Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
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El verano siempre sirve de reflexión y aprendizaje. Es el momento en el que desconectamos de nuestras tareas diarias y nos tiramos en la toalla a descansar (las que pueden). Y como dicen, necesitamos estar aburridos para la creatividad y dar rienda suelta al pensamiento. Al final, la rutina se zampa nuestro día a día y no tenemos tiempo ni para respirar el resto del año.
Hoy, tras varias semanas de estar conmigo misma, aun teniendo que estar de cuidadora de una casi adolescente, me ha dado tiempo a seguir mirando a mi alrededor, observarlo y escribir sobre ello.
Este espacio me ha brindado la oportunidad de trasmitir mi pensamiento, visibilizar ciertas circunstancias vitales que considero injustas, y sobre todo me ha posibilitado trasladar la política desde la cercanía; como siempre he considerado, es imprescindible en nuestras vidas y no somos ajenos a los devenires del poder. Nos guste más o menos, es la herramienta que nos hemos dado para resolver nuestro día a día.
Gracias a este tiempo de reflexión, tomo este nuevo ciclo con ganas de continuar expresando mis sentires respecto a lo que nos rodea, denunciando a través de este medio lo que nos afecta en nuestra vida y, especialmente, hacer hincapié en aquello que podríamos mejorar. Para los que aún no se han acercado, les invito a reflexionar conmigo. Más si cabe, a levantar las calles.
Y, ¿qué es eso de la Ciencia Política y para qué sirve?
La politología es ciencia. Nuestra área tiene una metodología de investigación para delimitar esa observación, aunque no quita de ser una ciencia social. Es decir, una ciencia que nos estudia, centrándose en las relaciones del poder dentro de la sociedad; siendo nosotros mismos los objetos del estudio, por eso debe contextualizarse en un lugar, un tiempo o una cultura concreta.
Apuntaba un profesor mío de la facultad que hay que tener en cuenta que cada uno tenemos unas gafas, un punto de partida y unas ideas. Por tanto, las investigaciones sociales son situadas al comenzar cada uno de nosotros desde un lugar que ya viene determinado. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que me interesa a mí no le puede interesar a otra persona, y mis vivencias y perspectiva son diferentes a las de cualquiera, por eso el inicio de la investigación y el enfoque que se dé dependerá de cada persona, de nuestro propio yo.
En el caso que nos ocupa, gracias al feminismo, se ha comprobado que la ciencia en general es ciega a las relaciones de poder que se han generado entre hombres y mujeres, dando por sentado cuestiones que hoy consideramos revocables. En el caso de la Ciencia Política ha habido un ocultamiento hacia el estudio de mujeres pensadoras, como Olimpia de Gouges, Hanna Arendt, Rosa de Luxemburgo o Clara Campoamor y, por ende, una invisibilización continuada de las aportaciones de estas en la materia.
El pensamiento político y, por extensión, los sistemas políticos actuales se han construido con “padres”, pero no con “madres”. De ahí que podamos decir que nuestro mundo está sesgado, teniendo un defecto en el diseño. Y es que no se sabe si de manera intencional o no, la visión masculina ha copado las ideas y, por tanto, las estructuras de poder. Nuestros Estados se han cimentado bajo unos pilares únicos, en donde lo público (masculino) expulsa a lo privado (femenino) al oscurantismo. Desde Platón y Aristóteles, nuestros “padres” por antonomasia en nuestra cultura actual, nos apartaron y nos camuflaron, centrándonos en el cuidado del hogar, de la familia y del entorno en general, reproduciéndose hasta el día de hoy.
Dentro de nuestra área tampoco podemos obviar que la sociedad a lo largo de los siglos ha estado estratificada y jerarquizada, por eso al igual que ha habido un sesgo por sexo, también se ha dado por clase social y raza. Esto es, la estructura se ha configurado basándose en relaciones de poder social y racial, donde unos sostienen el sistema, siendo los dominados, y otros los que gobiernan, siendo los dominantes. Y es que hasta que llegara la democracia que hoy conocemos, había un veto en la participación de las clases bajas y de las personas negras, no pudiendo votar ni ser votadas, de ahí que haya sido fundamental los movimientos sociales para reconvertir ese defecto de forma. Aquí no podemos olvidar que ha jugado una baza fundamental el poder económico de cada cual o lo que es lo mismo, de dónde venimos, nuestras raíces y familia.
Bien es cierto que, aunque estemos en un punto de inflexión y transición, porque cada día que pasa el modelo se pone más en cuestión, más si cabe con los nuevos haters de la democracia que inundan las redes sociales, es fundamental entender la capacidad que tenemos cualquiera de nosotros para influir en los cambios sociales y políticos, en poder mejorar no solamente nuestro espacio, lo que nos viene bien a cada uno, sino también el de los demás. De ahí que sea tan importante acercarse al entendimiento de la política desde la propia ciencia. Esto es, desde los estudios y especialistas, aunque sin obviar el poder de la acción social.
La acción social es fundamental para nosotros puesto que los distintos movimientos sociales que han ido surgiendo a lo largo de la historia, lo han hecho en contra de los distintos poderes, imprescindibles para el entendimiento de la materia y, ante todo, más concretamente, en lo que somos hoy como sociedad. Las distintas comunidades se han organizado y se han levantado contra el Estado, la iglesia o las élites.
Si nos acercamos a nuestro país, durante 40 años se desmovilizó a la población a la fuerza, a golpe de porra, miedo y represión, estando prohibida cualquier manifestación y asociación que fuese contra el régimen. Sin embargo, el activismo social se dio durante la dictadura, más si cabe en los últimos años, siendo fundamental para la transición a la democracia. Es así como no podemos olvidar los movimientos antifranquistas del siglo pasado, los movimientos más actuales como el de “las Kellys”, el de pensionistas o el del 15M, por nombrar algunos.
La politología es apasionante porque nos facilita el entendimiento de nuestras sociedades desde una perspectiva histórica, cultural y social; nos muestra cómo las distintas redes del poder nos afectan directamente a nuestras circunstancias vitales y nos facilita el conocimiento de otras formas de organización política, mostrándonos nuevos paradigmas. Es decir, no nos hace inertes a la situación que tenemos en el mundo y nos da las herramientas para cambiar ese mundo. Ya que amigos, cualquier acción que hacemos, por mínima que sea, puede llegar a afectar a nuestro vecino de al lado, tanto para bien como para mal. Y como se ha comprobado a lo largo de los siglos, por muy utópico que parezca, los seres humanos cooperamos y nos implicamos para con la comunidad porque dependemos de ella para sobrevivir.
Si este es el mundo que nos ha tocado vivir, qué mejor manera de hacerlo que aportando nuestro granito de arena para ser sociedades más justas, más solidarias, más empáticas, más cercanas con los demás. Al fin y al cabo, el azar ha hecho que juntos vivamos este momento de la historia, y para hacerlo y avanzar debemos compartir aquello que anhelamos. Pongámonos en el lugar del otro y aprendamos a ver con distintas lentes otros mundos, otras circunstancias vitales, otras vidas que nos rodean. La infancia del presente será la ciudadanía de mañana y nos lo agradecerá.
El verano siempre sirve de reflexión y aprendizaje. Es el momento en el que desconectamos de nuestras tareas diarias y nos tiramos en la toalla a descansar (las que pueden). Y como dicen, necesitamos estar aburridos para la creatividad y dar rienda suelta al pensamiento. Al final, la rutina se zampa nuestro día a día y no tenemos tiempo ni para respirar el resto del año.
Hoy, tras varias semanas de estar conmigo misma, aun teniendo que estar de cuidadora de una casi adolescente, me ha dado tiempo a seguir mirando a mi alrededor, observarlo y escribir sobre ello.