1989 la plaga acabó con su historia. Durante los actos que supusieron el regreso de esta especie a la Ciudad del Doncel, Pilar Martínez Taboada, cronista oficial de Sigüenza, explicó: “Plantamos un olmo resistente a la grafiosis allí donde antes ya había olmos, en el parque de la Alameda, que pretende ser un Bien de Interés Cultural (BIC). Quiero dejar constancia de la importancia que tiene de conservar este olmo, convirtiéndonos todos en guardianes y amigos de los olmos, lo que pasa por conservar el patrimonio natural de Sigüenza”.
Larga tradición
Este fin de semana es el turno de Molina de Aragón. En la capital del Señorío está previsto que Luis Gil ofrezca su ponencia en la iglesia de Santa María del Conde. A continuación, los organizadores y asistentes al evento se trasladarán al barrio de la Soledad donde se plantará otra especie de olmo vivo y se levantará una placa de recuerdo.
España tiene una larga tradición en lo que a la repoblación de olmedos se refiere. A raíz del brote de grafiosis que se desarrolló en 1986, el Ministerio de Medio Ambiente puso en marcha, en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, el programa ‘Conservación y Mejora de los olmos ibéricos’, que ha contribuido de forma decisiva a lo largo de más de tres décadas a recuperar la especie hasta el punto de haber logrado siete clones resistentes a la grafiosis.
En 2013, el Gobierno suspendió la investigación por falta de fondos, aunque la colaboración con la mencionada universidad continúa mediante la donación de materiales para la plantación y regeneración del olmo ibérico en diferentes regiones españolas. “Olmo, quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida”, escribió Machado en ‘Campos de Castilla’ mientras esperaba un “milagro de primavera”. El milagro quizá haya llegado en forma de recuperación de una especie enraizada no sólo en el medio físico de Guadalajara, sino en su acervo costumbrista y social.