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Cuenca por el tren

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El año 2021 podría ser memorable para Cuenca si los gobiernos del Estado y de la región, junto con el presidente de la Diputación y el alcalde de Cuenca, acuerdan la destrucción de la línea de ferrocarril inaugurada hace 138 años. La decisión se adoptaría coincidiendo con los cuarenta años del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, cuando Cuenca celebra el 25 aniversario de su declaración como ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y se conmemora el Año Europeo del Ferrocarril. 

Ha dicho el presidente García-Page, en su discurso sobre el aniversario del Estatuto, que “la comunidad de Castilla-La Mancha no rompe ni separa España, al contrario, la hace muy grande”. Pues bien, en este contexto de nobleza, no se entendería que el gobierno de la comunidad castellanomanchega que “no tiene ningún problema de identidad” (García-Page), sea incapaz de llegar a un acuerdo sobre el ferrocarril, en beneficio de los pueblos de la provincia más despoblada de la región. 

El asunto es de gran importancia para el futuro de la provincia. Son muchos los municipios -además de Madrid, Aranjuez y Utiel- que han suscrito una moción en defensa del ferrocarril. Los plenos de la Diputación y del Ayuntamiento de Cuenca, aprobaron sendas mociones (que presidente y el alcalde desprecian), reclamando el apoyo al tren y el mantenimiento de la línea, como eje vertebrador y dinamizador de la provincia. Las mociones alegaban que el tren presta un servicio “importantísimo a la hora de conectar zonas rurales con Cuenca capital y con Madrid y Valencia”

Son muchas las asociaciones ciudadanas, instituciones municipales y provinciales, castellanomanchegas y valencianas, que apoyan la mejora del ferrocarril y, conviene subrayar, que también defiende el ferrocarril la propia Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. 

En efecto, como bien sabe García-Page, en el documento de Diagnóstico presentado en noviembre del año 2020, para orientar la Estrategia Regional frente a la Despoblación, señalaba la Junta: “En cuanto a las líneas de ferrocarril convencional...(con) paradas en numerosos núcleos rurales de la región...(su) mantenimiento y mejora de la infraestructura y los servicios ferroviarios es indispensable para fijar población” (ver páginas 97 y 111). 

Sólo la CEOE-CEPYME de Cuenca propone el cierre de la línea y que se ponga en marcha su Plan de Movilidad, dirigido a destruir el ferrocarril y privatizar los servicios de transporte, envolviendo el derribo en un proyecto de Rehabilitación de apeaderos, vía verde y urbanismo. Es un chiste que la CEOE-CEPYME de Cuenca, en su día partidaria del cementerio nuclear, vaya de ecologista contra el tren. Lo preocupante, sin embargo, es que una organización empresarial subvencionada pida que se dejen de “prestar servicios subvencionados”, y tenga la desfachatez de solicitar al Ministerio de Transporte Movilidad y Agenda Urbana que ahorre en Cuenca, es decir, que el Estado no invierta en la provincia más pobre y despoblada de la región. 

El gobierno de García-Page no debería consentir que se adopte la decisión de desmantelamiento de la línea de ferrocarril, atendiendo la disparatada propuesta de la CEOE-CEPYME de Cuenca. Tampoco tendría que aceptar el gobierno regional, el juego perverso del Ministerio, que mediante el deterioro incesante del ferrocarril programó su destrucción, y ahora hace alegatos incendiarios sobre su ineficacia. 

Si el gobierno de García-Page, hace caso a la CEOE-CEPYME de Cuenca, permite que especulen con los terrenos de las estaciones y que no se emprenda la reforma de la red ferroviaria, en este Año Europeo del Ferrocarril, cometería un escándalo. Si admitiera no reparar una red de ferrocarril, que vertebra los pueblos de Cuenca y fija población, estaría consintiendo un despilfarro de recursos. 

Después de tantos años de lamentable abandono, el Gobierno regional debería aprovechar la ocasión. Gracias a las urnas y a los pactos, el partido socialista detenta el poder en instituciones claves de la provincia, la región, el Estado y cuenta con extraordinarios fondos europeos. De manera que no se entendería bien que cometiera un atropello con el ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia. 

Sin duda, el Partido Popular en el poder, no hizo nada por el mantenimiento de la línea de ferrocarril. Pero no se atrevió a eliminar el tren, en perjuicio de los pueblos de las zonas despobladas y, mal que bien, ahí ha estado la máquina traqueteando muchos años. 

Creo que el Partido Socialista tiene la oportunidad de acometer la reparación del ferrocarril; un medio de transporte innovador, seguro y asequible, que permite lograr el objetivo de neutralidad climática de la Unión Europea. Ahora bien, si el Partido Socialista acuerda la destrucción y derribo del ferrocarril, es posible que tal decisión tenga un alto coste, en las próximas convocatorias electorales. 

Por todo lo cual, me atrevería animar al señor García-Page para que actúe con prudencia, a la hora de adoptar su delicada decisión. Me permito sugerirle que, antes de seguir el consejo de algunos amigos y acometer la destrucción de la línea, haga una visita de incógnito a los pueblos. Procure charlar con las gentes que frecuentaron el tren, para que le cuenten sus experiencias de viaje en el ferrocarril.   

El año 2021 podría ser memorable para Cuenca si los gobiernos del Estado y de la región, junto con el presidente de la Diputación y el alcalde de Cuenca, acuerdan la destrucción de la línea de ferrocarril inaugurada hace 138 años. La decisión se adoptaría coincidiendo con los cuarenta años del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, cuando Cuenca celebra el 25 aniversario de su declaración como ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y se conmemora el Año Europeo del Ferrocarril. 

Ha dicho el presidente García-Page, en su discurso sobre el aniversario del Estatuto, que “la comunidad de Castilla-La Mancha no rompe ni separa España, al contrario, la hace muy grande”. Pues bien, en este contexto de nobleza, no se entendería que el gobierno de la comunidad castellanomanchega que “no tiene ningún problema de identidad” (García-Page), sea incapaz de llegar a un acuerdo sobre el ferrocarril, en beneficio de los pueblos de la provincia más despoblada de la región.