El Juzgado Especializado de Santa Ana juzgó ayer al párroco daimieleño Antonio Rodríguez, conocido como padre Toño, que días atrás había reconocido los cargos que se le imputaban de introducir objetos prohibidos en recinto penitenciario y relación con banda organizada. Ha sido condenado a 2 años y medio de prisión, una pena de 30 meses.
Sin embargo, según la justicia salvadoreña, un acusado puede quedar en libertad bajo determinadas reglas si es condenado a una pena menor de 3 años y no tiene antecedentes penales, por lo que el padre Toño ha sido puesto en libertad el mismo día de ayer, por la tarde en horario de España.
Esta libertad acarrea medidas como que no puede volver a visitar una cárcel ni relacionarse con pandilleros. Sí podrá regresar a España ya que no se le ha retirado el pasaporte y su familia espera que la semana que viene, para el lunes o el martes, ya esté en el país. No podrá volver a hacerse cargo del programa de reinserción de jóvenes violentos que llevaba a cabo en El Salvador.
Al haber aceptado los cargos que se le imputaban su proceso judicial ha sido abreviado y ha permitido que el tiempo en espera de juicio se reduzca drásticamente.
Precisamente ayer su familia visitó a Madrid para ver a algún responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores y pedir información sobre el caso ante la falta de la misma que tienen, pero sólo recibieron promesas de que la embajada española en el país centroamericano está llevando el caso y les informarían cuando hubiese novedades. Uno de los hecho que dificultaba el proceso y su extradición es la doble nacionalidad del misionero (cuenta también con nacionalidad salvadoreña).
“Pedimos que se pongan todos los medios posibles para traerlo a España”, señalaba la propia familia del párroco, antes de conocer su puesta en libertad. Ahora la familia sólo ha podido expresar su alegría así como su impaciencia porque Antonio Rodríguez regrese ya a Daimiel “y pueda descansar unos días con su familia”.